LA HUMILDAD
La humildad no tiene nada en común con la soberbia. Son diametralmente opuestas y la primera siempre superará a la segunda en cualquiera de los terrenos en que se encuentren al margen de su linaje.
Recuerdo a un joven, doblemente humilde por su condición social, que conducía un viejo vehículo que chocó con una Jeepeta en la intercepción de las avenidas 27 de Febrero y Abraham Lincoln, cuyo dueño reaccionó de manera iracunda mientras su mano al cinto estaba sobre lo que parecía un arma de fuego. La humildad del joven lo salvó quien sabe de qué desgracia irremediable.
Recuerdo a un joven, doblemente humilde por su condición social, que conducía un viejo vehículo que chocó con una Jeepeta en la intercepción de las avenidas 27 de Febrero y Abraham Lincoln, cuyo dueño reaccionó de manera iracunda mientras su mano al cinto estaba sobre lo que parecía un arma de fuego. La humildad del joven lo salvó quien sabe de qué desgracia irremediable.
Mientras el hombre de la Jeepeta era blasfemia y más blasfemia, el joven se mantuvo sumiso y en voz baja pedía excusas por el incidente que le puede ocurrir, sin querer o por descuido, a todo el que va tras un volante.
No en vano se dice que la humildad es la madre de todas las virtudes, al margen del rango social que se pueda ostentar. Actuar sin orgullo es un don, lo mismo que no presumir de logros materiales y reconocer los fracasos y debilidades que siempre se pueden superar.
El humilde tiene la siguiente retahíla de sinónimos: modesto, respetuoso, tímido, profundo, sencillo, llano, sumiso, dócil, obediente, reservado, apocado, afable. No obstante, nada de esto implica que sea un tonto y que no tenga conocimientos enriquecedores. Se puede asegurar que este tipo de persona contribuye con la paz, con la buena convivencia y el progreso de una nación.
El orgullo solo provoca el alejamiento de los demás en un mundo donde la vida del homo sapiens es muy limitada en el planeta tierra.
El orgullo registra el desagradable símil de suficiencia, soberbia, altivez, endiosamiento, engreimiento, ínfulas, vanidad, pedantería, postín, presunción, arrogancia, petulancia, soberbia
En fin, el orgulloso ahuyenta a los demás con su forma negativa de vivir. Se asume, por tanto, que son personas "toleradas" por el stop que provocan con su actitud.
En la Biblia, Santiago 4.6 refiere que "Dios resiste a los soberbios y da gracias a los humildes." Y puntualiza en Lucas 14.11 que "cualquiera que se enaltece será humillado y el que humilla será enaltecido."
Abrázate a la virtud de la humildad y contribuyes a un mundo de paz, de amor y equilibrio por un mejor horizonte que depende de todos.
Por CÁNDIDA FIGUEREO