Catacumbas París abren de noche por Día de Muertos
EN PARIS, (Francia): Como si una visita a las Catacumbas de París no fuera suficientemente aterradora de día, ahora se puede ir también al anochecer, si es que uno es capaz de desafiar la advertencia en la entrada: "Detente, éste es el imperio de la Muerte".
Los antiguos túneles subterráneos, de unos 2 kilómetros (1,2 millas) de extensión, contienen los huesos de unos 6 millones de parisinos y alguna vez sirvieron de refugio a contrabandistas.
A 20 metros (66 pies) bajo las calles medievales de la capital francesa, los muros laberínticos cubiertos de cráneos introducen al visitante en la necrópolis, con una atmósfera sobrecogedora que atrae tanto a los aficionados a la historia como a los visitantes en busca de un buen lugar para festejar el Día de Muertos.
El lugar, que antes cerraba a las 5 de la tarde, ahora sigue abierto hasta las 8. De esta manera se admiten más visitantes y se reducen las filas, pero además aumenta la emoción: no es lo mismo entrar y salir de noche que de día.
El traslado de restos humanos a las antiguas canteras subterráneas de la ciudad comenzó en 1786, cuando el Cementerio de los Inocentes, el principal de París, fue cerrado por motivos de salud pública. A partir de 1809 se reestructuraron las catacumbas para crear galerías con muros y pilares formados por huesos, e incluso algunas estructuras artísticas con fémures y cráneos.
En las galerías hay carteles con frases y poesías tanto sacras como profanas. Un ejemplo: "Piensa por la mañana que acaso no sobrevivirás hasta la noche y por la noche que acaso no sobrevivirás hasta la mañana".
Valerie Guillaume, directora de las Catacumbas, destaca el aspecto filosófico de este sitio turístico inusual.
"No fue concebido como un lugar de horror sino como una reflexión sobre el significado de la vida y la muerte", dijo.
La curadora Sylvie Robin dijo que la fama aterradora del lugar se debe también a su uso para el contrabando.
"Es el origen de todas las leyendas", dijo, porque los contrabandistas asustaban a la gente con luces y ruidos para que no se acercaran.