Haití, el espejo en que nos debemos mirar…‏


La república de Haití es el número 8 de los países en que sus debilidades institucionales no le permiten tener control de gran parte del territorio nacional, superado en esto solo por   Somalia, el Congo, república  Islámica de  Afganistán,  Sudán, entre  otros más, en una lista de 168 países en el mundo. En cuanto al Índice  de Desarrollo Humano, tomando en cuenta los parámetros de esperanza de vidas (expectativa de vida), educación y nivel de vida, ocupa el lugar número 161 de 187 países que poseen datos comparables, con la excepción de países del África, esto es de informes  publicados en el año 2013.


La cobertura boscosa ó masa boscosa en Haití era el 60% de su territorio, para el año 1923, para llegar a estos tiempos, 2013 a ser el 2%, producto de que entre otros tantos factores, está la llegada de las tropas Norteamericanas entre 1915 y 1934, que abrieron zafra a los aserraderos y todo tipo de depredación y malos usos, las depredaciones por parte de compañías concesionarias norteamericanas, que no contemplaban la reposición de árboles,  llevó al país a desordenes tales que  por cada árbol sembrado, siete eran derribados  en los años 80s, llegando a tener en la actualidad solo 7 zonas importantes de bosques y  solo dos considerados parque.

En cambio el país nuestro, ubicado en el este de Haití, que guarda un contraste fotográfico marcado por la línea fronteriza, entre lo blanco que expresa la depredación y el verde nuestro, aunque empalideciente, por acciones diversa, entre ellas,  el tráfico ilegal y permanente de aquellos nacionales, tiene más de 34 áreas protegidas, y en su seno, en la cordillera central, nace el río mayor nuestro, el Artibonito, con el cual reciben la mayor fuente de abastecimiento de aguas y el apoyo para la mayor producción de arroz en aquel país.
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