Un periodista de Al Jazeera llora mientras informa de los bombardeos en Gaza‏



EN GAZA: Wael Al-Dahdouh tuvo que desaparecer del foco de la cámara al no poder reprimir las lágrimas mientras informaba en una conexión en directo este lunes sobre los bombardeos de Israel en la franja de Gaza para Al Jazeera. Las bombas han dejado ya al menos 500 muertos. Una quinta parte, niños.

¿Hasta qué punto puede afectar una noticia al periodista que la cubre? La sensibilidad es una ventaja porque facilita establecer vínculos con los protagonistas de la noticia y ponerse en su piel, pero muchas veces empuja al periodista a sobrepasar la delgada línea entre empatizar y tomar partido. Cubrir conflictos tan sangrientos como el de Palestina e Israel, todavía lo complica más.


La corresponsal en la Franja de Gaza de la CNN Diana Magnay sobrepasó esta línea al referirse a los israelíes como “escoria”. Después de hacer su crónica en directo para la cadena de noticias, la periodista denunció en Twitter que un grupo de israelíes la había amenazado. “Los israelíes en la colina por encima de Sderot animan a las bombas que caen en Gaza. Amenazan con destruir nuestro coche si digo una palabra equivocada. Escoria”, escribió. Minutos después, borró el ‘tweet’, pero ya había sido ‘retwitteado’ 200 veces. La cadena de noticias pidió disculpas, declarando que la reacción de la periodista no fue la adecuada. Magnay también, pero la CNN decidió trasladarla a Moscú.

La diferencia de opiniones puede dar lugar a debates acalorados. El periodista jordano Shaker al-Johari fue más allá. En una tertulia sobre Gaza en la televisión de Jordania, perdió los papeles y agredió al activista Samith Krais. Le lanzó una botella e incluso intentó golpearlo con una silla.

La situación en Gaza se complica por momentos. Varios periodistas han resultado heridos y un reportero gráfico ha fallecido en medio de los ataques, que, en su mayoría, matan a niños. La periodista mexicana Marcela Turati, que ha cubierto temas relacionados con los derechos humanos y víctimas de violencia, recuerda que la salud emocional es un derecho del periodista. Y propone que cada reportero que informe sobre una tragedia se pregunte esto:

¿Qué hago si mis jefes me piden que cubra un velatorio?

¿Cómo entrevisto a los supervivientes de una tragedia?

¿Existen técnicas para no “retraumatizar” con preguntas a gente que vivió un hecho traumático?

¿Hay un antídoto para no sentirme un buitre después de cubrir desgracias? /FUENTE: LAINFORMACION.COM/.

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