Un escape al sur‏


EN SANTO DOMINGO:   Entre quejas porque “no hay nada nuevo qué hacer” y el estrés diario, es fácil olvidar que en la República Dominicana se puede vivir una gran cantidad de increíbles experiencias. Solo hay que saber dónde encontrarlas, como fue el caso de un reciente escape de verano hacia la mágica tierra del “Sur Corto”. 

La idea era ir de pasadía y conocer tres de los muchos puntos de interés de esta región. Resultó ser un día lleno de hermosos paisajes e inolvidables momentos compartidos por un grupo de personas variado, un desplazamiento durante el cual se crearon preciadas memorias nuevas y se conoció un poco más de la historia del país.


El viaje inició a primeras hora de la mañana de un sábado. El autobús vibraba con la energía de adultos y niños ansiosos por iniciar la aventura; algunos aprovechaban para robarse minutos más de sueño en sus asientos. La música alegre y conversaciones amenas sirvieron de telón de fondo a las hermosas vistas rurales decoradas con numerosos árboles de mango, fruta estrella del sur, que comenzaban a trazarse en la carretera.

Apenas había transcurrido media mañana cuando llegamos a nuestra primera parada, las Salinas de Puerto Hermoso, en Baní, las primeras minas de sal de las Antillas, cuyo valor práctico no resta del hermoso paisaje que también ofrece.

La producción de sal consiste en la evaporación del agua de mar gracias al sol y el aire, un proceso natural que produce toneladas de sal al día. Este mismo proceso causa que las aguas contenidas en las eras o parcelas de la mina adquieran un vivo color rosado que parece provenir de los pinceles de Monet.

Las salinas de Puerto Hermoso están actualmente administradas por el Ayuntamiento de Baní, aunque hace un tiempo el alcalde quiso cerrarlas argumentando baja rentabilidad.

Después de caminar y conocer los alrededores de la colina, retomamos la carretera y continuamos hacia la última parada de nuestro recorrido, Palmar de Ocoa, en la provincia de Azua. 

El guía se encargó de ofrecer una charla educativa acerca del proceso de extracción de la sal, y se pudo observar cómo obreros llenaban con palas vagones con el mineral y lo transportaban sobre rieles hasta el lugar donde se pone a secar. Luego de esto hubo tiempo de sobra para caminar, explorar, tomar fotos y apreciar la belleza de Puerto Hermoso.

La próxima parada fue el Santuario de San Martín de Porres, un minúsculo templo de piedra y cemento, punto de peregrinación de creyentes.

Ubicado sobre una colina cerca de la entrada del poblado Las Tablas, el hermano Marcos nos recibe y nos cuenta cómo el santuario fue creado por iniciativa del sacerdote canadiense Roberto Hymusskm y construido por el arduo trabajo de los residentes de pueblo. Toda la comunidad participó cargando piedras o agua hasta la cima. En el santuario no solo se realizan misas, bodas y otras actividades religiosas, también está abierto a las visitas de turistas y curiosos.

Los alrededores de la colina están rodeados de altares de la fe católica, pero en la cima yace la capilla, inaugurada en 1978, una agraciada edificación cuyo interior es decorado con la figura de San Martín de Porres, el santo de los pobres, y otras ilustraciones y figuras católicas. Desde la capilla se puede apreciar una vista única del árido e impresionante valle que rodea al poblado. El padre Roberto fue el párroco de la comunidad hasta su muerte, y está enterrado en los terrenos del santuario.

Poder subir los escalones de la colina y presenciar no solo el fruto del sacrificio y dedicación de los creyentes del humilde pueblo de Las Tablas, sino también el imponente paisaje que lo rodea, fue una experiencia que vale la pena repetir. Sin embargo, también se hacen patentes las precariedades de la comunidad con la presencia de decenas de niños que nos rodean para pedir “una ayuda”.

Después de caminar y conocer los alrededores de la colina, retomamos la carretera y continuamos hacia la última parada de nuestro recorrido, Palmar de Ocoa, en la provincia de Azua.

Aquí pasamos el resto de la tarde deleitándonos en la bahía con playas de aguas de un intenso azul y arenas con tonalidades que llegan hasta el gris oscuro. El sol no perdonaba, el agua era una delicia y la buena compañía completó el cuadro perfecto de un día de aventuras en la región sur.

Con el ocaso del sol iniciamos nuestro viaje de regreso, agradecidos por la hermosa experiencia y seguros de que volveremos, porque en tan corto tiempo solo es posible apreciar una pizca de la magia que espera a todos en el Sur. /Fuente: 7dias.com.do/.

POR YOAN PRATS


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