El temor a la autoridad
Siempre me enseñaron el temor a Dios como forma de respetar sus leyes y contribuir a la convivencia armónica de la naturaleza.
En lo terrenal, el temor a la autoridad debería ser cultivado por cada ciudadano desde sus primeros años de vida.
Sabemos que no tenemos perfectas instituciones que velen por el orden y la justicia social, pero tampoco estas mismas deben de ser irrepetadas cuando es evidente que en los últimos años sus transformaciones emprendidas le han merecido el reconocimiento de la población.
Mucho se ha logrado en ese sentido y es hora de fortalecer la confianza de los que se encargan de enfrentar la delincuencia en su etapa primaria.
Esa confianza con la Policía debe ir de la mano con el temor al que me refiero, que nos obligue a todos los dominicanos a respetar las normas de la buena convivencia y de una vida en paz.
Lamento que en estos días pasados, el amigo periodista Máximo Manuel Pérez fuera victima de dos jóvenes antisociales, que al parecer lo confundieron con un policía que creyeron los perseguía.
El hecho ocurrió a pocos metros de la casa de Máximo y solo bastó que se sintieran perseguidos para emprenderla a golpes en la cara del comunicador portando una pistola y un arma punzante y una saña e ira, que gracias a Dios no le causaron la muerte.
Los jóvenes no huyeron ante quien pensaron era un policía que los perseguía, ellos lo emboscaron y le hicieron el frente.
De haber sido cierta su presunción, de seguro se hubiese escenificado un intercambio de disparos, de esos que satisfacen a la población cuando sabe que quitan del medio a esos que todavía no se adaptan a las reglas de la vida social en armonía.
El temor a Dios debe ser el primero.
El segundo es el temor a la Autoridad para que algún día tengamos una sociedad tranquila.
Jorge Casado
El autor es periodista y fotógrafo