Motoconchistas lo arriesgan todo en un trabajo peligroso, sin seguro de vida ni asistencia médica
CONAMOTO demanda del Gobierno asistencia social para los más de 150 mil motoconchistas de RD:
EN SANTO DOMINGO: En la República Dominicana operan más de cientos cincuenta mil motoconchistas, hombres, jóvenes y adultos, que diariamente transportan a miles de ciudadanos en los barrios pobres, zonas del interior del país y trasladan parte de los alimentos que consume la población, sin embargo, carecen de seguro médico y de vida, de tarjeta de ayuda del Gobierno y de fondo de pensiones para su retiro en la vejez.
EN SANTO DOMINGO: En la República Dominicana operan más de cientos cincuenta mil motoconchistas, hombres, jóvenes y adultos, que diariamente transportan a miles de ciudadanos en los barrios pobres, zonas del interior del país y trasladan parte de los alimentos que consume la población, sin embargo, carecen de seguro médico y de vida, de tarjeta de ayuda del Gobierno y de fondo de pensiones para su retiro en la vejez.
La Central Nacional de Motoconchistas (CONAMOTO), entidad que agrupa a este sector informal de la economía, demanda de la asistencia del Gobierno para estos trabajadores, de los que dependen cerca de 750 mil personas, ya que cada motorista tiene cerca de cinco hijos.
CONAMOTO exige que los motoconhistas sean incorporados a los programas de protección del Estado, para que sean favorecidos con servicio médicos gratuitos en el Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), pago de una mensualidad en la Caja de Pensiones y Jubilaciones para Choferes o mediante partida especial asignada en el Presupuesto de Ley de Gasto Público de la nación, porque cada motoconchista paga impuestos por placa y póliza del seguro, gran consumo de gasolina que tiene el sector y seguro, licencia de conducir.
Estos hombres, diseminados en todo el territorio nacional, que llegan a donde no pueden penetrar los minibuses ni los autobuses del transporte colectivos y que transportan pasajeros a las paradas de los carros, a centros educativos, al trabajo, comercios, hospitales y diversos lugares, cuando se enferman no tienen dinero para adquirir los medicamentos y ante una enfermedad terminal, se ven obligados a irse a sus casas a morir.
Y en caso de accidente o de estar impedido para trabajar por su edad, el motoconchista está expuesto a la situación más difícil, ya que no tendría los medios económicos para sostenerse ni para la manutención de su familia, debido a que los pocos recursos que gana en este oficio no le alcanzan para aportar lo necesario al fondo de ahorro que lo cubriría mientras esté imposibilitado de ejercer actividades productivas.
“Los motoconchistas representan un valioso sector, complemento del transporte, colectores de usuarios que van a las rutas recolectoras donde los ciudadanos abordan los carros. En los últimos años, el motoconcho se ha convertido en una fuente de empleos más importante del país, de acuerdo a datos estadísticos”, afirma CONAMOTO, a cuya directiva juramentó recientemente el presidente de la Central Nacional del Transporte (CONATRA, Antonio Marte.
Trabajan día y noche, arriesgando sus vidas en zonas peligrosas, desprotegidos; en campos remotos, para facilitarle a la población trasladarse en las áreas urbanas, interurbanas y en zonas rurales.
Pese al duro trabajo que ejercen, el Gobierno y la sociedad no reconocen ni protege al motoconcho y al igual que su familia no gozan de ningún tipo de seguridad, como es la tarjeta de Solidaridad. Estos conductores de motores residen en su mayoría, en barrios marginados, carentes de los servicios básicos que requiere una familia, como energía eléctrica y agua potable constante, servicios sanitarios, escuelas y hospitales. Lo peor es que “habitan en lugares sin calles y en poblados con caminos polvorientos”.
(NOTA ENVIADA POR CRISTINA QUEZADA)
Pese al duro trabajo que ejercen, el Gobierno y la sociedad no reconocen ni protege al motoconcho y al igual que su familia no gozan de ningún tipo de seguridad, como es la tarjeta de Solidaridad. Estos conductores de motores residen en su mayoría, en barrios marginados, carentes de los servicios básicos que requiere una familia, como energía eléctrica y agua potable constante, servicios sanitarios, escuelas y hospitales. Lo peor es que “habitan en lugares sin calles y en poblados con caminos polvorientos”.
(NOTA ENVIADA POR CRISTINA QUEZADA)