Apresamiento del coronel Caonabo Fernández en la fortaleza de Neiba 1965…
Pasados por los cielos de la fortaleza de Neiba como amedrentadores de las tropas, los dos avioncitos, que hicieron dos envestidas en picadas, sin disparar, más que el tiro que le tiró, de nervios, el guardia raso de Duvergé, Wilian Rocha, enviados desde Barahona por el mayor Marmolejo fuerza Aérea Dominicana, el 28 de abril del 1965, se empezó a respirar en los militares un cambio total de actitud frente a la revolución constitucionalista, en el argot de ellos, se estaban virando.
El entonces segundo teniente del ejército y dentista del mismo y hoy teniente coronel retirado, Néstor Matos Rocha, intercedió frente al coronel Caonabo y el militar Wilian Rocha, ya que por el tiro que le tiró a una de las avionetas, el coronel ordenó su arresto, en una actitud iracunda, Matos Rocha le pidió ser flexible con él ya que era muy joven y el disparo fue que los Nervios lo traicionaron, le dijo que era su primo hermano y que deseaba que le de un chance, se lo dio, advirtiéndole que lo hacía por el doctor, todo esto, frente a una formación militar que ordenó.
cto seguido al paso de las avionetas y la formación militar, el rumor entre los militares empezó a crecer, (el cuchicheo, como se diría ahora), en evidente cambio de actitud y total desacuerdo con el coronel y la revolución, el simulacro de bombardeo de Marmolejo empezó a darle sus frutos, fue una verdadera guerra psicológica.
A las siete de la noche de el 28 de abril 1965, el coronel Fernández le informa a Matos Rocha, ¡yo me voy a cenar donde el doctor!, el doctor, era el teniente González, manténganse alerta y se fue, ya Matos Rocha empezaba a ver a los oficiales en forma sospechosa y al salir al patio lo interceptó un puñado de mas de 30 militares, el cual reacciona de inmediato reclamándoles que sucede, para salir de ellos, un sargento como vocero y le dice, ¡teniente, no es con usted este asunto!, es con el coronel, nosotros queremos que usted, ya que habla mucho con él, le diga que nosotros no nos vamos a dejar matar por esos comunistas, todo esto, que esa revolución es comunista, le decían.
El teniente, selecciona a uno de los guardias del grupo, y le instruye a que le lleve él, el mensaje del grupo a coronel en casa del teniente González en la calle Duarte de Neiba, el coronel regresó a la fortaleza incómodo y preguntando que cual es la emergencia, que no hay ninguna emergencia y se retiró a su dormitorio.
Al siguiente día, 29 de abril, cuando Matos Rocha sale del dispensario médico y va pasando por la casa de guardias lo llama el raso Manuel (Manuel Rafí) de Neiba y le dice, Nestorcito, ¡aquí hay problema!, vete de la compañía, que va a haber problemas. El teniente Matos Rocha procedió a tratar de advertir al coronel Caonabo Fernández de la situación que se perfilaba y proponerle la idea de que él, el coronel y el teniente Gonzalo Canahuate, que eran los únicos que estaban con la revolución tomen un vehículo y se vayan a la capital a integrarse a la revolución.
Al presentarse el teniente Rocha frente al coronel, le informa de la situación planteada, no lo dejó proseguir, diciéndole con tono enérgico, ¡usted tiene miedo!, el teniente trata de decirle que no e intenta decirle la idea, a lo que le responde de nuevo, ¡usted tiene miedo!, ¡no coronel!, usted tiene miedo, repórtese a su compañía, el teniente no pudo más que acatar la orden, entregar las pertenencias y marcharse a la casa de doña Maína, Madre de su esposa, en lo que se preparaba para reportarse ( a la fortaleza de Jimaní), a donde al reportarse, encontró su cancelación del ejercito nacional.
A su regreso a Neiba ya cancelado, el exteniente Néstor Matos Rocha, al momento de escaparse de la casa de su madre, doña María Rocha, de un allanamiento en su busca, oyó la descarga completa de una pistola 45 en la fortaleza Cambronal de Neiba, para luego enterarse de lo que sucedió, todo esto, el 29 de abril 1965, y el allanamiento y disparos, a la una de la tarde, la compañía acorraló al coronel Caonabo Fernández, exigiéndole que entregue la pistola.
El coronel, en actitud de mucho valor se resistió y en rechazo a la detención, disparó hacia arriba una y otra vez la pistola hasta agotar la carga, los siete tiros, ahí se le abalanzaron, lo desarmaron, lo amarraron y lo enviaron hacia la intendencia, en la calle Pedro Livio Cedeño de la capital, bajo la responsabilidad del primer teniente Piñeiro, ejército nacional.
Nos cuenta Matos Rocha, que supo luego que el valeroso coronel Caonabo Fernández no dejó en todo el camino a Santo Domingo de llamarles traidores a los militares y el teniente que lo llevaban y de decirles, ¡cobardes, mátenme aquí mismo!...
Por José Antonio Matos Peña