SONIA SILVESTRE Y YO
OpinionLa conocí justamente cuando iniciaba su canto, yo era un niño inquieto, atrevido, que jugaba a la revolución y su canto encajaba con mis sueños libertarios infantiles.
Nos juntó y nos unió aquel afiche, que parecía un poster del más popular de nuestros artistas, mimado por los estudiantes, los profesores, obreros, campesinos y el pueblo, con la imagen de la figura fresca de fragua, luego de fragua UER, finalmente de la UNER, , mi guía de la época y amigo-hermano de siempre: Roberto Santana.
Desde entonces aprendí a escucharla y a quererla, tal vez era su segundo guachimán, aunque no inspirara ese canto; pero la seguía al igual que seguía su estado de salud hasta el último día de su vida corporal terrenal.
Nuestro último encuentro fue el sábado 5 de marzo, en la Biblioteca Nacional, allí nos cantó por Chávez en el Primer aniversario de su partida física y por la libertad de los 5.
Le acompañó en la guitarra Manuel Jiménez, compañero de causa y cantaron como ángeles, al lado de un tenor y el vuelo de las alas de la danza uasdiana, institución que siempre nos ha unido.
Que cosas tiene la vida, creo que ese fue su último canto en vida, muestra rectilínea de su comportamiento y elección.
La última foto que le tomé despidiéndose del escenario me atormentó, la pensé y la coloqué muy dentro de mí, temeroso de que se nos fuera y se nos ha ido un mes después.
Me deja muy triste, lo siento en el alma, nunca te olvidaré Sonia, pondré tus canciones en el mejor de los ambientes, a lo mejor en mi auto, sin más pasajeros que Sonia Silvestre y yo.
PRAEDE OLIVERO FELIZ