DOMINGO ESPECIAL: Breve historia del Cine Bahoruco
El Teatro Bahoruco es otro de los íconos monumentales del glorioso pasado barahonero. Su propietario-Don Ángel Augusto Suero-sólido intelectual, escritor, hombre público y exitoso empresario, concibió en la segunda mitad de la década de los cuarenta, construir en la periferia de la ciudad, un salón de cine con el firme propósito de elevar el nivel cultural de los moradores de las barriadas más empobrecidas de la localidad.
Don Negro Suero-como lo conocimos sus compueblanos-cuando le preguntaban las razones que lo impulsaron a construir un cine cerca del barrio Villa Estela y otros cercanos de similar categoría, decía con firmeza: “la cultura tiene que ir donde no hay, no se puede esperar que el que no la tenga, vaya a buscarla”.
Don Negro Suero-como lo conocimos sus compueblanos-cuando le preguntaban las razones que lo impulsaron a construir un cine cerca del barrio Villa Estela y otros cercanos de similar categoría, decía con firmeza: “la cultura tiene que ir donde no hay, no se puede esperar que el que no la tenga, vaya a buscarla”.
Inicios
Estimulado por esta idea, Don Negro inicia el proyecto, para lo cual contó con el decidido respaldo solidario de sus hermanos, familiares y amigos muy cercanos. Para esos años, había concluido la Segunda Guerra Mundial y la gente quería dejar en el pasado los horrores de esa gran tragedia. Por esta razón, los habitantes de Villa Estela y caseríos circundantes, acogieron con entusiasmo la feliz iniciativa. Es bueno precisar que muchas personas de la ciudad de Barahona, también se sumaron a la emoción reinante con la ampliación de la oferta recreativa.
Cuando concluyeron las labores de construcción, Don Negro solicitó al Ayuntamiento de Barahona que le fuera suministrada la banda de música municipal, lo cual fue conocido y aprobado por su Sala Capitular.
El amplio local con paredes de cemento, techado de zinc y un cielo raso, fue construido por el Ingeniero Alfredo Artsen y supervisado estrechamente por el Sr Alfredo Patnella Nielsen, experto constructor de obras. El Sr Guita Romero los recuerda trabajando, auxiliados por un calificado carpintero que llamaban Pen. La estructura-bastante funcional-era de un solo piso y disponía de ventanas que facilitaban la entrada de aire fresco, que era distribuido por numerosos abanicos. La sala contaba con 500 butacas marca PULLMAN, color marrón, bien acolchadas.
Al ingresar al lugar donde se vendían las taquillas, el público se encontraba con el área del Lobby donde estaban colocadas vistosas imágenes de Shirley Temple, Grace Kelly, Lana Turner, Tyrone Power, Alan Ladd, Rock Hudson y Morino Jara, este último argentino.
El telón estaba en el centro de la pared frontal del salón. Una bambalina (especie de cortina) adornaba los extremos del telón. Al Don Negro concebir la obra como un Cine-Teatro, hizo construir una plataforma o escenario de unos 30 piés de profundidad, por unos 40 piés de largo. En la parte trasera del telón había camerinos para los artistas vestirse y maquillarse. Una especie de fosa alojaría los músicos que animarían las obras, para lo cual se contempló un
diseño que mejoraba la acústica.
Todo este escenario y sus áreas conexas, quedaron ocultas cuando se colocó un telón de mayor tamaño para proyectar películas en Cinemascope. Dentro del cine había una especie de Palco separado por un cuadro de madera de caoba, el cual estaba destinado a funcionarios y personas de importancia. Una hermosa cortina color rojo púrpura, engalanaba la entrada al salón principal.
En una cabina a cierta altura, dos equipos marca CENTURY proyectaban las películas. Ambos fueron instalados por un norteamericano experto en estas labores, el cual fue a Barahona desde la capital. El primer operador de los proyectores, fue el reputado técnico electrónico barahonero, Rafael Trinidad, quien por cierto tiempo desempeñó esta labor. Luego dejó en este cargo un asistente, el cual previamente había entrenado. Las películas eran alquiladas a empresas como PELIMEX y otras representantes de empresas productoras.
Contiguo al edificio del cine había un local de una cafetería donde se vendían mentas, otras golosinas y refrescos. A este lugar se accedía desde dentro, pero había también dos puertas que estaban abiertas al público en general. Con esto Don Negro decía que no había que comprar una taquilla para poder adquirir lo que allí se vendía.
Cuando el Bahoruco abrió sus puertas el 21 de Enero de 1948, en Barahona cundió la alegría, pues a pesar de que ya existían dos excelentes cines (Unión y Ercilia), la novedad y la diversificación de la oferta cinematográfica, de seguro impulsaría una competitividad, de la cual el público se beneficiaría. Ese día memorable, se presentaron tres películas:
1-TODO UN HOMBRE
2-CASA DE MUÑECAS
3-EL ÁNGEL DESNUDO
A petición del público barahonero, esa “tripleta” debió ser presentada por varios días. Las funciones fueron a casa llena.
Guita Romero, Manuel González, Papito Careta, Ángel Luis Patnella y mi hermano Bonaparte Gautreaux, me comunicaron que desde sus inicios el cine Bahoruco se distinguió por ofertar películas de gran calidad, atrayendo núcleos relevantes de la sociedad, así como gran cantidad de jóvenes con inquietudes intelectuales. Las comedias musicales, las películas de tango, canciones mexicanas y españolas, eran del agrado del público. A pesar de ciertos comentarios, el comportamiento de la gente humilde era ejemplar, especialmente en los primeros años de apertura.
Debido a que Don Negro Suero era un destacado hombre público y persona ampliamente conocida en muchos círculos de la ciudad, mucha gente acudía a las funciones. En efecto, según nos han informado acudían con regularidad al Bahoruco en los primeros años de la década del cincuenta, Don Cutín Lembert, Jabib Asmar, Manén Castillo, Abraham Risk, María Yapur, Salomón Melgen, Yude Lama, Cerame y Tinito Cury. Wanda Suero Méndez-hija de Don Negro-recuerda que Don Chichí Periche, tronco de la familia PERICHE VIDAL, era un asiduo asistente al Bahoruco.
Miriam Peláez, que residía en la calle Duvergé esquina Nuestra Señora del Rosario, acudía con regularidad a este cine, acompañada de su prima Nidia Peláez, Aidée Cavallo, María Esther y Thelma Bujosa, Violeta y Selene Suero. Con claridad ella recuerda las películas musicales y románticas. Por su parte, María Esther Zafra, destaca que su padre Marino Zafra acudía varias veces por semana a las funciones del Bahoruco, pues era un decidido aficionado de los musicales, de las películas de Errol Flynn y del género de aventuras.
Las películas de Carlos Gardel, María Montéz y destacados artistas mexicanos, eran de gran
aprecio del público, así como las españolas, norteamericanas, argentinas, así como algunas brasileñas y europeas que aparecían ocasionalmente. Una parte de juventud culta barahonera encontró en el cine Bahoruco, un lugar adecuado.
Wanda, Angel (Añe) y Waldo-hijos de Don Negro Suero-trabajaron en la venta de taquilla y el área administrativa. También trabajó como taquillera Fefín Ramírez, hija de Pey Ramírez. Wilita me expresó que por 11 años administró el Bahoruco. Recuerda que en algunas ocasiones Don Negro alquilaba expresamente algunas películas norteamericanas, a solicitud del personal estadounidense del ingenio Barahona.
Los carteles o letreros para anunciar las películas eran pintados por EL SUPER, su hermano Papito Careta y el Negrito Alix. Había unos carajitos que auxiliaban los dibujantes pegando con almidón papel en blanco, a cambio de entrar gratis al cine. Un carretillero colocaba los carteles en esquinas de mucho tránsito.
Los días de aniversario del cine, Don Negro organizaba veladas con animación musical y rifas. En esta fecha frecuentemente la entrada era gratis. Esta era con la idea de atraer público, utilizando las películas como vehículo de transmisión cultural, para ampliar la visión de los espectadores. En una ocasión-recuerda Raymond Vólquez-Don Negro rifó veinte pesos, que era una suma cuantiosa.
Frente al cine se colocaban numerosos chiriperos que vendían mentas, maní, gofio, helados, maíz tostado y sancochado. De ellos eran populares Geña Peña y Luis La Piña, también conocido como Luis el Ciego.
Es bueno resaltar que la ubicación del cine en un extremo de la Barahona de 1948, conspiraba con la asistencia regular de mucho público. A esto se sumaba su cercanía a una gran barriada pobre. También enfrentaba la competencia de dos cines localizados en el centro de la ciudad a poca distancia del parque central, en torno al cual había restaurantes, bares, una cancha deportiva, hoteles y la principal arteria comercial.
Desde el punto de vista económico-financiero, la apuesta de Don Negro estaba condenada a afrontar esta realidad. Con el curso del tiempo, fueron surgiendo en Barahona otras ofertas recreativas para la juventud, que a la postre alejaron una parte del público, que en principio acudía al Bahoruco.
Con el paso de los años fueron creciendo las barriadas circundantes y anexándose áreas marginales, que sumado a un auge del pandillerismo en la zona, alejó muchos fieles a este cine. De esta forma se inicia un proceso de declive de la empresa. Es bueno consignar que a pesar de este proceso, los hijos de Don Negro se esforzaban en presentar películas de calidad aceptable, acorde con las preferencias del momento. De esta forma, en el Bahoruco se presentaban películas de guerra, de aventura, de vaqueros y posteriormente de Karate, Kun-Fú y otras disciplinas marciales.
EL BAHORUCO EVOLUCIONÓ JUNTO CON LAS PREFERENCIAS DEL PÚBLICO
Son muchos, los entonces carajitos, que recuerdan la época de la Administración de Añe (Angel, hijo de Don Negro), el cual era habilidoso en el arte de atraer público.
Rolando Quezada me informó que en el período 1967-1975 la familia Suero le prestaba el local al Club Los Buenos Amigos, el cual los domingos en la mañana presentaba funciones teatrales, poesía coreada y declamación. Leo Mercedes me dijo que en la campaña electoral de 1982, le fue facilitado gratuitamente el cine, para la celebración de un mítin de una coalición izquierdista. Así de diversificado era este lugar!
En los últimos años de la década de los años ochenta, Don Negro con el eficiente apoyo de su nieto ANGEL DOTEL SUERO, realizó una importante inversión para rehabilitar y modernizar el cine Bahoruco, lo cual atrajo mucho público. Las funciones de los primeros días de la semana tenían una asistencia regular (unas 125 personas), pero los fines de semana, especialmente los Domingos en el matinee se llenaba el cine en y la noche acudían entre 250 y 300 personas.
Con ofertas de 2x1 y tripletas también se atraían los aficionados.
Con la nueva imagen, el trabajo tesonero y el impulso de otros miembros de la familia, el cine Bahoruco se mantuvo por unos pocos años más. Sin embargo, el aumento en la venta de televisores a nivel nacional, el surgimiento de numerosas empresas televisivas con atractivas programaciones a color, el auge de compañías alquiladoras de video, la llegada del telecable y los videos juegos (que alejaron muchos niños y adolescentes del matinee), comienza el declive definitivo de la sala.
Es bueno precisar que este mismo fenómeno llevó al cierre otros cines de la ciudad de Barahona. Caso similar le ocurrió a casi todas las salas de cine de la República dominicana. En todas las provincias del país estos locales permanecen mudos, sin el bullicio de carajitos y adultos en su entorno. La mayoría de estas instalaciones están alquiladas como almacenes de mercancías, iglesias cristianas, gimnasios, etc.
La vieja idea de Don Negro Suero de llevar la cultura y abrir la mente de centenares y luego miles de habitantes de las barriadas más empobrecidas de Barahona, cumplió su cometido.
Durante más de cuatro décadas sistemáticamente el cine Bahoruco se convirtió en un verdadero correo de transmisión, que vinculó a gente de todas las edades con lo mejor del cine de esos años. En un principio, hubo una concentración de películas habladas en español (mexicanas, españolas y argentinas), que no requerían lectura. Luego paulatinamente se introdujeron con subtítulos, combinando adecuadamente los géneros.
Fueron muchos los niños y adolescentes que a través de este vehículo de comunicación y las
lecciones de las películas (la superación personal, el triunfo del bien sobre el mal, superhéroes, etc), ampliaron su visión y se esforzaron en estudiar o aprender un oficio digno. Ese fue el gran legado que nos dejó ese hombre visionario.
Hay muchas historias sobre el CINE TEATRO BAHORUCO. Ésta es sólo una de ellas!
Fuente: Recortes de prensa y entrevistas con Waldo Suero, Wanda Suero, Wilita Suero, Angel Dotel Suero, Guita Romero, Angel Luis Patnella, Papito Careta, Miriam Peláez, María Esther Zafra, Bonaparte Gautreaux, Rolando Quezada, Leo Mercedes, Domingo Zafra y José Medina.
Por: Virgilio Gautreax P.