¡Madre santísima, intercede por mí ante tu hijo, Jesús!
En el casco central de la ciudad, sobre todo en los alrededores de la basílica y a lo largo de la calle Agustín Guerrero, hasta la iglesia San Dionisio, o templo viejo como se le conoce, miles de peregrinos van de un lado a otro profesando su espiritualidad y alegría por estar presentes en las festividades del 21 de enero.
Y es que para estos fieles católicos, entre los que se destacan muchos jóvenes, esta peregrinación es la más alta advocación a la madre protectora y espiritual del pueblo dominicano.
Monseñor Nicanor Peña Rodríguez, obispo de la Diócesis, observa que es por ello que en este culto Mariano los feligreses hacen votos de veneración. (Como madre nuestra María es la piedad filia), de amor, la vida cristiana de cada ser humano). En la invocación (se invoca a María como madre misericordiosa) e imitación (toda madre y ser humano debe amar a su hijo y al prójimo).
Refiere que María, virgen de pensamiento, espíritu y libre de pecado, tuvo la más alta gracia de ser engendrada por el Espíritu Santo y dio a luz a Jesús, hijo de Dios hecho hombre, para redimir a la humanidad. Por ello, es considerada la intercesora entre las criaturas de Dios y su hijo Jesús.
Sobre este aspecto, elCaribe conversó con varias personas devotas de la Virgen María, quienes contaron cómo ella les oyó y ayudó a salir de situaciones difíciles de salud o de conflictos personales. Otros peregrinos dijeron haber viajado hasta esta ciudad para pedirle que interceda por ellos o algún amigo y familiar, o simplemente para dar gracias por haber hecho posible el milagro de haberles sanado de sus males físicos y espirituales.
Decenas de turistas veneran a la Virgen
Decenas de turistas extranjeros, sobre todo europeos y rusos, se observan en las calles de la ciudad de Higüey, a propósito de celebrarse hoy el Día de Nuestra Señora de La Altagracia. Aunque muchos no son devotos de la Virgen, de acuerdo con los guías turísticos que los acompañan, los extranjeros optaron por visitar la ciudad al informárseles de las festividades y el significado que para el pueblo dominicano tiene este día. Los turistas se quedan admirados de la majestuosidad de la Basílica y del templo de San Dionisio. Pero otros, como los franceses Racadot y Sylvie, se revelaron católicos militantes y dijeron a elCaribe que su presencia obedece al deseo de no perder la oportunidad de visitar el santuario de la Virgen. Racadot se mostró fascinado por la arquitectura del templo de San Dionisio, que tiene más de 500 años y en cuyo patio apareció la virgen a una niña al pie de un naranjo, según la leyenda. Sylvie es devota de la Virgen de Notre Dame, y dice que es su deber como católica venir a venerar a la madre de Jesús a esta ciudad, la cual siempre quiso conocer.
Testimonios
Rossy Alcántara
Rossy Alcántara tiene 21 años y vive en el sector Los Mameyes, de Villa Duarte, provincia Santo Domingo. Cuando apenas tenía 14 años y comenzaba a disfrutar su adolescencia, una bala perdida atravesó su cabeza. Los médicos la salvaron a duras pena. “Un milagro”, dice ella, por lo que junto a su familia da gracias a Dios por tenerla viva. No obstante, como secuela tiene el lado izquierdo del cuerpo muerto y está postrada en una silla de ruedas. Ha intentado seguir estudiando, pero las lesiones en su cerebro no se lo permiten porque sufre de constantes mareos. Vino a Higüey a pedirle a la Virgen que interceda por ella ante su hijo Jesús para que le devuelva la salud. “Yo confío en mi virgencita, ella es generosa y yo misma soy una muestra de su bondad”, expresa dejando escapar una sonrisa amplia que es el mejor ejemplo de optimismo y fe. A cambio, Rossy ha prometido venir al santuario todos los años, no una vez, sino cada vez que su familia pueda traerla, simplemente para decirle a la Virgen ¡Gracias por todo, madre de misericordia!
Nancy Batista
Nancy Batista es una nacional haitiana a cuya hija Pamela se le desarrolló el síndrome de hidrocefalia. La pequeña de ocho años es todo dolor y gritos con su cabeza enorme que le pesa más que el cuerpo. Desde hace tres días están en Higüey provenientes de Navarrete. Cuenta que a su pequeña la han operado en ocho ocasiones, pero de nada ha valido. Ha visitado brujos y curanderos. Por su pequeña hace lo imposible, pero la salud no le responde. Vino al santuario de la Basílica para presentarle a su hija a la Virgen. “Yo lo único que deseo es que mi hija se sane y que deje de sufrir; ella siempre está llorando y ya no sé qué más hacer por mi hija”. La desesperación de Nancy es más que evidente. Como inmigrante ha pasado todas las vicisitudes imaginables, pero tiene fe en la madre de Jesús para que ésta derrame sus bendiciones y la pequeña Pamela deje de sufrir, devolviéndole la salud. “Yo soy una mujer cristiana que cree en Dios y los ángeles y sé que mi hija se va a sanar”, dice. Se sane su hija o no, Nancy ha prometido a la Virgen visitarla cada año.
Dominga y Santo
Dominga Vólquez y Santo Compadre llegaron el domingo desde Nizao y Paya, provincia Peravia, para agradecer a la Virgen haber intercedido ante Jesús a favor suyos, aunque por separado. Dominga es dominicana y Santo es haitiano. Dominga agradece que a su hijo, que vive en Miami, Estados Unidos, le vaya bien como inmigrante, y se muestra más que contenta porque así es. “Una debe aprender a dar gracias y no olvidarse que cuando se necesitaba se pidió y se le concedió”, expresa.
Mientras que Santo agradece que la Virgen lo sanó de lo que define algo raro que le salió en los pulmones y dice que también “unos hoyos me salían en la cabeza”, por lo que los médicos dijeron que no se salvaría. “Míreme, estoy aquí, sano”, dijo al momento en que se levantaba de orar frente a decenas de velones encendidos en honor a la madre de Jesús. “Mientras esté en Higüey no usaré zapatos”, refiere Santo, quien además prometió a la Virgen hacer siempre, en su comunidad, una gran fiesta a su nombre. Y asegura que todos los años cumple esa promesa.
María de la Cruz
Doña María de la Cruz vino a Higüey desde la ciudad de Nueva York. Cuenta que ha sido una mujer de buena salud y su alegría le rebosa por los poros. Viajó a esta ciudad para darle las gracias a la Virgen porque hace unos años, un día como hoy, vino a pedirle un favor muy simple a la madre espiritual de los dominicanos: que su hijo Luciano Cruz, hoy de 43 años, abandonara el vicio de las drogas. “Mi hijo ha dejado el vicio; es un hombre renovado y eso me hace una mujer muy feliz y agradecida de la Virgen que está ahí. ¡Gracias, madre por darme tanto! También doña María quiere otro favor, y es que su sobrino Joel Rodríguez, de 22 años, salga libre de un juicio al que será sometido en la República de Argentina.
Rosa Silverio
La periodista Rosa Silverio vino a Higüey desde Santo Domingo a dar gracias a la Virgen de La Altagracia por toda la dicha con la que ha colmado su vida. Reconoce que ha tenido serios problemas de salud, pero que cuando todo ha parecido no tener reversa se los ha puesto en las manos a la Virgen, y lo ha superado.
“Vengo una vez al año a visitar a la Virgen de La Altagracia, pues tengo por norma poner en sus manos y en sus oraciones todos mis deseos, y créeme que ella me ha cumplido. La Virgen no abandona a sus hijos, y sobre todo si lo que uno pide lo hace con fe y por medio de las oraciones”, expresa la mujer con voz convencida de que en todo cuanto ocurre con su vida intercede la Virgen.
Julián Báez
Julián Báez y Niove Martínez son los padres de Yulianny, Kevin y Enrique. Acompañados de Xenia, hermana de Niove, vinieron desde Las Praderas, en la capital, para dar gracias a la Virgen por tenerlos siempre presentes. Julián cuenta que proviene de una familia de fe, y que los días 20 de cada mes viene a Higüey junto a su esposa, y en la medida de lo posible acompañado de toda la familia. Es una tradición que ya lleva más de 20 años. Dice que la Virgen ha llevado a su familia unidad y salud, y que ante todo los ha colmado de bendiciones. “Fíjate, hace un tiempo yo tenía un gran problema económico que pensé que no saldría de esa, y puse a la venta un inmueble y le pedí a la Virgen que se vendiera rápido, y así fue”, expresó.