Desorden en calles y aceras convierten Santiago en ciudad pocilga‏


EN SANTIAGO:   El desorden que impera en calles y avenidas de esta ciudad cada día se torna más notorio, hasta el extremo de que la generalizada creencia de que se trata de una zona de nadie se ha extendido hasta las proximidades de los tres principales centros de salud públicos de aquí. En los alrededores de los hospitales regionales universitarios “José María Cabral y Báez” y “Arturo Grullón”, así como para asegurados “Presidente Estrella Ureña”, predominan las ventas de ropas, calzados, comidas rápidas, aparatos electrodomésticos y hasta talleres para la reparación de vehículos.


No importa que con esos improvisados negocios sus propietarios, además de poner una nota discordante en el área, obstaculicen lo que debiera ser el desplazamiento normal de vehículos y peatones. Como en otros lugares de esta ciudad donde se ponen a operar esos negocios de ofertas de mercancías y productos comestibles, en las aceras de esos hospitales son haitianos quienes se encargan de protagonizar el desorden vial.

La práctica de tomar las áreas aledañas a los tres principales hospitales públicos santiagueros como “centros de operaciones” comenzó hace algunos meses. Pero, como consecuencia de la apatía de las autoridades en hacer desaparecer la arrabalización de esos entornos, cada día que pasa se suman más “negocios” de esas naturalezas, con lo que se contribuye al desorden estético y los consiguientes inconvenientes para transitar por allí.

La abulia de las autoridades correspondientes en su responsabilidad de devolver a esta ciudad el otrora honor de ser la más organizada y limpia del país, es una gran contribución al caos que matiza el diario vivir en la principal ciudad de todo el Cibao. Esta desidia institucional se torna ostensible en el área de Gurabito, la segunda en importancia de aquí, donde desde hace años funciona un heterogéneo sistema comercial, donde predominan las ofertas de electrodomésticos y muebles para el hogar.

En sus inicios, que data de casi 75 años, los negocios establecidos en la avenida Imbert funcionaban apegados a la ley, sin que los artículos que ofertan fueran instalados en las zonas reservadas para peatones y vehículos. Sin embargo, desde hace años las cosas comenzaron a cambiar, hasta el extremo de que ahora se torna difícil el desplazamiento normal de las personas que, a pie o a bordo de vehículos, se ven en la necesidad de pasar por allí.

La zona comercial de Gurabito es frecuentada mayormente por las personas que viven en la parte baja de esta ciudad y por aquellas que vienen desde diferentes pueblos de la Línea Noroeste a comprar electrodomésticos y otros artículos para el hogar. Y es que allí confluyen decenas de tiendas que ofertan los más variados artículos de bienes y servicios, a pesar de la poca distancia que cubre la longitud de la zona comercial de Gurabito.

Las ofertas colocadas en las aceras y el área para la circulación de vehículos abarcan neveras, estufas, cilindros de gas, bicicletas, abanicos de todas las modalidades, muebles, juegos de comedor, andadores para niños, mochilas, zapatos, tenis, chancletas y juegos de aposento. Por igual, ya es común observar establecimientos comerciales donde se ofertan neumáticos para vehículos, cuyos propietarios han decidido no solo ofertar sus productos colocándolos en las aceras, sino que ya los ubican en las zonas por donde estos deben circular.

No les importa cuán transitada sea la avenida y, a juzgar por el desdén con que observan a vehículos y peatones ingeniárselas para pasar por los lugares obstruidos, les importa un bledo la suerte que los contribuyentes puedan correr.

Un ilustrativo ejemplo de esa realidad se puede observar en la avenida 27 de Febrero, entre la Imbert y J. Armando Bermúdez, en el barrio Pueblo Nuevo, donde los neumáticos en venta y los vehículos que se ubican en la acera prácticamente imposibilitan que los peatones ejerzan el derecho de caminar con facilidad. / El Nacional/.
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