Anecdotas de un eiliado IV Y V (FINAL)
Dejando atrás recuerdos buenos, malos y un pasado oscuro don José llega al pueblito de Lawrence, en el estado de Massachusetts. La vida allí le sorprende pues Lawrence para el año de 1993 era una comunidad relativamente pequeña y armoniosa, con todo lo de una ciudad grande, pero en menor escala. Como prueba de ello, era la facilidad con la que se encontraba desde un periódico dominicano hasta un carrito (un plátano con cuatro ruedas de salchichón) en las mañanas.
José, ya a los tres meses había hecho amistades por doquier, claro está que su vida pasada la mantenía en silencio, como la mujer de ex-vida alegre en un matrimonio resiente e inocente. Tuvo la suerte de que con el poco dinero que llego pudo conseguir un apartamentico en 300 pesos al mes y sin deposito.
Lo que más le sorprendió fue la facilidad con la cual adquirió el apartamento, pues en ny lo había intentado, pero allí todo el mundo relacionado con el intento de conseguir un apartamento quiere lo suyo. El súper quiere un mes de renta para él; el amigo que te deja el apartamento realmente no te lo deja sino te lo vende como en 2 o 3 mil dólares, en fin hasta los vecinos quieren sus pesos "por derecho a compañía".
Lo que si le resulto interesante a José fue que al igual que él, muchos de los dominicanos de Lawrence llegaban allí huyendo de algo ya fuera de los malos recuerdos o como en la mayoría de los casos de la policía de la gran urbe. Todo allí compaginaba. Otra vez de uno de sus compañeros de tragos José conoció a quisquilla, una esbelta mujer ella, de tono claro de fino andar y cola para pisar.....
CAPITULO FINAL.
De regreso al patio
Las manecillas del reloj eran una verdadera tortura, cada minuto era una hora, cada hora un día y cada día una eternidad. José daba paseítos de aquí para allá de allá para acá, el que había sido de todo un poco, polizonte, jodedor, marino mercante y ahora bodeguero en uno de los barrios mas apretao' de Providence, donde atracaban de día y dormían de noche, mas sin embargo José no dejaba de sudar las manos, sentía una sed insaciable la cual no fue apagada ni con el café, las cervezas ni ron que había ingerido durante las horas que llevaba allí esperando, viendo gente de todos los tamaños, colores , culturas, preferencias sexuales y lenguajes ir y venir.
El se preguntaba "y a mí, me irán a recibir?" a pesar de todo, ya su relación con Jarule era platónica y comercial, como prueba de ello era un niño de tres años que ella había tenido en el tiempo que el tenia en el exilio económico y las frecuentes conversaciones entre Quisquella, la mujer de turno de José y ella no solo eran frecuentes, sino, que también sorprendentemente afables.
Aunque ya tenía años como residente legal de la unión americana, este no había regresado a su tierra, había cometido el error que cometen la mayoría de sus compueblanos: Yo pa' lla no voy a di a pie! Tengo que llevarle de todo a todos! "Mama, le prometo que aunque le quede mal este Diciembre el otro no le fallo, por mi madre" Señorita ya el vuelo llego? Si señor en 20 minutos empezaremos a abordar. El corazón le latía con ansiedad, era la primera vez que se subía en un avión y en su mente solo estaban grabadas las torres gemelas.
"como yo vea a cualquier indiecito con los mochos buenos en el avión y se pare para ir al baño le voy a volar arriba, mira que esos Turcos son malos, tu sabes los que es matar tanta gente en los edificios residenciales en el cual ellos "manejaron " los aviones secuestrados". José se repetía que al no lo iban a coger de *******, que el aun con sus 50 y pico de años arriba, con sus ulceras y artritis, aun no había ningún muchachito que lo tumbara, ni le ganara haciendo el amor a una hembra. Por lo menos eso creía el, pues ya en todo Providence se oía decir que quisquilla no estaba de acuerdo con él.
Ya sentado en su asiento solo unos pocos pasajeros faltaban por abordar entre estos su vecino de asiento, cuando de repente entra al avión y hombre de tez clara, barba y con un fino turbante en su cabeza, en sus manos llevaba un maletín que tenia a todos en avión "chivos", José se le queda mirando y en sus ojos se puede leer la frase "anda el diaaabloo" claramente.
El disque-indu se para frente a José, vacila y entonces mirando su ticket se convence que ese es su asiento, pone el maletín debajo de su asiento, a lo que una azafata le dice que si desea lo puede poner en compartimiento para bultos a lo que este le contesto que no pues lo iba a necesitar. > > A José le dio un malestar estomacal al oír estas palabras, era como si una bomba le estallase en el estomago, sudaba frio, sus ojos tenían la dimensión de dos pesetas.
Tenía que hacerlo pero ya antes de que fuera muy tarde, pues no quería que la bomba explotara y afectara a los demás pasajeros, miro al tipo a los ojos y clavándoselos le dijo: permiso que voy al baño. > > José camino casi corriendo hacia el baño, se tranco y después de forcejear con la maldita hebilla, descargo con tanta fuerza que muchos lo oyeron, aquello tenía un color extraño producto de la mezcla del café, la cerveza pero principalmente el miedo, el olor era repugnante. > > Cuando salió del baño camino a regaña dientes a su asiento, donde ya su vecino leía un libro de idioma extraño, con lagrimas apunto de brotar le pidió un chance al vecino y se coloco en su asiento.
Y a mitad del vuelo mientras muchos dormían y otros se recuperaban del bombazo que José había soltado en ese baño, José y su vecino "terrorista" se mantenían despiertos y mirándose el uno al otro con disimulo, era un clima tenso que se puso peor cuando el tipo se agacho y saco el vendito maletín, José apretó todos sus dedos(los de los pies incluidos) cerró sus ojos y casi se rompe los dientes al apretarlos tan fuertes, siente el clic del maletín al abrirse, los sudores y el dolor de estomago le vuelven y la respiración se le corta por momentos, cuando del maletín sale un ruido que dice:
"you got mail" José entre abre su ojo derecho y ve como su vecino chequea su correo electrónico con la computadora portátil que lleva dentro de su maletín, cuando termina se para y guarda el dichoso maletín en el compartimiento ofrecido por la azafata a principia de vuelo y vuelve y se sienta. José todavía privao' se para le pasa por el lado a su vecino que ahora duerme y se dirige al baño no sin antes percatar todas las miradas de los infelices que fueron sus víctimas la primera vez que fue al mismo. Llega y se tranca pero justamente antes de empezar oye una voz fémina que le grita: "Cagon Aéreo", esto seguido por las carcajadas de tanto todos los pasajeros como la tripulación, José se quiere morir.
CARLOS J. DIAZ GOMEZ