2014: ¿Año de la haitianización o del patriotismo?
Hay un problema en común que debe tener una solución rapida.:
Santo Domingo.- En los albores de un nuevo año, los dominicanos, por encima de las preocupaciones económicas, políticas o sociales, estamos dominados por la sensación que en el 2014 definitivamente se establecerá una nueva conducta para entendernos con los vecinos occidentales y su afán instintivo de sobrevivir en el territorio oriental de la isla.
La sentencia 168-13 de septiembre pasado, destapó una caja de Pandora que había permanecido tapada e ignorada, acostumbrados a la actitud del dejar hacer, de manera que los habitantes y gobiernos de la isla se beneficiaban del éxodo hacia oriente de miles de seres humanos, que en Haití padecerían o morirían irremediablemente por la falta de trabajo y de alimentos.
Pero esa sentencia, elaborada concienzudamente por los profesionales que se les encomendó esa ardua y delicada tarea, vino a llenar el vacío que se eludía llenar por parte de los dominicanos, y que los haitianos, con su habilidad ladina, veían con agrado de que sus nacionales indocumentados llegaran libremente a Dominicana, ante la demanda de una mano de obra requerida para la construcción y la agricultura, mientras que cientos de ellos se nutrían de la aulas universitarias para profesionalizarse y estar en condiciones de obtener trabajo en el país, o irse a Canadá o Francia a realizar cursos de post grado.
Por encima de otras designaciones, a que ya nos acostumbran los políticos para de una forma rimbombante bautizar el año como un desafío a lo que luego no se va a hacer, creo que debemos preocuparnos para desempolvar nuestros sentimientos patrióticos, ya dominados por otras tentaciones del desarrollo, de la buena vida, el dinero fácil o de querer marcharse del país, en lugar, que de una manera responsable, poner en orden la Patria para que se reciban legalmente y se acepten tantos seres humanos, despreciados en todos los lugares.
A ellos que cargados de enfermedades e ignorancias, sin ninguna identificación oficial de su propio Gobierno, se les incita a emigrar hacia la parte oriental de la isla, donde aseguran su sustento, salud y educación de sus hijos, para luego acusar a los dominicanos por parte de los políticos haitianos de racistas y pisotear los derechos de gentes que ni siquiera tienen su nombre en algún registro oficial en Haití.
A raíz de la sentencia 168-13, en el país ha recibido una apabullante avalancha de críticas y presiones, buscando que por temor se deponga su soberanía, dándole gusto y fuerza a los planes de unificación que se anidan, no solo entre los haitianos, sino entre los grupos liberales dominicanos y de las potencias como Estados Unidos, Francia, Canadá y Venezuela.
Para esos países consideran a Haití como su prenda más mimada, dispuestos a defenderla, guiarla e impedir que los “imperialistas” dominicanos continúen abusando de ellos y quererlos obligar a que se aparten de sus derechos soberanos y obligaciones, para que ilegales de occidente campeen por sus fueros, arrasando con la foresta, como ya lo hicieron en su devastado país, apoderándose de empleos, salud y educación que le corresponde a los dominicanos, que heredan de ellos sus epidemias ancestrales derivadas de sus malos vicios e inexistentes formas de salud y educación familiar.
Este año que se inicia podría ser clave para asegurar el futuro del país como una nación organizada, debidamente soberana y resistiendo, si nuestras autoridades asumen su rol de defender con responsabilidad y madurez nuestros derechos, a regular la presencia de extranjeros ilegales en el país, cosa que ellos no se acogen.
Los funcionarios haitianos, con sus denuncias en contra del país a todos los niveles internacionales, logran muchas veces amedrentar al Gobierno dominicano y su débil servicio diplomático, para plegarse a sus amenazas, cediendo por supuestas razones humanitarias, a que continúe el desorden en la inexistente frontera que cada año es más porosa. La frontera es fuente de todo tipo de enriquecimiento ilícito en base al contrabando de mercancías, drogas y seres humanos.
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