POSIBLE PÀCTO MITUR-BARAHONA
Por Luis Eduardo Diaz Franjul
Según se ha publicado, el Ministerio de Turismo (Mitur) piensa invertir RD$34.0 millones en la rehabilitación de la playa
Según se ha publicado, el Ministerio de Turismo (Mitur) piensa invertir RD$34.0 millones en la rehabilitación de la playa
El Quemaito, en El Arroyo, Barahona, a la altura del kilómetro 12 de la carretera de la costa Barahona-Pedernales. Sugiero se haga lo mismo con playa Saladillas, ubicada a unos 3 kilómetros de Barahona, por ser esta la playa que por su fama y encantos una vez fue el esplendor y emblema de la provincia.
En los años 50s los barahoneros no conocímos las playas El Quemaito, San Rafael y Los Patos, las más frecuentadas en la actualidad.
En los años 50s los barahoneros no conocímos las playas El Quemaito, San Rafael y Los Patos, las más frecuentadas en la actualidad.
La sociedad de la época solo visitaba un paraíso de abundantes cocoteros conocido como Playa Saladillas, de arena blanca, con su famosa "Posita". Para llegar a este tesoro escondido, pero resplandeciente como la luz del sol, había que traspasar un banco de coral que trillaba el camino hasta la piedra chata-coralina que servía de barrera horizontal, desde donde nos lanzábamos a disfrutar los inmensos placeres del mar Caribe de forma privilegiada, gracias a la Posita. Más allá de la Posita, como queriendo alcanzar la lejanía del horizonte sureño, el mar disminuía en profundidad, lo que nos daba la oportunidad de parecer caminar sobre las aguas, alejándonos cada vez más de la orilla hasta llegar a la barrera de grandes corales que separa las quietas aguas de playa Saladillas de las profundidades del mar Caribe.
Mi último baño en Playa Saladillas y La Posita fue en diciembre de 1981, hace ya 32 años. Fue un día cualquiera, lluvioso, y me sentí abandonado en una isla desierta a falta de un alma en los alrededores. No era la misma playa de antaño ya que los huracanes habían destruido los cocoteros y los dos locales de expendio de bebidas que administró el eficiente Rafuche, con pistas de baile y velloneras, que con el sonido de las olas y la brisa del mar disfrutamos los merengues de Joseíto Mateo con la San José, Napoleón Zayas, Chapuseaux y Damirón y los románticos boleros de Lucho Gatica y Vicentico Valdés, tanto en el día como en las románticas noches de luna.
Playa Saladillas, en sus tiempos de explendor en los 50s, los vehículos se confundían con la abundancia de cocoteros, cada fin de semana. La orilla o franja marítima era un asfalto de arena blanca para el esparcimiento, práctica de deportes y el figureo o "pasarela", donde los pretendientes se estudiaban e intercambiaban miradas de ingeniudad, pues el bikini era "tabú" o lo prohibido, como lo era el "tapú" en las Islas Marquesas y La Polinesia del inmenso mar Pacífico. Podría decirse que Playa Saladillas era el pulmón que servía de respiro a la sociedad de Barahona a mediados de los años 50s, al igual que el Teatro Ercilia, Restaurant Jaime, Flamingo Bar, Hotel Guarocuya, Casino del Sur y el Parque Central. De todo eso solo queda el emblemático Hotel Guarocuya porque el Parque Central hoy día es un arrabal de espanto.
Mientras me bañaba en Playa Saladillas en 1981, al llegar a la piedra chata-coralina donde se ubica "La Posita", una algo-pequeño pez "barracuda" cruzó mi camino en dirección contraria, hacia la orilla. En ese momento me di cuenta que el agua que cubría la piedra coralina ya no estaba a la altura de los tobillos, como era antes, sino muy por encima de las rodillas, lo que facilitó la entrada del inofensivo pez hacia el lado opuesto. Con o sin la compañía de la “barracuda” disfruté ese día "La Posita" como nunca, casi hasta el anochecer, rodeado de buenos recuerdos.
Por eso estoy de acuerdo con el rescate de playa El Quemaito, y luego Saladillas, porque son playas que todavía no están arrabalizadas, contrario a San Rafael y Los Patos (que por cierto son playas peligrosas), donde las autoridades no saben qué hacer con los puestos de bebida y comida y todo tipo de mala práctica, algo totalmente distinto a los locales que administró Rafuche en Playa Saladillas, que se sobresalieron por la higiene, buen comportamiento y servicio.
Hoy día San Rafael y los Patos son playas donde predomina el "caciquismo" de negocios de "padres de familias" que se han instalado en esas zonas desde A.C. (Antes de Cristo, según ellos), algo que hay que evitar en las restantes playas de Barahona para erradicar el desorden y arrabalización, de lo contrario la inversión que se haga en El Quemaito no tendría sentido y daría mucho que hablar. No se trata de solo gastar por gastar para lavar la cara a la playa sino gastar en planificación, vigilancia y servicios para que las playas, al igual que Saladillas en sus tiempos, sean el emblema que distinga Barahona con los demás recursos naturales.
Hay que proteger y vigilar las inversiones millonarias que se hagan en El Quemaito, Saladillas y otras playas vírgenes aptas para el turismo receptivo ubicadas en el tramo costero Barahona-Bahoruco/La Ciénaga. Puedo creer que el rescate de playa El Quemaito de parte del Mitur podría ser una señal de planificación turística con la mejor intención de promover la zona. Puede que sí, puede que no. Hay que tener en cuenta que las inversiones del sector privado para desarollar el turismo receptivo y de cruceros en Barahona solo se materializan cuando las playas están en buenas condiciones y sin ningún tipo de conflicto en sus alrededores. Quizás sea este el momento de hacer bien las cosas porque a decir verdad, hasta donde tengo entendido Mitur ha sido un libro abierto en teoría y pronunciamientos aislados pero cerrado en la práctica que requiere la planificación que ate los cabos sueltos del turismo de Barahona.
El mejor aporte que Mitur puede hacer por el turismo de la zona, por el momento, es dar los toques finales al Bulevar y Parque Litoral María Montes, por un lado, y luego tomar control de las playas ubicadas entre Barahona-Bahoruco/La Ciénaga, como hemos explicado. Tal y como le sugerí el pasado año al Ministro de Turismo, Lic. Francisco Javier García, en mi calidad de presidente de la Bolsa Ecoturística Hispaniola (Behsa), es un imperativo la representatividad barahonera dentro de los mecanismos de la Ley 158-01 y los decretos relacionados con la asignación de fondos para la realización de obras de infraestructura.
El mecanismo está ahí, no me lo he inventado, solo hay que ponerlo en funcionamiento como dicta el decreto. Solo hay que accionarlo. Es una forma de evitar que los barahoneros den la espalda al mar, como en este caso por ejemplo, lo que ha sido una realidad de años, pero esta vez dentro de un mecanismo que de manera permanente vele por la salud de las playas y el turismo en general para condicionar el despegue del turismo receptivo y de cruceros. El éxito del turismo en Barahona depende en gran medida de la colaboración Mitur-barahoneros.
Según estudios del propio Mitur (Decreto 226-87), se planificó la construcción de 12,861 habitaciones hoteleras en el tramo Barahona-Bahoruco/La Ciénaga. Si hasta la fecha no se le ha dado seguimiento al plan es por la mala condición de las playas y otras medidas relacionadas con el entorno que hay que aplicar para atraer la inversión hotelera, lo que hemos explicado en reiteradas ocasiones. Cuando se tiene conciencia del valor de las cosas es mucho lo que se puede esperar y lograr siempre y cuando se trabaje dentro de un esquema que de manera desinteresa, pero participativa, comprometa la responsabilidad moral de los barahoneros frente al Mitur, y viceversa. Para lograr eso no es necesario pertenecer a un partido político sino una gran dosis de buena voluntad entre el sector público y el sector privado o representativo de la provincia.
De lo contrario basta mirarse en el espejo de Asonahores (que figura en la Ley 158-01 y los decretos)...gobiernos van y gobiernos vienen y siempre fortaleciendo el turismo en República Dominicana. Pero Asonahores no está en Barahona. Son los propios barahoneros que deben crear "su propia Asonahores" (fuerte presencia hotelera, entre otros/as), para que las cosas marchen bien. Sería un intento fallido todo lo contrario, algo que el Mitur tiene que tener en cuenta y asimilar, aunque sea a "raja tablas", si realmente este ministerio quiere que las cosas funcionen a la perfección con la participación del conglomerado.
Decimos esto no por puro capricho o solo por querer decirlo. Hay que saber trillar el camino del trabajo en común (Mitur-barahoneros/Ley 158-01/Decretos) para superar el fantasma del individualismo institucional y regional que se revela en cada período de gobierno, donde todo el mundo quiere tener la razón, donde lo anterior de nada vale y lo que predomina es la opinión del momento o el cargo. Digo esto porque como barahonero reconozco el carácter individualista y disociativo que por razones históricas y culturales ha estigmatizado nuestra sociedad durante años. Por eso es que se dice que los barahoneros “ni ellos mismos se entienden”.
Por todo esto el Mitur debe buscar un punto en común para trabajar con los barahoneros de bien, aquellos que no andan buscando protagonismo ni prebendas y que solo desean lo mejor para la zona. Si no hay un "link", una unión con el sector representativo o turístico de la provincia, cada vez mas se alejará el turismo de lo que en su tiempo de esplendor se conoció como "La Perla del Sur". Hoy día tanto la ciudad como las playas de Barahona están arrabalizas, donde la planificación solo existe en el papel y donde las nuevas ideas se las lleva el viento. Eso puede cambiar si Mitur así lo desea.
Mi último baño en Playa Saladillas y La Posita fue en diciembre de 1981, hace ya 32 años. Fue un día cualquiera, lluvioso, y me sentí abandonado en una isla desierta a falta de un alma en los alrededores. No era la misma playa de antaño ya que los huracanes habían destruido los cocoteros y los dos locales de expendio de bebidas que administró el eficiente Rafuche, con pistas de baile y velloneras, que con el sonido de las olas y la brisa del mar disfrutamos los merengues de Joseíto Mateo con la San José, Napoleón Zayas, Chapuseaux y Damirón y los románticos boleros de Lucho Gatica y Vicentico Valdés, tanto en el día como en las románticas noches de luna.
Playa Saladillas, en sus tiempos de explendor en los 50s, los vehículos se confundían con la abundancia de cocoteros, cada fin de semana. La orilla o franja marítima era un asfalto de arena blanca para el esparcimiento, práctica de deportes y el figureo o "pasarela", donde los pretendientes se estudiaban e intercambiaban miradas de ingeniudad, pues el bikini era "tabú" o lo prohibido, como lo era el "tapú" en las Islas Marquesas y La Polinesia del inmenso mar Pacífico. Podría decirse que Playa Saladillas era el pulmón que servía de respiro a la sociedad de Barahona a mediados de los años 50s, al igual que el Teatro Ercilia, Restaurant Jaime, Flamingo Bar, Hotel Guarocuya, Casino del Sur y el Parque Central. De todo eso solo queda el emblemático Hotel Guarocuya porque el Parque Central hoy día es un arrabal de espanto.
Mientras me bañaba en Playa Saladillas en 1981, al llegar a la piedra chata-coralina donde se ubica "La Posita", una algo-pequeño pez "barracuda" cruzó mi camino en dirección contraria, hacia la orilla. En ese momento me di cuenta que el agua que cubría la piedra coralina ya no estaba a la altura de los tobillos, como era antes, sino muy por encima de las rodillas, lo que facilitó la entrada del inofensivo pez hacia el lado opuesto. Con o sin la compañía de la “barracuda” disfruté ese día "La Posita" como nunca, casi hasta el anochecer, rodeado de buenos recuerdos.
Por eso estoy de acuerdo con el rescate de playa El Quemaito, y luego Saladillas, porque son playas que todavía no están arrabalizadas, contrario a San Rafael y Los Patos (que por cierto son playas peligrosas), donde las autoridades no saben qué hacer con los puestos de bebida y comida y todo tipo de mala práctica, algo totalmente distinto a los locales que administró Rafuche en Playa Saladillas, que se sobresalieron por la higiene, buen comportamiento y servicio.
Hoy día San Rafael y los Patos son playas donde predomina el "caciquismo" de negocios de "padres de familias" que se han instalado en esas zonas desde A.C. (Antes de Cristo, según ellos), algo que hay que evitar en las restantes playas de Barahona para erradicar el desorden y arrabalización, de lo contrario la inversión que se haga en El Quemaito no tendría sentido y daría mucho que hablar. No se trata de solo gastar por gastar para lavar la cara a la playa sino gastar en planificación, vigilancia y servicios para que las playas, al igual que Saladillas en sus tiempos, sean el emblema que distinga Barahona con los demás recursos naturales.
Hay que proteger y vigilar las inversiones millonarias que se hagan en El Quemaito, Saladillas y otras playas vírgenes aptas para el turismo receptivo ubicadas en el tramo costero Barahona-Bahoruco/La Ciénaga. Puedo creer que el rescate de playa El Quemaito de parte del Mitur podría ser una señal de planificación turística con la mejor intención de promover la zona. Puede que sí, puede que no. Hay que tener en cuenta que las inversiones del sector privado para desarollar el turismo receptivo y de cruceros en Barahona solo se materializan cuando las playas están en buenas condiciones y sin ningún tipo de conflicto en sus alrededores. Quizás sea este el momento de hacer bien las cosas porque a decir verdad, hasta donde tengo entendido Mitur ha sido un libro abierto en teoría y pronunciamientos aislados pero cerrado en la práctica que requiere la planificación que ate los cabos sueltos del turismo de Barahona.
El mejor aporte que Mitur puede hacer por el turismo de la zona, por el momento, es dar los toques finales al Bulevar y Parque Litoral María Montes, por un lado, y luego tomar control de las playas ubicadas entre Barahona-Bahoruco/La Ciénaga, como hemos explicado. Tal y como le sugerí el pasado año al Ministro de Turismo, Lic. Francisco Javier García, en mi calidad de presidente de la Bolsa Ecoturística Hispaniola (Behsa), es un imperativo la representatividad barahonera dentro de los mecanismos de la Ley 158-01 y los decretos relacionados con la asignación de fondos para la realización de obras de infraestructura.
El mecanismo está ahí, no me lo he inventado, solo hay que ponerlo en funcionamiento como dicta el decreto. Solo hay que accionarlo. Es una forma de evitar que los barahoneros den la espalda al mar, como en este caso por ejemplo, lo que ha sido una realidad de años, pero esta vez dentro de un mecanismo que de manera permanente vele por la salud de las playas y el turismo en general para condicionar el despegue del turismo receptivo y de cruceros. El éxito del turismo en Barahona depende en gran medida de la colaboración Mitur-barahoneros.
Según estudios del propio Mitur (Decreto 226-87), se planificó la construcción de 12,861 habitaciones hoteleras en el tramo Barahona-Bahoruco/La Ciénaga. Si hasta la fecha no se le ha dado seguimiento al plan es por la mala condición de las playas y otras medidas relacionadas con el entorno que hay que aplicar para atraer la inversión hotelera, lo que hemos explicado en reiteradas ocasiones. Cuando se tiene conciencia del valor de las cosas es mucho lo que se puede esperar y lograr siempre y cuando se trabaje dentro de un esquema que de manera desinteresa, pero participativa, comprometa la responsabilidad moral de los barahoneros frente al Mitur, y viceversa. Para lograr eso no es necesario pertenecer a un partido político sino una gran dosis de buena voluntad entre el sector público y el sector privado o representativo de la provincia.
De lo contrario basta mirarse en el espejo de Asonahores (que figura en la Ley 158-01 y los decretos)...gobiernos van y gobiernos vienen y siempre fortaleciendo el turismo en República Dominicana. Pero Asonahores no está en Barahona. Son los propios barahoneros que deben crear "su propia Asonahores" (fuerte presencia hotelera, entre otros/as), para que las cosas marchen bien. Sería un intento fallido todo lo contrario, algo que el Mitur tiene que tener en cuenta y asimilar, aunque sea a "raja tablas", si realmente este ministerio quiere que las cosas funcionen a la perfección con la participación del conglomerado.
Decimos esto no por puro capricho o solo por querer decirlo. Hay que saber trillar el camino del trabajo en común (Mitur-barahoneros/Ley 158-01/Decretos) para superar el fantasma del individualismo institucional y regional que se revela en cada período de gobierno, donde todo el mundo quiere tener la razón, donde lo anterior de nada vale y lo que predomina es la opinión del momento o el cargo. Digo esto porque como barahonero reconozco el carácter individualista y disociativo que por razones históricas y culturales ha estigmatizado nuestra sociedad durante años. Por eso es que se dice que los barahoneros “ni ellos mismos se entienden”.
Por todo esto el Mitur debe buscar un punto en común para trabajar con los barahoneros de bien, aquellos que no andan buscando protagonismo ni prebendas y que solo desean lo mejor para la zona. Si no hay un "link", una unión con el sector representativo o turístico de la provincia, cada vez mas se alejará el turismo de lo que en su tiempo de esplendor se conoció como "La Perla del Sur". Hoy día tanto la ciudad como las playas de Barahona están arrabalizas, donde la planificación solo existe en el papel y donde las nuevas ideas se las lleva el viento. Eso puede cambiar si Mitur así lo desea.