La belleza de Polo no le quita el hambre a su gente‏


Escrito por  A.D.A

EN POLO: Culminada la versión del festicafe 2013 en P en este municipio, el pequeño poblado sureño perteneciente a Barahona, vuelve al olvido urbano que lo adorna el resto del año.

Es conocido por sus altas montañas verdes aptas para el cultivo de café fino y por el famoso polo magnético.

El poblado puede definirse como una mezcla de pueblo y campo.


La producción de café aporta el mayor recurso económico  y al año celebran su cosecha con el tradicional Festival del Café, donde el pueblo disfruta por dos días de actividades y espectáculos artísticos.

Recibe decenas de turistas que despiertan la alegría de los habitantes, que desaparece cuando se desarma la última carpa del evento y se marchan los vehículos, queda el play enlodado con las huellas de los visitantes, que pronto desaparecerán con la lluvia incesante de la zona.

La vida en Polo transcurre lenta y sin novedades. Todos se conocen y todos pasan junto las penas.
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Durante los últimos años cientos de jóvenes han emigrado hacia la Capital en busca de mejor vida y quien no lo ha podido hacer busca la forma de sobrevivir en espera que el éxodo le llegue a su puerta.

Don Brigido es un señor de 75 años que nació y se crió en el Municipio y cuenta con angustia como el tiempo siempre ha estado detenido en el lugar:

“Cuando era niño camina muchos Kilómetros con mi papa para ir trabajar en el cultivo del café (Mantiene su mirada perdida en la vegetación mientras habla). El (Mi papá) me enseño todo lo que tenia que saber sobre el café y casi toda mi vida la pase cultivando, pero nunca tuvimos una tierra propia y con los años perdí la fuerza de subir a la sierra, así que se me fue mi medio de producción”.

“Tuve 7 hijos y ya todos se marcharon. Solían venir de vez en cuando pero después que mi esposa murió hace 9 años, sus visitas dejaron de ser frecuente. Solo una de mis hijas viene a visitarme todos los años en Semana Santa”.

Igual que él muchos perdieron la fortaleza necesaria que se requiere para subir varios kilómetros de montañas y llegara a la plantaciones de café. “Cultivar café es para gente con energías y fuerzas”, agrega; “Los viejos como nosotros ya no podemos hacer fuerzas para cargas los sacos de semillas y tostarlos”.
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La pupila negra de su ojo derecho, el único que le sirve, empieza a brillar en la noche mientras me cuenta sus historias.

Habla de su hermano y su hermana, del carácter de su madre, del sentido de humor de su padre, siempre con tristeza en la voz, ya que todos están fallecidos, solo sonríe cuando le pregunto por que no se va a Santo Domingo a vivir con su hija.
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A lo que el responde: “mi hijo! yo nunca cruce mas allá de San Juan, no se de color es la entrada de la capital, además, ya a mi edad no se inventa, prefiero quedarme aquí cerca de mis muertos, así cuando yo me muera no me voy a sentir tan solo.

Nací aquí en Polo bajo un aguacero y bajo uno mas grande voy a morir”. Don Brigido es quien cuida una de las cabañas de alquiler de la zona, no recibe mucho de salario, pero como el dice: “al menos tengo una cama segura y la comida no le falta”.

Como muchos pueblos del sur Polo desea crecer. Desde la alcaldía se realizan esfuerzos para promover el turismo ecológico que ofrece la zona a través de sus montañas y buen clima.
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Su alcalde Andrés Ruiz, pide al gobierno mayores recursos para inyectar al pueblo y la creación de una campaña publicitaria para que los habitantes de la otras regiones del sur visiten la comunidad y se pueda paulatinamente lograr un mayor incremento en la economía de Polo.

“Polo necesita mas que un festival del Café, nosotros somos mas que eso, con el apoyo necesario el turismo del sur puede crecer y nosotros nos estaríamos beneficiando de ello”, comento el alcalde.
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Opciones de trabajo.

Son pocos los jóvenes de la comunidad que no trabajan en el cultivo del café. Como en otros pueblos, ellos buscan la forma de subsistir en negocio tradicionales.

Raúl y Jonathan poseen una barbería y abren todos los días: “Aquí los domingos a las 8: 00 de la mañana ya estamos abierto. Con la precariedad de la zona y poco dinero que se mueve no me puedo dar el lujo de dormir hasta tarde un domingo”, dice Raúl

Por eso cierran después de atender a todo el mundo, como es normal,pero si alguien lama para qeu lo esperen, lo hacen.

El negocio no le da el beneficio al que aspiran, pero le da para sobrevivir sin tener que “meterse en líos con los prestamistas”, sonríen.

El deseo de Jonathan es irse del país, pero aun debe esperar unos años más a que le salgan “sus papeles”: “Mi mama me pidió hace un tiempo y desde que me salga la ciudadanía me largo de aquí”.

Las paredes de la peluquería Real Fashion están decoradas con fotos de calendarios viejos y un cuadro de una mujer semidesnuda encima de la batería que utilizan para trabajar ya que la luz se va todos los días por varias horas. Pese a que su clientela es buena, no conforman pues los negocios en Polo no perduran.

Don Camilo, dueño de un colmado nos cuenta lo difícil que es incluso comprar ropa en Polo: “Aquí ni siquiera hay una tienda de zapatos, la que había quebró hace meses y para tu comprar ropa debes ir a Barahona ya que las pocas tiendas no ofrecen mucho y son candidatas a cerrar dentro de poco, pero imagínate, qué se puede esperar de un pueblo donde no hay ni siquiera una sucursal bancaria”, termina con una carcajada irónica.

El resto de los negocios tradicionales de la zona lo completan unos cuantos salones de belleza, varias bancas de lotería, pequeñas ferreterías, una tienda de repuestos a la cual se le esta borrando letrero, dos billares y un comedor casero en donde se vende comida.

“No es mucho lo que se ve o se hace en Polo”, agrega don Camilo, “pero es nuestro pueblo y damos la vida por el, aunque estoy logrando que mis hijos vayan a la universidad y tengan una mejor vida y opciones para salir a adelante”.

La Terraza Billar Campo Verde, ubicada a la entrada del pueblo, tiene varias funciones. A parte de ser un lugar de desahogo para los lugareños (Aunque esta cerrada en este momento), también funge como parada para las guaguas de transportes que llegan de Barahona, oportunidad que aprovechan los motoconchistas del lugar para ofrecer sus servicios por 15 o 20 pesos el viaje. Es una especie de parque ya que todo el día los motoristas y los habitantes del pueblo que cruzan por la zona mantienen una tertulia abierta.

Jacinto, un joven de 27 años, dice que el sentarse aquí hace que el día pase mas rápido: “No siempre hay muchos pasajeros, date cuenta que el pueblo es pequeño y en 10 minutos lo caminas todo, pero si me paro en otro lugar es mas difícil conseguir clientes”.

“Tengo seis años trabajando como motoconcho y ya tu vez como son las cosas. Hay días buenos, donde te puedo sobrar para tomarte una cerveza, pero los otros días quisiera prender el motor, coger pista y no volver mas”.

Presencia haitiana.

Por su ubicación en la frontera del país Polo no escapa a la presencia de habitantes Haitianos que buscan una mejor vida. Muchos llegan allá y aprenden rápidamente el oficio del Café, otros hacen una simple parada marchándose a otras zonas y una gran parte se asienta y se une a la gran miseria que abarca los alrededores rurales del pueblo.

La gran mayoría carece de la documentación necesaria para inscribirse en la escuela u optar por un trabajo legal. Suelen vivir en condiciones infrahumanas, en casas de maderas corroídas, con piso de tierra los cuales con la lluvias constantes y la enormes goteras de los techos, mantienen el interior de las viviendas con el lodo hasta los tobillos, letrinas improvisadas, o espacios en los matorrales usados exclusivamente para sus necesidades físicas, con colchones viejos y malolientes compartidos todas las noches por mas de uno, en donde solo se concilia el sueño, pero nunca se logra soñar, pues no tienes imágenes de felicidad que alimenten un sueño.

Iriska nació en el país, tiene 16 años y es madre de Joshua de 1 año y medio, ninguno de ellos tiene acta de nacimiento.

Comparte una habitación con su cuñada (Esposa de su hermano), en la entrada hay dos cubetas bien ubicadas para que se llenen con el agua lluvia que baja del zinc, la cual usa para bañarse e incluso tomar, pues no hay agua potable en su casa ni en las vecinas.
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Era la primera vez que veía una cámara y al ver la imagen de su rostro en ella se sorprende: “Tengo que peinarme, hacia días que no me veía al espejo”. Pero eso no era lo único que no hacia desde hace días, también su estomago no ha disfrutado de mucha satisfacción desde hace un tiempo.

Cuenta que solo trabaja cuando hay que recoger café, pero en la ultima jornada no lo pudo hacer por que no tenia quien cuidara al niño.

“Mi cuñada sale desde temprano a trabajar y llega en la noche, yo me la paso con mi hijo escondiéndonos de la lluvia”.
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Nos habla con un excelente dominio del español y contándonos que es la menor de 5 hermanos y la única que no ha podido irse a Capital, a la cual nunca ha ido, solo le queda su papa que vive mas arriba de la montaña y de vez en cuando ella sube a lavarle la poca ropa que tiene y el le da algo de dinero para su nieto.

Al preguntarle sobre el padre del niño responde: “El es dominicano y vive en la Capital, hace un mes me envió a decir con un amigo que me enviaría dinero para el niño y aun lo estoy esperando”. No se queja con firmeza de su mala situación, pero no disimula su deseo de marcharse con cualquier hombre que la lleve

a otro lugar y le prometa una mejor vida a costa de lo que sea. En todo momento mantiene a su hijo cargado, usa un abrigo viejo para protegerlo del frío, puesto que solo lleva una pequeña camiseta y los pañales desechables para un niño de esa zona es un privilegio negado por nacimiento.

Que le das de comer? pregunto: “Cuando aparece le doy harina y a veces la vecina o mi tía me pasa arroz, pero ellas al igual que todos por aquí podemos pasar un día entero sin comer”.

Y si no encuentras qué comer como reacciona?: “Ya no se queja. Le doy agua y trato de mantenerlo contento”.

Mientras hablamos Joshua se duerme en sus brazos: “Vez, ya se durmió, ahora lo acuesto y se despierta como en dos o tres horas y le preparo un plátano que tengo guardado para que se lo coma en la tarde, esa va a hacer su comida hoy”.

Cuatro palos sostienen la carpa que nos cubre de la lluvia y mantiene encendido el fuego para alejar el frió y al lugar se nos une Johan, su vecino de 14 años, quien tampoco tiene acta de nacimiento a pesar de haber nacido en el país: “Lo único que quiero es un trabajo decente para comprarle una casa a mi mama”, nos comenta.

“Desde que yo pueda irme para la capital a trabajar me llevo a mi mama y a mis hermanitos, son los únicos que me importan”.

El como muchos lleva tiempo sin saber de su papa y como hermano mayor busca la forma de llevar algo de comer al hogar que comparte con 4 hermanos menores que el.

Iriska y Johan apenas saber leer y escribir, pero no pueden asistir a la escuela por falta de documentación.

Como ellos muchos están condenados a sobrevivir a base de esfuerzo y suerte, apoyándose los unos a los otros y con la esperanza puesta en abandonar la zona ya sea marchándose a la Capital u otro lugar del país en donde puedan trabajar.

Haití no es una opción, a pesar de tener familia allá y dominar también el idioma, están conciente que llegar hasta allá con las manos mas vacías de lo que ya están, seria una desgracia ya que sus familiares buscan la forma de cruzar la frontera y llegar a Polo y pero aun, cuando logran comunicarse le piden que le envíen algo de dinero, en sus palabras textuales dicen.

“Si aquí no tenemos ni que comer, imagínate ellos allá que cuando logramos hablar lo único que nos piden es que le mandemos algo por que están pasando hambre”.

En el caso de Johan es probable que lo logre, ya que un tío quiere llevárselo a San Francisco de Macorís a trabajar en una plantación de arroz, mas, en el caso de Iriska la situación es incierta por que con un hijo en brazos todo el día, sin quien la socorra y con la única habilidad de saber limpiar y lavar, confiesa con la mirada al suelo su temor de estar embarazada nuevamente ya que hace mucho no le llega su periodo.

Lo que queda

Mucho se habla del Polo Magnético, y son cientos los que anualmente visitan dicho lugar el cual ha sido objeto de estudio de científicos internacionales y nacionales quienes buscan incansablemente establecer si en verdad existe un campo magnético en el lugar o es una ilusión óptica.

Pero lo que lo que algunos visitantes no saben, o casi todos, es que unos kilómetros mas allá del Polo Magnético existe el verdadero Polo, un poblado donde sus habitantes hacen de su vida cotidiana una mezcla de sonrisa, esperanza, sombrillas, abrigos, neblina, lluvia y lodo, cultiva el mejor café orgánico del país, trata de saltar los charcos de agua sin enlodar sus sueños de una mejor vida.

Aunque dos días al año el pueblo se disfraza de alegría a través del Festival del Café, todos sus habitantes saben que Polo aun esta muy lejos de encontrase en el “mismo trayecto del sol”, pues el astro, incluso, suele durar días oculto detrás de la Sierra de Bahoruco sin brindarle un calido saludo. /Clickdemipais/



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