Indecisión soberana‏


 Por: Luís Edo. Díaz Franjul

De acuerdo con la Primera Encuesta Nacional de Inmigrantes en la República Dominicana (ENI-2012) de la Oficina Nacional de Estadística (ONE), la población de inmigrantes y descendientes de inmigrantes que residen en el país asciende a 768,783 personas. Dentro de este total 668,145 son de origen haitiano y 100, 638 provienen de otros países. Excluyendo los descendientes, el total de inmigrantes es de 524,632 personas, de las cuales 458,233 nacieron en Haití, equivalente a un 87.3% de la población de inmigrantes. Los descendientes en general son 244,151 personas entre las cuales 209,912 son hijos de inmigrantes haitianos (Diario Libre. 13/12/2013).

En mi artículo "Gallinas o huevos fronterizos" publicado en la prensa digital mucho tiempo antes de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, dije lo siguiente: #1) "El lado práctico de la soberanía (hechos o defensa sobre el terreno) no genera contradicción porque ella es el factor determinante, independientemente de las formas o medios que se utilicen con tal de no perderla".


En este caso me referí al tema bélico, entre otros. #2): "Lo que genera contradicción es el lado teórico de la soberanía, que en vez de defenderla la desnaturaliza y deteriora con el paso del tiempo, sin medir las consecuencias. El lado teórico se debate entre la indecisión e irresponsabilidad soberana, lo que puede dar al traste a nuestra condición de dominicanos libres e independientes". Y #3): "Hay otras formas de perder nuestra identidad, libertad o independencia que no sea a causa de las intervenciones (haitiana/norteamericana), la dictadura de Lilís y Trujillo o el golpe de Estado de 1963.

La indecisión e irresponsabilidad soberana es una de ellas". En el artículo "Gallinas o huevos fronterizos" incluí (en el #1) a Juan Pablo Duarte, Pedro Santana, Rafael L. Trujillo, Joaquín Balaguer y Juan Bosch, es decir, el compromiso de los hombres frente a la soberanía.

En el #2) debo incluir ahora la débil posición política ante la soberanía de parte de los partidos que han ocupado el poder después de 1961. Y en el #3), en sentido positivo, tengo que incluir la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional que define la identidad dominicana (sinónimo de nacionalidad dominicana) desnaturalizada por la inmigración ilegal haitiana, de acuerdo con las cifras de la ONE. En lo que concierne a la identidad, la sentencia es el primer atenuante buscando evitar el componente bélico (#1) que garantiza la soberanía, en este caso tomando en cuenta la inmigración ilegal como factor determinante.

La sentencia del Constitucional lleva implícita una decisión soberana que protege nuestra identidad como domincanos. Por lo tanto todo extranjero ilegal que quiera permanecer en República Dominicana,de manera temporal o definitiva, debe cumplir con el Programa Nacional de Regularización que contempla la sentencia, entre otros requisitos migratorios.

Por eso estoy totalmente de acuerdo con lo que expresa el señor Vinicio Tobal en su artículo "Inmigración y Soberanía", publicado en el Listín Diario de fecha 11/12/2013. Cito: "Un Estado sin soberanía pierde su esencia y su naturaleza. Por consiguiente, República Dominicana ejerce su soberanía en lo que se refiere a trazar su línea política en materia de nacionalidad y migración.

Cada país tiene ese derecho soberano e independiente". De acuerdo con el #2), es lamentable que los 26 partidos políticos reconocidos por la Junta Central Electoral (JCE) institucionalmente no hayan fijado su posición a partir de la publicación de la sentencia 168-13, lo que revela un liderazgo político alejado de la integridad patriótica que se requiere para manejar de los destinos de la nación, en todos los órdenes.

Así como existe alianza entre partidos para alcanzar el poder, de la misma manera debieron aliarse para defender la nacionalidad, soberanía y patriotismo que caracteriza la República a partir de 1844. Es claro el carácter soberano de la sentencia constitucional sin importar la opinión de gobiernos y grupos extranjeros, grupos locales y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En esto hay que incluir los 26 partidos que con su silencio se identifican con el lado teórico (#2) que desnaturaliza la soberanía y la pone en riesgo.

En tal sentido, la sentencia 168-13 sustituye la aberrante indiferencia de los partidos que han obviado la peligrosa realidad de la inmigración ilegal que desnaturaliza nuestra identidad y de paso nuestra soberanía.

Si los partidos, reagrupados en un solo documento, hubieran fijado su posición sobre la sentencia, antes de la visita de la CIDH, otro gallo hubiera cantado. A falta de un Estado-nación no se explica la aislada e indiferente actitud de los administradores del Estado, es decir, los partidos políticos, ante la sentencia del Tribunal Constitucional. Lo válido hubiera sido una posición pública que sirviera de ejemplo, como lo es la sentencia, para saber en qué pie estamos parados en materia de constitución y soberanía. A falta de esto la CIDH pescó en río revuelto y condenó la República Dominicana ante el mundo.


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