La dominicana que conoció los secretos de los Kennedy
EN WASHINGTON: Jacqueline Kennedy, una de las mujeres más elegantes de su época y un icono de la moda, contó con una dominicana como su mano derecha en la Casa Blanca.
Siempre encargada de cada detalle del vestuario de la primera dama, Providencia Paredes acompañó a los Kennedy en su estancia en la presidencia (1961-1963) y pudo -como ella misma lo dice- "poner los pies donde los pusieron ellos".
Eso incluye desde los corredores y habitaciones más íntimos de "ese casón tan grande" en el centro de Washington, hasta los viajes por el mundo en el avión presidencial Air Force Oneo las vacaciones de Navidad privadas en el estado de Florida.
Son tantos los recuerdos de esa época privilegiada, que "Provi" -como la han llamado todos excepto el Servicio Secreto, para quien era "la princesa mexicana"- salta de un tema a otro para capturar de nuevo, así sea por un instante, esos años que marcaron tan profundamente su pasado.
A sus 89 años y a propósito del 50º aniversario de la muerte de John F. Kennedy, Paredes le abrió las puertas de su casa a BBC Mundo para compartir algunos de los objetos que le quedan de su tiempo con la familia presidencial.
Sangre en el vestido rosa
Para haber vivido tantos momentos con los Kennedy desde que comenzó a trabajar para ellos en los años 50, cuando John era senador, es curioso que Providencia se haya perdido el más impactante de todos: el asesinato del presidente.
Justo para ese viaje fatal, ella había pedido permiso para quedarse con su hijo Gustavo, quien ahora está sentado al lado de ella y le ayuda a buscar las decenas de fotografías, revistas viejas y libros que hablan de su paso por la Casa Blanca.
Aunque no viajó a Dallas con la comitiva, su trabajo silencioso sí quedó para la posteridad, pues fue ella la que le ayudó a escoger a Jacqueline el vestido de lana rosa, con el casquete acompañante, que terminaría embadurnado de sangre. Es el mismo traje que aparece en innumerables fotos de ese 22 de noviembre y que luego, todavía sin limpiar, fue enviado al Archivo Nacional con la orden de que no fuera mostrado en los siguientes cien años.
Quizá por coincidencia, Paredes también viste de rosa cuando recibe a BBC Mundo, aunque aclara rápidamente que es un tono distinto al que usó su antigua jefe. Lo dice con conocimiento de causa, pues pocas personas vieron tan de cerca el armario de la elegante primera dama.
Paredes está sentada en la sala de su casa en Washington y en todas las direcciones hay objetos sobre los Kennedy. Es, sin duda, un pequeño museo íntimo.
En la mesa frente a ella hay 19 libros sobre ellos. En las paredes, imágenes autografiadas de su paso por la Casa Blanca. En los cajones y anaqueles, hojas rasgadas de medios impresos que dan cuenta de cómo ella fue testigo de esa vida ambivalente -entre afortunada y trágica- de una de las familias más recordadas e importantes de Estados Unidos.