EDITORIAL DE EL CABRE, 14/112013
LA REALIDAD DE LAS HABICHUELAS
El acuerdo Petrocaribe, de mucho valor para la República Dominicana y los países del Caribe que forman parte de esa alianza con Venezuela, planteó desde sus inicios la posibilidad de que los beneficiarios pudiesen pagar parte del financiamiento con productos agropecuarios de su interés.
Siempre se vio como una oportunidad cambiar petróleo por productos del agro, aparentemente fáciles de cultivar en condiciones favorables como las que para muchos posee la República Dominicana. Después de ocho años del pacto, los dominicanos no hemos podido aprovechar esa disponibilidad.
Dos hechos hicieron pensar nuevamente en el mercado venezolano y honrar parte de los compromisos originados por la factura petrolera: La prohibición de Haití de los pollos y huevos y más recientemente, la crisis de abasto que sufre Venezuela.
No podía ser mejor. Un mercado con escasez de alimentos, y al mismo tiempo una salida perfecta para dos productos rechazados por nuestros vecinos.
La realidad nos hizo recordar y quizás despertar de los sueños. Nuestros huevos y pollos no son competitivos, y no necesariamente por precios en el mercado internacional, sino por factores de calidad que aparentemente no podemos llenar más allá de las fronteras terrestres.
Y ni hablar del cuento de las habichuelas, que para el mercado venezolano deben ser negras. Nunca jamás hemos sido buenos produciendo ese renglón. La cultura agrícola en la región con más vocación para explotar ese tipo de cultivo de manera extensiva no concuerda con el mismo, al margen de que el país no tiene políticas centralizadas de planificación de siembras.
No podemos llenar esa demanda, con el agravante de que tampoco somos competitivos en el mercado internacional. Precios y calidad frente a India, Nigeria, Indonesia, Brasil, Myanmar, México, China y Estados Unidos son sencillamente incomparables.
En fin, que el gobierno y los productores dominicanos tienen que reconocer sus limitaciones, posibilidades y ventajas comparativas. Y convencerse de que los mercados globales están cada vez más diversificados y especializados, que debemos centrarnos en los renglones en los cuales estamos en posibilidad de competir.