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ABOMINABLE ASESINATO
El joven Miguel Acosta Piñeyro, de 22 años, quien hace poco ingresó a las filas de la Policía Nacional para servir a su patria y proporcionar un futuro decente a su humilde familia, fue asesinado de un balazo en el tórax este martes en la noche por bestias humanas, mientras se encontraba en la sala de espera del Hospital Jaime Sánchez, en Villa Central, donde prestaba sevicio.
Los asesinos, según las presunciones, mataron al joven policía para despojarlo de su arma de reglamento, con la que huyeron de inmediato. Los oficiales de la uniformada que tienen a cargo la investigación de este vil asesinato, deben actuar con mucho cuidado y tacto no vaya a ser que se aprese y acuse a inocentes como ha sucedido en ocasiones.
Estamos seguros que tarde o temprano los que cometieron este horrendo crimen caerán en manos de la Policía, para que la justicia les aplique la pena de 30 años de prisión, ya que lamentablemente en República Dominicana no existe la Pena de Muerte, que es lo que se perecen. Este agente del orden público era un joven respetuoso, decente y muy apreciado por todos los moradores del barrio Camboya donde residía, quienes se entristecieron cuando circuló la noticia de que este fue herido de bala y que luego expiró en el Hospital de la Policía Nacional de Santo Domingo, a donde fue trasladado desde el Jaime Mota de Barahona.
Criticamos duramente cuando miembros de la institución del orden matan o asesinan ciudadanos en supuestos intercambios de disparos y otros incidentes, pero criticamos con más vigor y dureza, cuando vulgares delincuentes asesinan policías y guardias para despojarlos de sus armas de reglamento, o cuando están cumpliendo con su deber.