Manolo: Dscruso y Acción
"En nuestro país, ningún otro líder de izquierda de las décadas de 1960 y 1970 del pasado siglo ha reunido el discurso y la historia de manera tan permanente en una unidad indivisible".
Por Manuel Matos Moquete
Pronto se cumplirán 50 años de la muerte de Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo) y ya empiezan a aparecer las publicaciones que nos recuerdan la gloriosa trayectoria de ese héroe de nuestra historia reciente. Tal es el caso de la obra de Rafael Chaljub Mejía "Manolo cincuenta años después."
Por Manuel Matos Moquete
Pronto se cumplirán 50 años de la muerte de Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo) y ya empiezan a aparecer las publicaciones que nos recuerdan la gloriosa trayectoria de ese héroe de nuestra historia reciente. Tal es el caso de la obra de Rafael Chaljub Mejía "Manolo cincuenta años después."
Manolo merece ser recordado con obras como esa y a través de las mejores celebraciones que el pueblo dominicano es capaz de dispensar a uno de sus más extraordinarios hijos.
La lectura de esa obra de Chaljub Mejía, el análisis de los discursos de Manolo y la activación de mis vivencias de los años esplendorosos del inicio de nuestra democracia permiten caracterizar a ese líder como aquel que en la izquierda dominicana fue la mejor encarnación de la palabra y la acción.
En nuestro país, ningún otro líder de izquierda de las décadas de 1960 y 1970 del pasado siglo ha reunido el discurso y la historia de manera tan permanente en una unidad indivisible. Junto a Manolo, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Maximiliano Gómez (El Moreno), y Amaury Germán Aristy fueron los exponentes mas importantes de esa izquierda, tal vez por un hecho singular: todos encaminaron acciones concretas hacia la toma del poder y perecieron en esa búsqueda.
Caamaño y Amaury se caracterizaron ante todo por la acción armada. Para ellos la palabra fue solo un recurso accesorio y de ocasión en forma de diario, carta, documento clandestino, etc.
No practicaron la oratoria pública, sea porque la situación política del momento se lo impidió o por elección de un método no democrático y de acción directa. Tampoco fueron teóricos o ideólogos que requirieran de la palabra principalmente para hacer valer sus opciones políticas.
En cambio, Maximiliano Gómez, El Moreno, se distinguió por su verbo razonablemente manejado en las polémicas ideológicas de los años sesenta y setenta, mediante las cuales las acciones eran exorcizadas y ahuyentadas de la agenda política, aunque El Moreno nunca incumplió el acto para el cual fue convocado. Los cuatro murieron asesinados, siendo víctimas, pacientes, no agentes, de la acción criminal de las fuerzas represivas.
En cuanto a Manolo, la acción y los discursos formaban una sola trayectoria hasta el punto que es difícil saber cuál de esos dos aspectos fue el más importante en su vida. Se le recuerda tanto por sus acciones antitrujillistas como por sus discursos políticos de 1961 a 1962. Se le recuerda tanto por su muerte en las montañas como por su expresión admonitoria: "...sabemos donde están las escarpadas montañas de Quisqueya y ahí iremos..."
Solo Manolo reúne sus actos y sus palabras en un solo manojo, como si por vocación o profesión, recuérdese que era abogado, entendiera que en la política, aún en las condiciones mas difíciles, tanto vale un movimiento fáctico como un acto de palabra.
Manolo era cuidadoso en el uso de las palabras; sus discursos eran elaborados, cultos, llenos de imágenes, precisiones, datos y conceptos complejos. Eran también discursos didácticos, orientados hacia su comprensión por parte del pueblo.
A la vez los discursos eran un autoaprendizaje para el orador. De un discurso a otro, en Manolo se advierte un crecimiento constante, en lo intelectual y en lo político. Quienes seguíamos con atención sus intervenciones públicas podíamos darnos cuenta de ese hecho, comentando: "Manolo se está superando, está creciendo intelectualmente."
En verdad, nadie puede escribir la historia de Manolo sin recurrir a sus discursos. Son piezas claves para interpretar los conflictos internos del 14 de junio, así como para seguir el derrotero desastroso de una lucha marcada por el signo del martirologio.
Leyendo los discursos de Manolo es posible seguir el curso de los acontecimientos de la época.
La cronología externa que sirve de marco a los discursos es testimoniada en los textos como eventos incontrolables, sorpresivos, vertiginosos, ante los cuales el político y el orador se quedan rezagados, sin preverlos ni evitarlos. La cronología interna del 14 de junio se registra igualmente, la cual, siguiéndole los pasos a la cronología externa, también llevaba un curso vertiginoso y desastroso.
Al inicio de la etapa de la legalidad del 14 de junio, del 30 de julio hasta noviembre de 1961, en esos discursos se destacan la mística, la unidad orgánica e ideológica, el gran prestigio de los dirigentes, principalmente del líder máximo y el consenso en torno a la línea programática, definida y adoptada por todos en forma consciente y disciplinada.
En cambio, desde junio de 1962 prima la indisciplina, la deserción y el fraccionamiento. En el discurso-informe ante la Primera Asamblea Extraordinaria (diciembre 1962) Manolo presenta en forma autocrítica un balance desolador para la organización. Habla de tres crisis, de tres desmembramientos en 16 meses: el grupo Baquero, el grupo Manzano y el grupo Germán.
El grupismo y las tendencias que, finalmente, dieron al traste con esa organización, en crisis profunda en el momento del alzamiento guerrillero posterior al golpe de Estado de 1963, se iniciaron desde los primeros meses de la lucha contra el neotrujillismo.
Paralelamente al triunfo de la derecha neotrujillista y oligárquica y el desmembramiento intenso del 14 de junio, los discursos de Manolo describen una cronología regresiva de la legalidad y el clima de libertad de los primeros meses hacia la ilegalidad, la vuelta a la
clandestinidad y la represión despiadada desatada por el Consejo de Estado contra las fuerzas de izquierda, en forma de persecuciones, apresamientos y deportaciones.
Esa represión diezmó las posibilidades de crecimiento de esas organizaciones, que junto a las disputas internas, les impidieron llevar a cabo los planes esbozados y el ideario soñado, deseado.
Conceptualmente, los discursos de Manolo no superaron el conjunto de las ideas recibidas en tradición occidental. Políticamente se sitúan en el marco de la democracia representativa, con tres énfasis: el antitrujillismo, el antiimperialismo y la equidad social. En términos religiosos, se inspiran en la simbología y los ritos del cristianismo de orientación católica, elementos conflictivos en relación con la ideología de la liberación nacional del momento.
La ética ocupa un lugar importante en esos discursos: predomina la ética del martirologio, de la mística, del sacrificio. Esos discursos son relatos de tragedias del pueblo, de sacrificios y martirios de los luchadores antitrujillistas principalmente. Son discursos proféticos que apuntan hacia la liberación final que redima al pueblo de sus penurias y que corone las acciones de los héroes con el triunfo final y absoluto.
Porque se observa en los discursos de Manolo, los discursos de la izquierda de entonces -y la de hoy- fueron discursos ideológicos en lugar de ser discursos políticos. Tenían el propósito de crear conciencia, educar, proclamar verdades, principios y valores, persuadir. Eran discursos doctrinarios orientados hacia la persuasión en torno al compromiso de los ideales del 14 de junio.
No orientaban hacia la acción política del momento, pero sí hacia los cambios revolucionarios en el futuro. No planteaban soluciones inmediatas y concretas en el panorama social y político del presente. Eran discursos utópicos, idealistas. Eran una advertencia, un propósito definido en torno a una posible y previsible acción heroica en el mañana.
Invitaban a seguir las luchas de los mártires de Constanza, Maimón y Estero Hondo, inspirándose en su ejemplo. La consigna libertad o muerte operaba como desenlace, sea feliz, sea fatal, de la situación que se vivía y que se cumplió en el alzamiento de 1963, dejando como doloroso balance el sacrificio de un nutrido grupo de valiosos jóvenes encabezados por Manolo y el fin del más esperanzador proyecto político para la suerte del pueblo dominicano.
matosmoquete@hotmail.com
De un discurso a otro, en Manolo se advierte un crecimiento constante, en lo intelectual y en lo político"