El “yoismo”: ¿un virus entres los comunicadores?
Por Norys Sánchez
Si Don Rafael Herrera resucitase y viera cómo se ha propagado en la clase periodística lo que el definía como “yoismo”, se espantaría.
Cuando apenas asomaba esa práctica entre los colegas de profesión, él la consideraba inaceptable y ya entonces se horrorizaba. ¿Qué diría ahora cuando se ha convertido en un estándar en el casi 80 por ciento de los comunicadores?
Si Don Rafael Herrera resucitase y viera cómo se ha propagado en la clase periodística lo que el definía como “yoismo”, se espantaría.
Cuando apenas asomaba esa práctica entre los colegas de profesión, él la consideraba inaceptable y ya entonces se horrorizaba. ¿Qué diría ahora cuando se ha convertido en un estándar en el casi 80 por ciento de los comunicadores?
El “yoismo” se ha convertido en una enfermedad y quienes suelen padecerla se consideran ser el centro del universo. Merecedores de tooodaaa atención.
Medios escritos, de televisión y hasta de radio están inundados por “personajes” cuyo protagonismo coloca en un segundo plano a los verdaderos protagonistas de la noticia.
Un buen periodista, un buen comunicador, no necesita promoverse, no necesita mercadearse. Su trabajo debe hablar por él.
Hoy por hoy, la mayoría de los comunicadores se promueven más que a sus entrevistados o sus entregas, ya sea un reportaje de investigación, de denuncia o lo que sea. Como si ellos fuesen la noticia.
Estos comunicadores son expertos en hacer preguntas cuya duración resulta más extensa que la respuesta que buscan.
En su afán de lucirse, de exhibirse, de vender su imagen, hacen preguntas tan elaboradas que cuando finalmente han concluido su exposición el entrevistado luce perdido puesto que ha sido tanto el verbo empleado que la esencia de la pregunta “periodística” se ha diluido.
Un buen comunicador debería ocuparse de ir detrás de las noticias. De dar verdaderos “palos” periodísticos. De buscar contenidos de interés. Genuinos. Destacarse por su labor.
Pero eso ya no se ve, estos “comunicadores” ocupan más su tiempo en dar con estrategias y logísticas que lo enaltezcan a ellos. El “marketing” va dirigido a exponerse ellos. Un verdadero y buen periodista o comunicador debe ser reconocido por su trabajo.
Pero ellos utilizan todos los medios posibles para promoverse: la televisión, los diarios y en algunos casos hasta vallas, como si de modelos de pasarela se tratase, en lugar de “explotar” a sus entrevistados o a sus temas.
La noticia no suele ser el periodista. Lo decía don Rafael Herrera y lo refuerza el sentido común. Aunque en los últimos tiempos ha habido “comunicadores” que han sido forzosamente noticia por haber incurrido en actos cuestionados y penados por la ley. Penosamente se han dado a conocer más por sus inconductas que por su labor de comunicación.
Ese protagonismo que destilan por los poros muchos de nuestros conductores, entrevistadores, comunicadores, locutores, ahora cobra fuerza en algunos noticiarios.
Espacios donde otrora los comunicadores se limitaban a informar de lo acontecido, ahora exhiben un estilo completamente distinto. Hoy, algunos “comunicadores” de noticiero en su afán de cobrar protagonismo se envuelven tanto en el tema que resulta difícil distinguir entre la información y la opinión. Cada noticia la editorializan.
Y si estos “artífices” de opinión fueran verdaderamente objetivos, tal vez se apreciaría su intención. La verdad es que pocos, muy pocos, pueden ser considerados desapasionados. Objetivos. Constructivos.
Un buen periodista, un buen comunicador, no necesita promoverse, no necesita mercadearse. Su trabajo debe hablar por él.