Gallinas o huevos fronterizos
Por Luis Eduardo Díaz Franjul
Según Víctor Grimaldi, unos días después de las elecciones del 16 de agosto de 1994 el presidente Balaguer lo mandó a buscar para conocer su opinión sobre el embargo contra Haití aplicado por el gobierno de los Estados Unidos luego del golpe de Estado que derrocó a Aristide en septiembre de 1991. Los americanos querían poner observadores militares en República Dominicana pero Balaguer no simpatizaba ni aceptaba esa propuesta, según Grimaldi. "A la Soberanía no se renuncia", fue la respuesta de Balaguer a Grimaldi, en aquel entonces (Listín Diario. 2/7/13).
Según Víctor Grimaldi, unos días después de las elecciones del 16 de agosto de 1994 el presidente Balaguer lo mandó a buscar para conocer su opinión sobre el embargo contra Haití aplicado por el gobierno de los Estados Unidos luego del golpe de Estado que derrocó a Aristide en septiembre de 1991. Los americanos querían poner observadores militares en República Dominicana pero Balaguer no simpatizaba ni aceptaba esa propuesta, según Grimaldi. "A la Soberanía no se renuncia", fue la respuesta de Balaguer a Grimaldi, en aquel entonces (Listín Diario. 2/7/13).
En su artículo “Pobre y quejumbroso, el Sur espera” (Listín Diario. 9/6/2013), Silvio Herasme Peña teme que la mano de obra haitiana sustituya la dominicana en el cultivo de la tierra cuando se construya la Presa Monte Grande. Sugiere poner las “salvaguardas correspondientes” para evitar a nuestros descendientes el horrible trauma de luchar nuevamente por la soberanía del territorio nacional.
En esta oportunidad no es mi intención debatir el artículo de Víctor Grimaldi para no confundir la soberanía con el "quehacer político", un común denominador que tergiversa la historia. Solo que en este caso el señor Grimaldi no lo aplica, por lo que considero su artículo objetivo en cierto modo, para no catalogarlo de relato parcializado, donde la insinuación y el libre albeldrío recorren el mismo camino.
En cambio, prefiero serle fiel al "pragmatismo" como factor determinante, como es “Soberanía” en este caso. En ocasiones anteriores he explicado que el pragmatismo es una categoría de investigación que pudiera revelar contradicción de acontecimientos históricos. El lado práctico de la soberanía (hechos o defensa sobre el terreno) no genera contradicción porque ella es el factor determinante, independientemente de las formas o medios que se utilicen con tal de no perderla.
Lo que genera contradicción es el lado teórico de la soberanía, que en vez de defenderla la desnaturaliza y deteriora con el paso del tiempo, sin medir las consecuencias. El lado teórico se debate entre la “indecisión e irresponsabilidad soberana”, lo que puede dar al traste con nuestra condición de dominicanos libres e independientes. Hay otras formas de perder nuestra identidad, libertad o independencia que no sea a causa de las intervenciones (haitiana/norteamericana), las dictaduras de Lilís y Trujillo o el golpe de Estado de 1963. La indecisión e irresponsabilidad soberana es una de ellas.
Visto el artículo del señor Grimaldi, mi conclusión sería que, dado los motivos y/o circunstancias que adversaron a Balaguer en 1994 (que como presidente las consideraba contrarias al interés nacional), decidió esperar las elecciones de 1996 para tomar en cuenta la soberanía como factor determinante, sorprendiendo a todo el mundo con la formación del Frente Patriótico para defender el voto ganador. No hay que olvidar que el voto es sinónimo de “Soberanía y Patria”. Manolo Tavárez Justo fue consciente de eso por lo que merece ser reconocido como Mártir de la Patria.
Los principales protagonistas del Frente Patriótico fueron Joaquín Balaguer y Juan Bosch. El presidente Bosch enfrentó al dictador haitiano Duvalier en 1963 cuando este provocó un incidente en la embajada dominicana en Puerto Príncipe, entre otras provocaciones diplomáticas y bélicas de menor grado. Por esas ofensas poco le faltó a Bosch invadir Haití, lo que probablemente hubiera ocurrido de no haber sido por el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963.
Como "A la Soberanía no se renuncia", hubo cuatro dominicanos que además de Balaguer conocieron muy bien el significado de esa frase: Juan Pablo Duarte, Pedro Santana, Rafael L. Trujillo Molina y Juan Bosch. Duarte conquistó nuestra soberanía después de 22 años de ocupación haitiana (1822-1844) y Santana logró estabilizarla. Trujillo la defendió en 1937 después de siete años de advertencias y el irrespeto por lo tratado. Bosch era partidario de la guerra contra Haití pero el germen de la conspiración que lo derrocó alteró los planes.
Sobre Balaguer, la prensa muestra su foto sobre una mesa en encendido discurso contra la primera ocupación norteamericana (1916-1924). De acuerdo con el artículo de Silvio Herasme Peña, Balaguer rechazó la idea de las Naciones Unidas de crear un campamento para haitianos en territorio nacional. Y mucha gente recordaría la repatriación masiva de haitianos en los 70s como consecuencia de las molestas críticas de Aristide al gobierno de Balaguer con relación a la mano de obra haitiana en territorio dominicano. Vista la reacción soberana de Balaguer, Aristide cesó en sus ataques.
En los últimos años se tiene la sensación de que la democracia dominicana (gobernantes y gobernados) no sabe cómo proteger la frontera o impedir la inmigración ilegal. En vista de eso harían falta Duarte, Santana, Trujillo, Bosch y Balaguer para proteger la frontera o impedir la inmigración ilegal. Quien sabe cuál hubiese sido nuestro destino de no haber existido esos hombres. Por lo menos darle las gracias por nuestra condición de seres humanos libres e independientes, que es mucho decir. En la perfección, lo más que se acerca a Dios, además de una espiritualidad bien cultivada, es “Soberanía y Patria”. Y si damos gracias a Dios también ellos se la merecen por su fidelidad a la espiritualidad soberana plasmada en los símbolos de nuestra bandera: “Dios, Patria, Libertad”.
Mientras a Duarte se le alaba y recuerda, con justa y sobrada razón, otros piden que Trujillo nazca de nuevo para volverlo a matar. Pero en materia de soberanía (caso haitiano) Trujillo fue el más fiel discípulo de Duarte, además de nacionalista en comparación con Santana. Teniendo en cuenta la soberanía como factor determinante Trujillo dijo sentirse mal por la matanza de haitianos en 1937, “tan mal como se sintió el presidente Truman cuando tiró la bomba atómica sobre Hiroshima” (en respuesta a la pregunta de un periodista mientras visitaba Estados Unidos).
Sea 1844, 1937, en cualquier época de nuestra historia, o a la hora de la verdad, la defensa de la soberanía implica lucha pacífica o bélica para suprimir lo subyugante e impredecible con tal de no perderla. Haití invadió República Dominicana en 1822 porque no era el escenario de Duarte. Pero tampoco lo hizo en 1937 porque “República Dominicana era el escenario de Trujillo”. Podemos entonces preguntarnos: ¿A qué se debe la masiva inmigración ilegal de haitianos en República Dominicana?
De no haber existido Duarte, Santana, Trujillo, Bosch y Balaguer quizás la historia hubiese sido otra y no la que estamos viviendo (libres e independientes), o la que viviríamos si fallan las “salvaguardas correspondientes” de Silvio Herasme Peña; las que evitarían, según él, luchar nuevamente por la soberanía del territorio nacional. En caso de que las salvaguardas fallen no quisiera que Don Silvio fuera el único culpable si la historia se repite.
Habría que ver quién o quiénes son los culpables de que la historia se repita. No será Duarte, Santana, Trujillo, Bosch o Balaguer porque ellos hicieron su trabajo y ya no están con nosotros. Harían falta los “huevos aquellos” que adornan los verdaderos patriotas o Mártires de la Patria para defender nuestra soberanía. Hay que ver donde se pueden encontrar porque los huevos de hoy parece que “se aguaron” y también los acusan de transmitir la gripe aviar o la “cundanguería”.
Luis Eduardo Díaz Franjul – eduardofranjul@yahoo.com