LOS HUEVOS ROTOS‏


Por Lito Santana

Con su boicot a la compra de huevos dominicanos, el Gobierno haitiano cometió un gran error. Primero quiso disimular la acción tratando de plantearla como si fuera una medida tomada por autoridades  vinculadas al sector y que esa decisión podría ser variada. Ante los primeros embates de los productores nacionales y algunos reflejos del disgusto gubernamental, no vacilaron en ratificar su boicot y hasta su canciller, Pierre Richard Casimir, justificó esta barbaridad aduciendo que la “prioridad de los haitianos es la defensa de los intereses nacionales”.

Fue un paso al frente en respuesta a una información que divulgaron algunos medios de comunicación relativa a la respuesta dada por el presidente Danilo Medina en el sentido de que el Gobierno dominicano podría tomar medidas drásticas. Aunque las autoridades  dominicanas trataron de contextualizar la información divulgada para “no molestar” a nuestros vecinos, más bien lo que ha sucedido es que se han envalentonado, arremetiendo sus misiles en defensa de su “independencia y soberanía”.


Fuera de toda explicación  y al margen de todos los vericuetos diplomáticos, la lectura que da el pueblo dominicano a este conflicto, creado de manera unilateral por los gobernantes haitianos,  es de que al Gobierno dominicano le ha temblado el pulso ante este boicot irresponsable. Un boicot que como dijo el presidente Medina es un asunto de negocio, que nada tiene que ver con soberanía, ni independencia.

Una huelga que no sólo está golpeando la producción nacional, llevándola a una crisis peligrosa, sino que está sometiendo al pueblo haitiano a una tortura económica, pues ha disparado el precio de un huevo hasta 18 y 20 pesos la unidad

Eso es criminal, un producto básico en la alimentación de ese pueblo, que virtualmente ha sido retirado de su plato por las ambiciones económicas de sectores vinculados al poder haitiano. Mientras tanto y aunque nuestras autoridades han asumido una postura digna, los productores de huevos y pollos están viviendo momentos de tensión, corriendo el temor de irse a la quiebra, pues este cuadro no estaba contemplado en su esquema. Como siempre se ha dicho que todo acontecimiento negativo puede generar iniciativas positivas, la huelga de los haitianos en contra de nuestra producción, nos ha permitido conocerlos mejor y darnos cuenta de hasta donde pueden llegar.

Con su boicot a la compra de huevos dominicanos, el Gobierno haitiano cometió un gran error. Primero quiso disimular la acción tratando de plantearla como si fuera una medida tomada por autoridades  vinculadas al sector y que esa decisión podría ser variada. Ante los primeros embates de los productores nacionales y algunos reflejos del disgusto gubernamental, no vacilaron en ratificar su boicot y hasta su canciller, Pierre Richard Casimir, justificó esta barbaridad aduciendo que la “prioridad de los haitianos es la defensa de los intereses nacionales”.

 Fue un paso al frente en respuesta a una información que divulgaron algunos medios de comunicación relativa a la respuesta dada por el presidente Danilo Medina en el sentido de que el Gobierno dominicano podría tomar medidas drásticas. Aunque las autoridades  dominicanas trataron de contextualizar la información divulgada para “no molestar” a nuestros vecinos, más bien lo que ha sucedido es que se han envalentonado, arremetiendo sus misiles en defensa de su “independencia y soberanía”.

 Fuera de toda explicación  y al margen de todos los vericuetos diplomáticos, la lectura que da el pueblo dominicano a este conflicto, creado de manera unilateral por los gobernantes haitianos,  es de que al Gobierno dominicano le ha temblado el pulso ante este boicot irresponsable. Un boicot que como dijo el presidente Medina es un asunto de negocio, que nada tiene que ver con soberanía, ni independencia. Una huelga que no sólo está golpeando la producción nacional, llevándola a una crisis peligrosa, sino que está sometiendo al pueblo haitiano a una tortura económica, pues ha disparado el precio de un huevo hasta 18 y 20 pesos la unidad. 

Eso es criminal, un producto básico en la alimentación de ese pueblo, que virtualmente ha sido retirado de su plato por las ambiciones económicas de sectores vinculados al poder haitiano. Mientras tanto y aunque nuestras autoridades han asumido una postura digna, los productores de huevos y pollos están viviendo momentos de tensión, corriendo el temor de irse a la quiebra, pues este cuadro no estaba contemplado en su esquema. Como siempre se ha dicho que todo acontecimiento negativo puede generar iniciativas positivas, la huelga de los haitianos en contra de nuestra producción, nos ha permitido conocerlos mejor y darnos cuenta de hasta donde pueden llegar.

Con su boicot a la compra de huevos dominicanos, el Gobierno haitiano cometió un gran error. Primero quiso disimular la acción tratando de plantearla como si fuera una medida tomada por autoridades  vinculadas al sector y que esa decisión podría ser variada. Ante los primeros embates de los productores nacionales y algunos reflejos del disgusto gubernamental, no vacilaron en ratificar su boicot y hasta su canciller, Pierre Richard Casimir, justificó esta barbaridad aduciendo que la “prioridad de los haitianos es la defensa de los intereses nacionales”.

 Fue un paso al frente en respuesta a una información que divulgaron algunos medios de comunicación relativa a la respuesta dada por el presidente Danilo Medina en el sentido de que el Gobierno dominicano podría tomar medidas drásticas. Aunque las autoridades  dominicanas trataron de contextualizar la información divulgada para “no molestar” a nuestros vecinos, más bien lo que ha sucedido es que se han envalentonado, arremetiendo sus misiles en defensa de su “independencia y soberanía”. 

Fuera de toda explicación  y al margen de todos los vericuetos diplomáticos, la lectura que da el pueblo dominicano a este conflicto, creado de manera unilateral por los gobernantes haitianos,  es de que al Gobierno dominicano le ha temblado el pulso ante este boicot irresponsable. 

Un boicot que como dijo el presidente Medina es un asunto de negocio, que nada tiene que ver con soberanía, ni independencia. 

Una huelga que no sólo está golpeando la producción nacional, llevándola a una crisis peligrosa, sino que está sometiendo al pueblo haitiano a una tortura económica, pues ha disparado el precio de un huevo hasta 18 y 20 pesos la unidad. Eso es criminal, un producto básico en la alimentación de ese pueblo, que virtualmente ha sido retirado de su plato por las ambiciones económicas de sectores vinculados al poder haitiano. 

Mientras tanto y aunque nuestras autoridades han asumido una postura digna, los productores de huevos y pollos están viviendo momentos de tensión, corriendo el temor de irse a la quiebra, pues este cuadro no estaba contemplado en su esquema. Como siempre se ha dicho que todo acontecimiento negativo puede generar iniciativas positivas, la huelga de los haitianos en contra de nuestra producción, nos ha permitido conocerlos mejor y darnos cuenta de hasta donde pueden llegar.
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