¡Que descansen en paz!‏


Por: CÉSAR MEDINA

Juan Bosch dijo muy claro y con mucho tiempo lo que quería al morir: “Una tumba sin lápida en campo abierto, en los primeros repechos de nuestra Cordillera, donde crecen los pinos y el buen aire vegano sopla con libertad...”.

Y también dijo bien claro lo que no quería: Compartir con Pedro Santana el deshonor del Panteón Nacional...
 
El mayor homenaje que pudieran hacerle los boschistas a Juan Bosch es respetar su memoria y dejarlo descansar tranquilo donde está, que fue donde él quiso estar.


Lo otro es pura necedad, ganas desmedidas de figuración pública, querer ser más boschista que el propio Juan Bosch.

Con razón sus familiares más íntimos le han salido al paso a José Tomás Pérez y a su propuesta para que Bosch sea llevado al Panteón Nacional.

¿No habrá sufrido ya suficientes desengaños el profesor Bosch en los últimos años de parte de algunos de sus compañeros de partido que han  traicionado sus principios políticos?

Pero si faltaran más motivos para descartar semejante desatino, el más lógico y sensato de todos lo acaba de aportar una nieta: ¿A quién se le puede ocurrir una propuesta de esa naturaleza sin consultar a la familia, a su viuda, a sus hijos, a sus nietos...?

¿Cómo está la tumba...?

A los muertos les gusta que les den vuelta de vez en cuando, que le enciendan una luz, un lirio, una vela, como se le quiera llamar.

Los devotos y creyentes en esas cosas lo hacen muchas veces por simple superchería. O por sentir que cumplen un deber... Pero no hay mejor momento que unos segundos a solas con los seres queridos en el cementerio.

Es un tiempo sublime que cada quien vive a su manera, pero que en todos los casos reconforta el espíritu y prodiga nuevas energías a los que siguen vivos.

Porque es cierto: “Nadie ha muerto del todo mientras haya alguien que lo recuerde...”
Por eso Bosch no morirá jamás... Aunque tampoco está de más darse una vuelta por su tumba para verificar que está allí “el pino con el anillo de bronce” donde se lee su nombre. Porque fue eso lo que quiso... ¡Nada más!

Lo que se dice es que la tumba de Bosch en el cementerio de La Vega  no está tan cuidada como se merece aquel monumento a la dignidad y la honestidad políticas. Es una tarea a cargo del comité provincial peledeísta de esa ciudad.

Tal vez el senador Euclides Sánchez, tan atento siempre a la disciplina de sus compañeros, pueda dar una explicación en ese sentido.

Otros muertos ilustres

La tumba de Peña está siempre limpia “como papel de música”. Casi todos los días va gente a verlo, a prenderle una vela, a contarle sus penas...

La tumba de Balaguer, también en el Cristo Redentor, es otro centro de peregrinación. A diario va gente a pedirle cosas, a recordarle, a agradecerle...

Jacobo Majluta no es tan visitado como los dos primeros, pero ocasionalmente va gente a verlo al cementerio y a prenderle una vela.

A Jacinto Peynado también lo visitan en la Máximo Gómez... No tanto ni con la veneración con que lo hacen con Peña y con Balaguer, pero sus amigos y familiares más cercanos suelen acercarse por allá entre un domingo y otro.

Son los cinco muertos honorables de la política dominicana... Los que de algún modo dominaron el escenario electoral del país en los últimos 50 años. Ellos merecen descansar en paz...
¡La historia que se ocupe del resto!

lobarnechea1@hotmail.com

(Trabajo publicado íntegro como lo envió Agustín Perozo  Barinas, con autorización de su autor)

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