Ahora quieren satanizar a Soto Jiménez
Por: CÉSAR MEDINA
El general Soto Jiménez ha hecho un esfuerzo extraordinario para acercar a Hipólito y a Miguel, dos toros de Miura que llevaban dos años sin verse la cara. Y lo hizo con plena conciencia de que el PRD dividido no tiene ninguna posibilidad...
Que no ya de ganar las elecciones -cosa imposible en un escenario de división y descalificaciones- sino de mantenerse como contrapeso en el necesario equilibrio político, imprescindible en democracia.
Y con ello Soto también le ha rendido un inestimable servicio al sistema de partidos.
Lo que no pudieron lograr ni las oraciones -de Agripino y el Cardenal- lo pudo hacer Soto Jiménez con una mediación inteligente que abre la brecha a una posible reunificación de los grupos perredeístas, justo cuando las animosidades se hallaban en su peor momento.
El reencuentro es difícil y queda todo el camino por recorrer. Pero hasta el viernes al mediodía nadie creía en la posibilidad de que Hipólito y Miguel fuesen capaces de verse cara a cara, estrecharse las manos, y por lo menos sentarse a la mesa a compartir una comida como viejos amigos y compañeros.
Soto Jiménez hizo su trabajo callado, sin ningún ruido, hablando con uno y con otro, tratando de vencer la resistencia de Miguel y poniendo empeño en la realidad que atraviesa el país en este momento con la posibilidad de que el Partido de la Liberación termine acumulando más poder del que ya tiene y convirtiéndose en grupo hegemónico de la política nacional.
El exministro de las Fuerzas Armadas no es una figura extraña al perredeísmo. Fue amigo de Peña Gómez en los tiempos más difíciles, y por eso estuvo a punto de ser echado de la guardia. Cuando el PRD volvió al poder después de 14 años, en el año 2000, nadie dudó que pasaría a dirigir las Fuerzas Armadas. Y lo hizo con dignidad y decoro.
Chismes y animosidades
Del lado de Mejía hay algunos fanáticos que quisieran tirar a Soto a la hoguera, cuando debieran ofrecerle una misa de salud.
Si el PRD llegara a reunificarse como consecuencia de su gestión, sólo Hipólito Mejía resultaría beneficiado aún en la hipótesis poco probable de que tenga que admitir la candidatura presidencial de Vargas para el ‘16 o aceptar neutralizarse en una convención abierta con un nuevo padrón que evite la contaminación del voto perredeísta.
Por una razón sencilla: Desde el punto de vista legal, sin discutir quién pudiera tener más seguidores, Mejía está fuera del PRD y en ese escenario tiene el pleito perdido.
Sólo con un gesto magnánimo -que nunca sería a cambio de nada- pudiera Mejía regresar amnistiado con todas sus prerrogativas al PRD y hasta asumir la presidencia de la organización o negociarla para uno de los suyos. Claro, en un escenario como ese el candidato presidencial tendría que ser Vargas.
Son hipótesis aparentemente difíciles por la presión que tienen uno y otro de sus respectivos seguidores, pero en política no hay imposibles.
En este escenario es donde la intriga contra Soto cobra mayor vigencia. Dicen que él llevó a Hipólito a una encerrona... cuando todo indica que fue lo contrario. El más interesado en esa reunión desde un principio fue Hipólito. Y fue él, Hipólito, quien le propuso a Soto que mediara para hacer posible el encuentro.
Sus posiciones...
Soto Jiménez ha sido coherente en su posición política como presidente del Partido Quinta República. Ha propuesto un frente opositor que desde ahora marche unido hacia las elecciones del ‘16.
En ese propósito firmó un pacto de acuerdo con el presidente del PRD -que no personal con Vargas- y desde entonces vienen trabajando juntos contactando a otras entidades partidarias y líderes de otras organizaciones que consideren la viabilidad de ese esfuerzo.
El único problema que confronta la eventual reunificación perredeísta es la parte fanatizada del pepehachismo que no acepta a Vargas ni lo aceptaría en ningún escenario.
Pero Vargas también se está cuidando de una posible trampa...
lobarnechea1@hotmail.com
(Trabajo publicado íntegro como lo envió Agustín Perozo Barinas, con autorización de su autor)