DOMINGO ESPECIAL
Ángela Diloné: una discapacitada que desea volar
Ángela en su jornada matutina de entrenamiento corre entre 8 y 10 kilómetros
Su entrenador, el cubano Benito León Zamora la define como una atleta muy entregada y valiente
Tiene un record (MB), muy bueno, en 58:32 minutos recorre 8 kilómetros
La condición de discapacidad no le impide a Ángela Diloné, una mujer de 58 años, con ambas piernas amputadas, querer volar como águila y demostrar que su estado no es un obstáculo para desarrollarse y cumplir sus deseos de ser una triunfadora.
Su pasión ha sido la práctica deportiva y desde muy joven se integró a un equipo de atletismo, en el que demostró grandes habilidades, compartiendo espacio con Maricela Peralta, campeona nacional en esta disciplina.
Pero la vida le jugó una mala pasada, y un día cuando regresaba a su hogar en la comunidad de Villa Mella, luego de una jornada de trabajo, fue atropellada por un vehículo en la avenida John F. Kennedy, resultando sus dos piernas rotas.
Para sorpresa de sus familias y allegados, en vez de acobardarse por lo ocurrido esta mujer se armó de valor y decidió enfrentar la situación y seguir adelante con sus planes de ser una vencedora, y servir de ejemplo para quienes no enfrentan su realidad y deciden encerrarse en sí mismos convirtiéndose en un obstáculo para su familia y la sociedad.
Ángela Diloné se define como una persona buena, generosa y humilde, incapaz de hacerle daño a un semejante; no obstante, interpreta el accidente que la dejó incapacitada como un mensaje de Dios para probar su comportamiento, a lo cual atribuye victorias y éxitos. “Siempre he tenido la presunción de que fue un mensaje divino: Ese era mi signo, mi destino.
“La fe en Dios hizo que el accidente no tuviera un impacto negativo y mi único interés es que la sociedad y el mundo me vean como un ente constructivo, no como una pedigüeña”.
Luego de superado el trauma decidió ir a las calles en busca de sus sueños, fue entonces cuando se reintegró como atleta, esta vez en la categoría de discapacitados físicos con doble amputación.
Desde entonces, a tempranas horas de la mañana está en la pista de adiestramiento del Centro Olímpico, donde se entrena para distintas competiciones bajo las orientaciones del entrenador cubano, Benito León Zamora. “Es una preparación muy fuerte”, dice la valerosa dama.
En sus años como atleta discapacitada ha competido en Grecia, donde obtuvo el cuarto lugar; en los Panamericanos de México, también ganó cuarto lugar. Además, ha participado en eventos realizados en New York y Brasil.
Ahora se adiestra para ir a los juegos de España, a celebrarse entre julio y agosto de este año, y otro evento paraolímpico a realizarse en Cuba, entre otros programas internacionales en los cuales tiene planes de participar.
La ventaja de Ángela Diloné está en su resistencia, por eso la importancia de competir en carrera larga, que estén por encima de los 8,000 metros. Su primacía en largas distancias la ha hecho triunfadora en varios maratones Gatorade, como ocurrió en el más reciente celebrado el domingo 4 de marzo, en la Avenida del Puerto, donde obtuvo el segundo lugar y el primero en su categoría de doble amputada.
También logró tres medallas de oro en el festival de atletismo, celebrado el 7 de marzo en el Centro Olímpico, al llegar primera en las carreras a 800, 1,500 y 3,000 metros respectivamente.
La atleta apuntó que tiene el deseo olímpico de seguir adelante, y que no hay piedras, ni espinas que le rompan su espíritu, porque siempre su intención es echar adelante.
El principal obstáculo para asistir a los entrenamientos es trasladarse hasta el centro Olímpico, en cuyo sentido pidió a la OMSA, que por su discapacidad le den un trato más personalizado, puesto que a las personas con impedimentos hay que proporcionarles tiempo y espacio.
Además de ambicionar ser una triunfadora, por el momento su mayor deseo es obtener un “carrito de los pequeños”, en el que pueda movilizarse y tener más facilidad para cumplir con sus entrenamientos.
Recibe una ayuda de RD$3,000 del Ministerio de Deporte y está a la espera de que le otorguen una pensión como vieja gloria, la cual está siendo evaluada, mientras se mantiene a la expectativa de que le sea aumentada porque lo que recibe no le alcanza para nada.
A su juicio, su fe en Dios la mantiene parada, aunque no tenga piernas. “No camino, pero vuelo”, agrega, descifrando que hay cosas que caminando no se pueden alcanzar, “y por eso es que quiero volar bien alto como un águila”.
Narra la deportista que el accidente que la dejó incapacitada fue muy duro para ella y su familia, porque todos sufrieron mucho. Es la última de 8 hermanos, sus padres son el señor Higinio Valentín, y la señora María Altagracia Diloné, ambos fallecidos. Residían en una comunidad de Villa Mella.
Dijo que la familia no supo ayudarla en aceptar su condición y que al contrario fue ella quien les orientó a ellos. Un día los reunió a todos y dijo, “yo sé que ustedes me quieren mucho, pero por favor no me finjan y mírenme con la cara de la verdad y la fe, y de una vez cayeron todos a ¨mis pies¨…”.
Su entrenador la define como una persona abnegada, porque al faltarle las dos piernas y haber vivido una serie de traumas por perder parte de su cuerpo, no ha mostrado ningún problema psíquico, que normalmente afecta a quienes tienen tales impedimentos físicos.
Las prácticas para las competiciones van muy bien y están procurando incluirla en los eventos internacionales programados para el presente año.