Jesús de Nazaret: la muerte sin testigos
Por Jorge Heili | jheili@infobae.com
¿Cómo se pudo saber qué le dijo Poncio Pilatos a Jesús? ¿Fueron los judíos los responsables de su ejecución? ¿Qué delito cometió el hombre que predicaba “ámense los unos a los otros”?
El relato más pormenorizado en los Evangelios es la pasión de Jesús, el que encierra el misterio de la salvación para más de 2000 millones de personas en el mundo.
Pero cómo se puede saber si esos relatos tan detallados y recreados una y otra vez, fueron verdaderamente así.
En la obra del sacerdote jesuita, José Antonio Pagola, Jesús, aproximación histórica, hay un completo capítulo que trata de descifrar los hechos históricos, separados de la tradición y el dogma cristiano.
El primer punto a resolver es el por qué de la condena a muerte. Los Evangelios canónicos sostienen que “el delito” fue considerarse el Hijo de Dios, el Mesías, una blasfemia para las autoridades judías. Además, se dice que el Sumo Sacerdote tomó una posición a favor del imperio, como si hubiera manipulado a Poncio Pilatos.
Las investigaciones y la bibliografía citada por el libro de Pagola coinciden en señalar como poco probable que esa fuera la razón para condenar a un profeta. Algunos se atreven a mencionar el ataque de Jesús en los alrededores del templo como una posibilidad más certera.
Los Evangelios relatan que Jesús la emprendió a palos contra los comerciantes que habían convertido la casa de Dios (el templo de Jerusalén) en una feria y sacaban provecho de aquellos que lo visitaban para ofrecer un sacrificio. De cara a su prédica a favor de los pobres, el argumento cobra más sentido.
El relato bíblico es una recreación posterior. Los hechos se suceden en pocas horas: última cena, oración en el huerto de los olivos, detención, presentación ante los Sumos Sacerdotes, traslado ante Pilatos, flagelación, regreso ante Pilatos y las sacerdotes, condena a muerte, vía crucis, tres caídas, crucifixión y muerte. Todo ocurre en un supuesto lapso de unas 20 horas (si se tiene en cuenta que la última cena fue un jueves al atardecer y la muerte ocurre un viernes a las 3 de la tarde).
Es imposible que así haya ocurrido, hay teorías que sostienen que entre el encarcelamiento hasta la ejecución pudieron pasar meses.
Hay un consenso amplio entre los historiadores que investigaron la vida de Jesús acerca de que las recreaciones detalladas fueron realizadas por escribas. Incluso se sostiene que la culpa sobre los judíos fue para evitar acusar a los romanos, los responsables de la seguridad, la justicia y las ejecuciones.
La crucifixión era un proceso mecanizado por los romanos, que poco tiene que ver con la tradición icnográfica que existe sobre la muerte de Jesús.
En primer lugar, en el Gólgota se crucificaban a varias personas. El condenado a muerte llegaba con un madero transversal y era colgado a unos 40 cm del piso. Estaba ubicado junto a una vía de concurrencia masiva para mostrar el destino de aquellos que desafiaran a Roma.
La muerte sobrevenía por asfixia, pero los soldados romanos solían romper las piernas de los condenados para que al no poder sostenerse de pie y el cuerpo quedara suspendido, la muerte se produjera rápidamente.
Los cuerpos eran tirados a fosas comunes, pero antes de que eso ocurriera, al quedar suspendidos, perros salvajes y aves de rapiña se alimentaban de los restos humanos. Era un castigo cruento, impresionante y muy doloroso, pero así “aleccionaba Roma” a los que desafiaban su autoridad.
En el caso de Jesús, el libro de Pagola considera que seguramente se siguió un procedimiento habitual para su ejecución, pero la tradición posterior, recién 40 o 50 años después de los acontecimientos, recreó la historia y le dio un enfoque más poético, cuando el profeta de los primeros cristianos empezó a verse como el Hijo de Dios que vino a salvar al hombre.