Mantequilla' Nápoles, de la gloria a la pobreza total‏


                                          Está enfermo y vive de la caridad

Los ojos del anciano de 73 años sentado a las puertas de su casa en ciudad Juárez, México, se pierden por momentos en sus memorias. Prefiere sumergirse diariamente en el recuerdo de las 78 peleas profesionales que ganara a puño limpio. Pocos saben que se trata de uno de los grandes del boxeo mundial de todos los tiempos: el campeón welter José Ángel “Mantequilla” Nápoles.

En el ocaso, “Mantequilla” Nápoles llegó hace dos décadas a refugiarse a ciudad Juárez. Casi instantáneo fue su amor por la ciudad y por Bertha Navarro, su esposa, quien lo acompaña a cada momento. “Está chiplito mi viejo. Porque sabe que lo consiento”, nos dice Bertha con amor casi devoto mientras contempla a Nápoles.


Sus colegas y amigos cercanos no pueden olvidar agradecidos las emociones vividas gracias a las peleas del gran campeón, pero como el propio sparring del Nápoles, Ramón Reyna, dice, también reconocen que todas esas glorias tienen ahora un precio.

“José Ángel enfrentó grandes peleadores de su época y obviamente todos esos golpes le han afectado a través de los tiempos. Él tiene demencia senil, enfisema pulmonar, diabetes y le está dando el Mal de Parkinson”, nos dice Reyna.

Sumido en la pobreza

Sin casa propia, vive en una casa que de caridad le prestan, para que no viva en la calle. Su mente aún enfrenta dolorosos rounds ligados a su carrera profesional y también a su país de origen, Cuba.

“Yo no hablo de Fidel porque yo no soy político”, dice. Y cuándo le preguntan cuándo fue la última vez que visitó la isla de Cuba, contesta: “Como una semana…”
Su esposa nos dice que constantemente habla de Cuba. “Incluso dice que fuimos allá, y eso nunca ha ocurrido, agrega ella.

Recuerdos eternos

Cuando se le pregunta por su enemigo más peligrosos, evade una respuesta directa. Su memoria enfrenta entonces la derrota en 1974 contra el campeón Carlos Monzón, por el campeonato mundial de los pesos medianos.

“Evade, evade la plática, porque le trajo muy malos recuerdos esa pelea. Si hubiera estado en otra época, un poquito más joven, creo yo que le hubiera ganado a Carlos Monzón”, asegura Bertha.

Aunque perdió títulos y dinero, su única y más preciada posesión siguen siendo sus dos cinturones de Campeón mundial welter, grandes triunfos aquellos cuando la paga no llegaba siquiera a medio millón de dólares. “Los campeonatos del mundo necesitaban entonces quince rounds, ahora son doce…”, reprocha “Mantequilla” Nápoles.

Sin embargo, increíblemente el anciano campeón parece a diario resucitar de entre sus sombras cuando llega al gimnasio, donde la llamada “pantera negra” del boxeo, espera enseñar sus secretos.

Y mientras sueña con crear un futuro campeón, su realidad diaria le azota crudamente. “A veces nos falta hasta para la leche de él”, termina diciendo Bertha

Con tecnología de Blogger.