Un modelo de vocación y responsabilidad social
EL CENTRO DE FORMACIÓN FUNCIONA DESDE EL AÑO 2007 Y DA ALBERGUE A 164 NIÑOS
Al penetrar las instalaciones de dos niveles del Albergue Infantil Divino Niño Jesús, ubicado en la comunidad Los Coordinadores, próximo a Sabana Perdida, lo primero que se escucha son voces de pequeños alborotados. Cuando se cruzan las puertas de las cómodas y acogedoras aulas, la emoción se hace intensa.
Ver sus rostros sonrientes y escuchar sus “buenos dias”, antes de observarlos en silencio mientras realizan sus labores educativas, alegra a cualquiera que por allí se asoma.
Entre las labores de estos pequeños estan pintar, identificar los medios de comunicación, distinguir los personajes de un cuento y jugar con bloques de colores, construyendo talvez una sociedad mejor o un palacio soñado.
Este espacio educativo que reúne en su interior alrededor de 164 niños, y un personal que más que trabajar por un sueldo, colabora para formar mejores hombres y mujeres, se inserta en el corazón de esa demarcación en el 2007, para llevar tranquilidad, cariño y educación a los menores y a sus familias.
Cercanos al río Ozama viven algunos de estos infantes y sus progenitores, quienes reportan lo crítico que se torna el panorama cuando éste se desborda. El acuífero se ha llevado en ocasiones sus pertenencias, pero no la intención de que estos niños se formen en un lugar digno y seguro.
Según cuenta la superiora y presidenta de la institución acogida como una Organización No Gubernamental (ONG), Sor Rosario Vásquez, quien ha estado involucrada en la creación de este centro infantil, la idea se surge al ver la miseria y las precariedades que agobian a las familias que ahí residen.
Recuerda que empezaron a percatarse de esa realidad durante los viacrucis que realizaban desde la parroquia Sagrado Corazón de Jesús a la que asisten. “En ese momento, viendo esa necesidad quisimos responder como comunidad religiosa a la parte más débil, que son los niños”, precisó.
Sor Cesarina Paulino y Sor Claudia, junto con Sor Rosario, emprendieron las labores de organización y fundación del instituto con su propio dinero, mediante un préstamo bancario de 150 mil pesos para equipar parte del plantel; luego se mudaron a la edificación poco a poco, hasta ocupar los dos niveles de lo que era una casa amplia, donde aún permanecen. Desde entonces, sostenían con sus ahorros todos los gastos del local.
“Este es un proyecto de Dios; si hubiese sido de hombres, ya se hubiera caído”, dice Sor Rosario con una sonrisa en sus labios, como símbolo de todo lo que han logrado en estos seis años.
Este empeño personal de llevar a la comunidad una educación de calidad y mejores estilos de vida para los pequeños, y de paso a sus parientes, empezó a ser apoyado institucionalmente un año después de su fundación por el Banco Caribe y sus empleados, que participan frecuentemente de las actividades que se realizan con los niños.
La religiosa se alegra al reconocer que esta entidad ha llegado al centro de formación como un milagro de Dios, en momentos en que tanto lo necesitaban. “Hemos ido subiendo, nos han apoyado desde entonces, siempre están pendientes”, apunta.
La institución bancaria les provee de los alimentos que consumen los infantes, ya que asisten al albergue desde las 8 de mañana hasta las 4 de la tarde, recibiendo la modalidad de tanda única de educación. Este año se lamentan que solo pudieron recibir menores desde cuatro años, en vista de que las instalaciones ya les resultan pequeñas.
Los infantes, quienes en su principio no llegaban a 100, hoy reciben docencia en aulas equipadas con material gastable, muebles en buenas condiciones y tecnología, desde kínder hasta tercer grado de primaria. El plan a mediano plazo de las religiosas, apoyado por el banco, es poder llegar a tener formación hasta octavo grado y después hasta el bachillerato. El objetivo es, según coinciden, no permitir que los pequeños se aparten del camino de bien y éxitos que están trazando. “Aquí se les da mucho amor a los niños”, precisó.
El plantel cuenta con ocho cursos, comandados por ocho maestros y una orientadora, un pequeño laboratorio de computadoras, una biblioteca, una modesta área de juegos, una cocina y varios baños. Este fue reconocido por el Ministerio de Educación, dependencia del Estado que también les ofrece su mano amiga.
Otros de los planes de las religiosas son seguir mejorando la calidad de sus servicios y construir un área o salón más espacioso para la realización de eventos.
(+)
EL COMPROMISO DEL BANCO CARIBE
El Banco Caribe reiteró su compromiso social con esta acción benéfica, en aras de generar oportunidades a favor de la niñez y la adolescencia. Están enfocados en que esos infantes se puedan formar de manera ininterrumpida, en medio de tantas necesidades, para que una vez estén capacitados puedan insertarse en el mercado laboral y reducir los niveles de pobreza de sus familiares.
La entidad que también aporta al mejoramiento de la infraestructura del albergue, tiene la firme convicción de que si el futuro es la niñez hay que trabajar para ello, por eso su interés radica en contribuir al desarrollo sostenible de los menores, para que crezcan en un ambiente sano, integro, basado en una educación digna y en un espacio acogedor.
(( Testimonios
Yoselyn, residente en el sector y madre de ocho pequeños, tres de los cuales están inscritos en el albergue -dos varones y una hembra- narra que este centro educativo le ha servido de gran apoyo. “Si ese albergue no estuviera ahí, esto estuviera feo. Ellos están mejorando gracias a él”, indicó.
Confiesa que antes de la instalación del espacio ella no sabía qué hacer, debido a que no los iba a enviar a la escuela pública por lo lejos que se encuentra y porque eran muy pequeños, además de que no hubiese podido pagar un colegio.
Además de estos beneficios, María, quien es parte del equipo de cocineras, relata que este albergue ha fungido como fuente de empleo. “No lo hacemos tanto por el trabajo sino también por el aporte social a esos niños”.