SOLIDARIDAD‏



Por Claudia Fernández Lerebours

Cuando nos la devuelven con traición y engaño, nuestra reacción inmediata es abjurar de la solidaridad. “Nunca más haré un favor”, proclamamos heridos. Renunciar a la solidaridad nunca será buena respuesta; cerrarse a dar la mano endurece el alma. 

Además, recibe quien da. Me lamentaba de haber sido solidaria con quien demostró no merecerlo, cuando me saludó alguien que tiempo atrás me prestó una ayuda invalorable. La coincidencia me sacudió y me propuse en lo adelante enfatizar en la maravilla de que muchas veces he sido apoyada por gente buena y servicial, por lo que el mal obrar de personas inescrupulosas no debe incitarme a abstenerme de serlo yo también. La solidaridad siempre engrandecerá.

Con tecnología de Blogger.