LEYES DE INCENTIVO
Hasta que se demuestre lo contrario, un mayor volumen, calidad y distribución de bienes y servicios genera un beneficio en función de la inversión y el precio de lo que se ofrece o produce, o un mayor o menor beneficio en función de la demanda, la libre competencia o factores antagónicos. Entre estos podemos citar la inflación, competencia desleal, reformas, reglas de juego, etc. Dentro de este esquema micro-macroeconómico queda implícita la "indirecta relación entre oferta y demanda" como factor de desequilibrio del mercado hasta que se le ponga hilo al bollo.
Quítate tú pa´ ponerme yo, quítate tú.../, es el estribillo de una salsa de 1972 de las Estrellas de Fania (Fania All Stars), el negocio disquero multimillonario de los judíos de la Gran Manzana, junto con los salseros Johnny Pacheco, Willy Colón, Larry Harlow, Ray Barreto, Héctor Lavoe, Ismael Miranda y compartes. Veamos algunos ejemplos de incentivos para "poner en salsa" la economía dominicana: (a) Ley 299-68 de Incentivo y Protección Industrial (1968), (b) Ley 153-71 de Incentivos a la Promoción y al Desarrollo del Turismo (1971); (c) Ley 409-80 de Incentivo, Protección y Promoción Agroindustrial (1980), (d) Ley 158-01 de Incentivos Turísticos (2001), y (e) Ley 28-01 de Promoción del Desarrollo Fronterizo (2001). Esta última es un factor antagónico como veremos más adelante.
Hoy día la República Dominicana forma parte de esquemas de libre comercio y de instituciones regionales como la OEA, BID y de aquellas instituciones en el ámbito de las Naciones Unidas. Cualquier reforma de cualquier índole tiene un marco de referencia a la hora de aplicar medidas "por la parte más floja de la soga" ya que "por la parte más dura" hay que pensarlo dos veces. En cierta forma estos esquemas pusieron fin a la "chuvadera de gallos" de épocas pasadas para ver las cosas con transparencia y justicia de acuerdo con los nuevos tiempos, con el debido respeto a la Constitución y las leyes de la República.
Pero "en vista de las circunstancias atenuantes" las entidades empresariales nacionales han pedido al Congreso Nacional la modificación de la Ley 28-01 alegando que provoca una distorsión en el mercado nacional y limita las recaudaciones del Estado. Del primer argumento se desprende una prerrogativa privada y del segundo algo por definir, para no acomodar, diferenciar o complicar las cosas. Un tercer alegato podría ser el efecto negativo de la competitividad y del comercio en general pero esto es discutible y atendible. De acuerdo con la nueva reforma tributaria el Congreso Nacional tiene como fecha límite el 7 de enero de 2013 para revisar la Ley 28-01.
El meollo podría solucionarse extrapolando los incentivos de la Ley 28-01 dentro del sector reclamante en aras de la homogeneidad sectorial y/o conglomerado industrial. Como la respuesta de Rocco a Michael Carleone en la película el Padrino: "Diffucult but not impossible". Para buscar una solución primero hay que diferenciar el concepto "Zona Franca Especial" (industrias fuera de los parques de zonas francas), de "Zona Especial de Desarrollo Fronterizo", para llegar a un término empresarial de consenso. En segundo lugar analizar las leyes de incentivo derogadas y vigentes. En tercer lugar buscar puntos de coincidencia entre ellas. Un buen comienzo podría ser la ley 158-01 de incentivos turísticos (y sus modificaciones) para, de manera parecida, dar inicio a la extrapolación de incentivos industriales buscando el desarrollo armónico del sector.
Esto significa que el sector empresarial primero tiene que hacer su trabajo para presentar una propuesta a las autoridades tomando en cuenta la ley y los factores antagónicos dentro y fuera de ella para luego extrapolar los incentivos. Pero además hay que establecer cierto tipo de tratamiento a las empresas ubicadas en la zona fronteriza debido a la distancia y otros factores adversos. Y en cuarto lugar, definir las reglas del juego dentro del conglomerado para poner sobre la mesa el tema de las recaudaciones fiscales. Dice el refrán que "lo que es igual no es ventaja", pero no sucede lo mismo con la justicia que mide a todos con la misma vara. Y se hace justicia cuando se incentiva la productividad, pero en igualdad de condiciones.
Ahora bien, no se puede permanecer indiferente ante lo que con el paso de los años se ha logrado con mucho esfuerzo, sudor, sacrificio y honestidad. Además, el sector industrial tiene que enfrentar no solo factores antagónicos sino también los grandes capitales de la inversión extranjera directa, la que se estimula sin medir las consecuencias, solo los resultados. Por su parecido con el tema nos referiremos a las declaraciones del Superintendente de Bancos, Lic. Rafael Camilo, quien sugirió una viabilización "de las reformas necesarias en el Estado y en la estructura productiva nacional". Puntualizó que "es preciso visualizar la nación bajo una nueva oleada de reformas, que tienda a revisar y cambiar toda la estructura de leyes de incentivos", a las que estima, en muchos aspectos, acabadas” (Ref. "Plantea eliminar leyes de incentivos. Diario Libre. 20/12/2012). Yo no diría que acabadas sino "a ser tomadas en cuenta”. Vistas las cosas de esta manera se podría vislumbrar un nuevo reto nacional para mejorar la productividad y competitividad con el concurso de todos...pero en igualdad de condiciones.
Ante este nuevo reto no sería una quimera la extrapolación de incentivos inherentes a una productividad que genere mayores beneficios e ingresos fiscales. Es verdad que el "incentivo con tinte particular" no solo distorsiona el mercado sino que desestabiliza la homogeneidad del conglomerado industrial tras la búsqueda de un desarrollo fronterizo, que si bien se trata de una zona deprimida que necesita de estímulos amerita la revisión del caso para procurar su desarrollo. Esto es necesario para no desarticular el "enterprise stablishment" a nivel nacional, el que debe medir a todos por igual para que sea factible la aplicación de reformas en beneficio no solo de un sector sino de todos los sectores de la economía nacional.