La expulsión de Hipólito Mejía del PRD y el futuro de la Democracia Dominicana.


Por: Dr. Carlos Julio Féliz Vidal*

La expulsión de Hipólito Mejía del Partido Revolucionario Dominicano, no puede ser un acontecimiento trivial para la democracia dominicana. El juicio disciplinario que se siguió contra un grupo de ciudadanos que ocupan posiciones destacadas en el principal partido de oposición en la República Dominicana, incluyendo entre estos, al ex presidente del país y pasado candidato presidencial, Hipólito Mejía, al Presidente en funciones de la misma organización política, al Secretario General y a la Secretaria de Organización,  desarticuló la estructura de dirección de ese partido y  sacrificó al activo vivo más importante de la organización. 


Si este acontecimiento se ve a la luz de lo que está ocurriendo en el país, a raíz de la Reforma Constitucional del año 1994, que se realizó para salvar la estabilidad institucional luego de una crisis electoral que puso en vilo la democracia, y que conllevó se le recortaran dos años de mandato al presidente Balaguer, y que se   establecería la doble vuelta electoral como mecanismo preventivo de fraude, está claro que existen serios motivos para preocuparnos de caras al futuro político de la nación.

La doble vuelta electoral no ha sido una panacea contra el fraude electoral. 

En el país se ha sustituido luego de 1994, el fraude interno, que se manejaba en la Junta Central Electoral, por una nueva modalidad, el fraude externo, que se produce con la compra de cédulas y de conciencia, elecciones tras elecciones, sin que hasta la fecha se haya abierto un solo proceso penal para perseguir a los delincuentes electorales, de ahí que la doble vuelta no haya contribuido al logro del objetivo para el que fue propuesta: erradicar el fraude.

Si la doble vuelta electoral se analiza desde la perspectiva del sistema de partidos políticos, se podrá notar que ha tenido resultados funestos. Antes de 1994, existían tres partidos mayoritarios, con posibilidades de alternarse en el poder: el Partido Reformista, el Revolucionario Dominicano y el de la Liberación Dominicana, y una gama de partidos menores con posibilidades reales de sostener discursos de disensos, en representación de minorías, que con el paso del tiempo podrían llegar a ser mayorías.

La realidad actual es que el Partido Reformista, ha dejado de ser un Partido Mayoritario, su dirigencia, salvo contadas excepciones, se ha adherido al Partido de la Liberación Dominicana, lo que le ha hecho perder el rol de partido de oposición y la posibilidad de dirigir los destinos del Estado. 

Una gama de partidos minoritarios han seguido la suerte de accionar en los meses próximos al certamen electoral,  asumiendo roles de maquinaria electoral al servicio de las estrategias y tácticas del partido mayoritario, con honrosas excepciones. Son fuerzas inexpresivas,  que han perdido la capacidad discursiva, canalizadores de empleos para dirigentes, lo que les dificulta llegar a ser fuerzas mayoritarias.

En el escenario político, hasta la fecha, hay dos partidos con posibilidades reales de alternarse en el poder, el PLD y el PRD. La expulsión de Hipólito Mejía, deja abierta la posibilidad de que el PLD instaure una dictadura de Partidos en la República Dominicana, lo que sería desastroso para la Democracia. 

Al tiempo que se expulsa al presidente Mejía, se cuestiona vivamente al Presidente del PRD, quien fuera en las elecciones del 2008, candidato presidencial, por haber, supuestamente ser favorecido con dinero proveniente de un capo de la droga, de ahí que expulsado uno y desmoralizado el otro, cuál es el futuro cierto del Partido Revolucionario Dominicano, organización que con sus defectos y virtudes, ha sido un pulmón de la democracia que tenemos. La desaparición del PRD no le conviene al pueblo dominicano. La crisis de los partidos políticos abre las puertas a las dictaduras, dictaduras de hombres o de partidos, ambas son perniciosas para la salud democrática.

Si se viera el fenómeno desde otra perspectiva, el desgaste natural del PLD como partido gobernante, que ya generó un déficit fiscal de 187 mil millones de pesos, que obligó a una odiosa Reforma Fiscal,  podría minar  la fe de la población dominicana   en el sistema tradicional de partidos y darle   paso a una voluntad avasallante (dictadura de persona), que podría secuestrar la democracia dominicana.

 Lo que está en juego no es el interés de algunas personas, lo que está en entredicho es el futuro de la democracia dominicana.Los partidos políticos son los canales constitucionales para acceder a la Dirección del Estado, son las escuelas para formar políticos y son los políticos los que  están llamados a colocar por encima de los intereses particulares los intereses colectivos. Sacrificar los partidos políticos es legitimar la dictadura, la posibilidad de alternar el mando garantiza la salvaguarda de la transparencia de la gestión pública, de ahí que no le convenga al pueblo tener una sola opción que dirija los destinos nacionales.

El PRD ha empezado a cavar un hoyo que podría utilizarse como expediente para su propia sepultura, y si este hoyo se profundiza podría también ser tumba del sistema  de partidos tradicionales. 

Considero, finalmente, un error grave el que los afectados por el juicio disciplinario, entiendan que no deben apelar ante el Tribunal Superior Electoral la decisión rendida en su contra. Deben hacerlo para que sigan siendo perredeistas, si éste órgano les falla en contra, impugnar la resolución ante el tribunal constitucional dominicano, y  si este órgano les perjudica, recurrir ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, porque los derechos políticos forman parte de los derechos fundamentales, y una decisión hasta que no es firme no priva de derechos, mientras tanto podrían participar en buena lid en el futuro del partido, más aún, asumir su dirección e influir en el propio destino de la acción disciplinaria, acorde con una abogacía propedéutica,  bien encaminada.

*El autor es abogado, fue funcionario del sistema electoral dominicano, durante la Gestión de Estrella Sadhalá.

Enviado por Pérez Still

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