Es hora de hacer algo
Por: Suzira Miranda
En nuestro país el suicidio ha alcanzado algo más de quitarse la vida; es matar, eliminar, desaparecer la causa responsable que nos agobia y después terminar con la vida propia y con ello finalizar con el sufrimiento.
Según los expertos las causas van desde problemas sentimentales, económicos, enfermedades mentales(depresión, esquizofrenia) y razones de honor. La realidad es que cada día vemos en las noticias homicidios y suicidios como nunca antes.
¿Será que nos hemos acostumbrando a algo que no es normal? Cómo unos padres pueden imaginar que su niña de 13 años moriría estrangulada por su novio de 18 porque ella se iría a vivir a los Estados Unidos, me refiero al caso de la adolescente Iliana Ruby Ovalles, quien fue estrangulada por Juan Luis Martines García, en Santiago de los Caballeros.
En el país hemos visto crecer los suicidios de una manera alarmante, llegando esto a cualquier estrato social dejando de ser un problema de las esferas humildes y sin acceso a salud mental, llegando inclusive a la clase profesional y exitosa donde es difícil de entender o creer que una persona relacionada a la salud pueda terminar con su vida sin poder interpretar las señales de alarmas que pueden poner su vida en peligro, me refiero al triste caso de la Doctora Soanny Montero, que aunque las autoridades competentes no han dicho categóricamente que fue suicidio las circunstancias llevan a que sí.
En este artículo no presumo de ser experta en la materia, pero como ciudadana puedo ver que no se trata de fenicios simple y llanamente, sino un problema de salud mental, donde las personas involucradas no encuentran otra solución al problema que los agobia.
Sea depresión, ansiedad crónica, soledad, angustia excesiva, ataques de pánico o cualquier termino médico que corresponda, la realidad es que nuestro pueblo necesita urgente la presencia de salud mental como prioridad en el Ministerio de Salud Pública.
Nuestras escuelas necesitan psicólogos, consejeros profesionales que enseñen a nuestros jóvenes a identificar relaciones de alto riesgo, cuales son los síntomas de alerta de que podemos ser un peligro para los demás y para nosotros mismos.
Jóvenes y adultos necesitamos entender que la depresión no es sinónimo de debilidad o de falta de carácter, sino una enfermedad grave que puede llegar a ser mortal. Los que somos creyentes podemos llevar un mensaje de esperanza y aliento a los demás debemos ser solidarios cuando interpretemos que alguien a nuestro alrededor puede estar pasando por una depresión.
En nuestro país el suicidio ha alcanzado algo más de quitarse la vida; es matar, eliminar, desaparecer la causa responsable que nos agobia y después terminar con la vida propia y con ello finalizar con el sufrimiento.
Según los expertos las causas van desde problemas sentimentales, económicos, enfermedades mentales(depresión, esquizofrenia) y razones de honor. La realidad es que cada día vemos en las noticias homicidios y suicidios como nunca antes.
¿Será que nos hemos acostumbrando a algo que no es normal? Cómo unos padres pueden imaginar que su niña de 13 años moriría estrangulada por su novio de 18 porque ella se iría a vivir a los Estados Unidos, me refiero al caso de la adolescente Iliana Ruby Ovalles, quien fue estrangulada por Juan Luis Martines García, en Santiago de los Caballeros.
En el país hemos visto crecer los suicidios de una manera alarmante, llegando esto a cualquier estrato social dejando de ser un problema de las esferas humildes y sin acceso a salud mental, llegando inclusive a la clase profesional y exitosa donde es difícil de entender o creer que una persona relacionada a la salud pueda terminar con su vida sin poder interpretar las señales de alarmas que pueden poner su vida en peligro, me refiero al triste caso de la Doctora Soanny Montero, que aunque las autoridades competentes no han dicho categóricamente que fue suicidio las circunstancias llevan a que sí.
En este artículo no presumo de ser experta en la materia, pero como ciudadana puedo ver que no se trata de fenicios simple y llanamente, sino un problema de salud mental, donde las personas involucradas no encuentran otra solución al problema que los agobia.
Sea depresión, ansiedad crónica, soledad, angustia excesiva, ataques de pánico o cualquier termino médico que corresponda, la realidad es que nuestro pueblo necesita urgente la presencia de salud mental como prioridad en el Ministerio de Salud Pública.
Nuestras escuelas necesitan psicólogos, consejeros profesionales que enseñen a nuestros jóvenes a identificar relaciones de alto riesgo, cuales son los síntomas de alerta de que podemos ser un peligro para los demás y para nosotros mismos.
Jóvenes y adultos necesitamos entender que la depresión no es sinónimo de debilidad o de falta de carácter, sino una enfermedad grave que puede llegar a ser mortal. Los que somos creyentes podemos llevar un mensaje de esperanza y aliento a los demás debemos ser solidarios cuando interpretemos que alguien a nuestro alrededor puede estar pasando por una depresión.
No debemos esperar para decir frente a un ataúd: -"Yo me imaginaba que algo estaba pasando, pero no me atreví a decir nada".
Empecemos nosotros mismo una campaña de esperanza, para salvar vidas, en ocasiones una palabra de aliento, un abrazo, un hombro amigo puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Suzira Miranda