Casos y cosas de las aulas (segunda parte). El Poder.-‏


La Trinchera de Hidalgo Rocha

Por Hidalgo Rocha Reyes

Después realizar el bachillerato y llegar a la universidad lleno de ilusiones, por allá por los años de 1991,  a estudiar la carrera de licenciatura en contabilidad por opción, ya que siempre teníamos el interés de estudiar la carrera de Derecho por vocación, en el Curso-UASD nos encontramos con casos y cosas que realmente llaman a la reflexión. 


 Uno de esos casos sucedió como un hecho sin precedente que marcaría la vida universitaria de varios estudiantes por el solo hecho de observar y comentar dicha observación recibiendo la materia de Analítica y cálculos o MAT-250 con un destacado profesional de la ingeniera de la región y por demás catedrático por excelencia de la materia.

Resulta que impartiendo docencia dicho catedrático deseaba hacer un angulo de coordenada en la pizarra para encontrar cierta distancia entre punto. Para hacer dicho angulo es necesario utilizar reglas o en su defecto, hacerlo a pulso, siempre y cuando el trazado salga derecho.

Pues antes de realizar dicho gráfico el catedrático dijo:

“Vamos a hacer el angulo de coordenadas, alguien tiene una regla?  Ah, esperen!!

A seguida se metió la mano en el bolsillo, saca su cartera, toma una tarjeta de crédito nuevecita, como acabada de entregar y con una sonrisa de satisfacción pocas veces vista en un profesor no muy dado a esas expresiones y  mirando los estudiantes dice: “Con esto también se puede”.

Con dicha tarjeta en manos y realizado el gráfico en la pizarra el profesor se vira al sentir un murmullo al final del aula, donde por la naturaleza de nuestra estatura nos encontrábamos, cuando compañeros, dos del lado derecho y el otro a la izquierda, se me acerca y me dicen:

-         Diablo!! viste eso? Con tantas regla aquí el saco su tarjeta de crédito para hacer el gráfico  parece que le esta haciendo lujo a alguna muchacha".-

-         El otro dice: ”parece que se la acaban de dar, ah el que no ha tenido nada”
-    Yo, con toda honestidad, a saber que él se había dado cuenta del comentario, solo llegue a decir : “bueno”

Fue tan bajo el comentario y tan fino el oído del profesor, que este después de hacer su gráfico  se sentó pregunto los nombre de los cuatros estudiantes que nos encontrábamos al final de la final y santo remedio.

Anoto nadie sabe qué cosa y dijo: “Pueden marcharse, venga al examen final, no se preocupen por nada, ni por asistencias, ni por primer parcial ni segundo parcial ni nada, yo doy esta materia y soy el responsable ante la universidad por ustedes”. Los estudiantes anonadado preguntamos que por qué y este no dijo nada, absolutamente nada.

Asistíamos como cada día en horario de dicha docencia y solo nos decía que éramos muy persistentes y se reía, vengan al examen final, no se preocupen. Asi llegamos hasta los exámenes parciales y como lo había dicho no nos los entregó, solo al llegar al examen final, como lo dijo, nos entrego nuestros exámenes, pero para sorpresa de todo, había cuatro exámenes distintos a los demás, cuatros exámenes especiales que nada tenía que ver con la docencia recibida, uuufffff!!!.

Cuando preguntamos sobre el particular nos dichos que “a los que se la saben hay que hacerle que su masa encefálica funciones en situaciones extremas”. Que verdugo, que timbales!!

Pues asi las cosas, unos optaron por solo poner el nombre, yo hable a ver si me la podía retirar, me dijo que sí, pero que recuerde que esa materia el siempre la va a dar. Tras tal situación y amenaza, tarde par de semestre en volver a darla, par de semestre de saludos solidarios, de encuentro “accidentados”, de amigos y colegas suyo de referencia, de lambonismos diplomáticos, que pudieran borrar o por lo menos menguar aquella situación para poder seguir avanzando en mi carrera. Por el lado de los demás estudiantes, solo vieron dos opciones: Irse a Santo Domingo o solo retirase de la universidad, ambas se dieron.
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