JOSEÍTO MATEO: “Cantaré hasta que Dios quiera”‏

Asegura que es capaz de acostumbrarse tanto a lo bueno, como a lo malo.
 
 
Joseíto Mateo es un ser afortunado. Su larga vida le ha permitido ser testigo de los hechos más trascendentales de la historia del país, pero esto no serviría de nada sin la lucidez que exibe su privilegiada memoria. Aunque durante un camino de 92 años debe ser mucho lo que se pierde en el trayecto, también son muchos los momentos de alegría que un ser humano puede llegar a atesorar.

En sus más de nueve décadas de existencia ha tenido que acudir a muchas despedidas finales, es mucho lo que ha sufrido, pero tambien es mucho lo que ha logrado. Su espíritu jovial y emprendedor ha logrado imponerse al implacable paso del tiempo.

1. La infancia
Me acuerdo como ahora de cuando tenía siete años y comencé a ir a la escuela. Recuerdo cuando comencé a cantar. Aunque  han pasado los que no perdonan, los que siempre llegan: los años. Gracias a Dios aún me mantengo lucido y recuerdo todo.

2. Mis padres
Mis padres, Altagracia Mateo y Paulino Tamárez, eran de San Cristóbal, pero antes la gente emigraba de un pueblo a otro y hasta de un campo a otro. Los dominicanos siempre hemos sido emigrantes, por eso estamos diseminados por el mundo entero. Donde quiera tú te encuentras con un dominicano. En el caso de nosotros fue así. Ellos vinieron a la capital y yo nací en San Isidro.

3. Muchos gobiernos
Como yo he vivido tanto, he visto muchos gobiernos. Me acuerdo del día que Trujillo llegó al poder en el 1930, ya yo tenía 10 años de edad; figúrate, ya yo era un muchachito que comenzaba a convertirse en artista y pasé ese período completo en mis afanes como artista. Después vino la época del PRD, cuando Juan Bosch llegó al poder, después vino la época de Balaguer y así sucesivamente. He pasado todos esos gobiernos y con todos me he llevado bien.

4. El cantante del jefe y del pueblo
Durante la época de Trujillo, decían que yo era su cantante favorito, pero yo les digo que no es que yo era el cantante favorito de Trujillo, sino que yo era el cantante favorito del pueblo. Naturalmente, yo era uno de los favoritos de él, porque en ese tiempo yo era uno de los mejores. En ese tiempo si tú no te metías en política, no tenías problemas. Si venía un borracho y te decía: “¡viva el Jefe!”, lo que tenías que decir era: “¡que viva!”. No es como ahora que tú dices lo que te da la gana y no pasa nada. En esos tiempos no se podía.

5. Quería ser pelotero
Lo que yo quería era ser pelotero, me encantaba la pelota. Jugué pelota y quería ser boxeador y ninguna de las dos cosas me dieron resultado, porque en la pelota no tenía la fuerza ni el tamaño, yo pitchaba y para poder pitchar hay que tirar duro. Yo tiraba muchas curvitas pero me daban muchos palos y me dije: ¡ay no, yo voy a dejar esto! Me metí a boxeador y me dieron una trompada en la nariz y boté mucha sangre y de una vez pensé en dejar eso. Comencé a cantar y me fue mejor. Tan bien me fue, que todavía canto y cantaré hasta que Dios quiera.

6. Una época difícil
Durante el gobierno de Trujillo, para salir de este país, un artista o un pelotero, tenía que pedir permiso, a ver si se lo daban, y si tú no tenías problemas de nada te daban el permiso y podías viajar. En el 1955 me dieron un permiso para viajar a Venezuela, entonces conseguimos permiso, yo,  Casandra Damirón y el cantante Tirso Guerrero. Cuando llegamos a Venezuela todo era muy distinto, porque ya nosotros éramos cantantes profesionales. En aquel tiempo viajar junto a Casandra Damirón (La Soberana) era un honor, porque ella era, en ese tiempo, La Soberana de la Canción.

7. En La Habana
Cuando yo llegué a La Habana, en 1955, antes de Fidel y en plena era de Trujillo, allá me encontré el mismo  problema de aquí con los antitrujillistas. Me encontré con los enemigos de Trujillo que estaban allá, que eran los fundadores del Partido Revolucionario Dominicano, que se fundó allá, con el profesor Juan Bosch, pero seguí sin involucrarme en política. En La Habana comencé a cantar con La Sonora Matancera por mediación a Alberto Beltrán, que cantaba allá y que era conocido como El Negrito del Batey, pero el auténtico negrito del Batey soy yo. Entonces, cuando llegué a Cuba, Alberto Beltrán que estaba pegado y que era famoso, dijo que el verdadero Negrito del Batey era yo y eso me abrió las puertas, naturalmente.

8. La muerte del Campeón
Lo más triste que me ha pasado en la vida es la muerte de Rafael Corporán de los Santos, tanto como la muerte de mi madre. Éramos muy amigos. Lo recuerdo cuando él era síndico de la capital, porque siempre andaba con él y nunca tuvimos un problema. Lo recuerdo con mucho cariño. Cuando él salía de su oficina camino a su casa, siempre pasaba por mi casa a hablar un ratito conmigo, pero ya estaba muy enfermo y muy triste, y yo le decía: “¿qué te pasa Campeón?” porque yo le decía así, porque a  su programa le decían El Campeón de la Televisión. Ya yo notaba que se me estaba yendo. Yo viví todos esos momentos de alegría y también de tristeza.

9. El patio
Esto aquí eran terrenos baldíos. Eran potreros de los Trujillo y después que ellos se fueron, un amigo me dijo: “Mira, están vendiendo solares a dos pesos el metro”. Vine a ver, y donde hoy tengo El Patio yo compré 2,000 metros cuadrados. Hice una casa en el medio y dije: ¿qué yo voy a hacer con tanto terreno? Y un día se me prendió un bombillo, hice una enramada cobijada de guano y busqué muchas sillas prestadas con los vecinos, hice un pasadía, y así nace este negocio que se llama El Patio de Joseíto Mateo.

10. Un hombre feliz

Son tantos momentos felices que yo he pasado que no puedo enumerarlos. Fueron tantos momentos felices que he pasado y que sigo pasando. ¡Oh, y tú sabes lo bueno que es tener todos estos años y todavía poder cantar y bailar. Yo seguiré cantando hasta que Dios quiera.

Agradece lo que le ha regalado la vida

La vida me ha enseñado mucho y no me quejo, porque la vida me lo ha dado todo porque yo vengo de abajo, del lodo, de dónde venimos todos los muchachos de la capital que salimos de barrios pobres. Yo vengo de ahí y fui subiendo de escalafón hasta convertirme en el Rey del Merengue. Nunca le pedí al Congreso ni a nadie que me proclamaran así, ellos me lo ofrecieron.

Así mismo fue cuando me dieron el Grammy Latino a la Excelencia, ellos vinieron a El Patio, cuando llegaron les pregunté quiénes eran y me dijeron que eran del Grammy Latino y que venían a informarme que me habían elegido para otorgarme un Grammy a mí y a la República Dominicana a través de mi música. Entonces les di la bienvenida. Soy un hombre muy conforme porque a mí me lo han dado todo.
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