Víctima de bullying se hizo cirugía para evitar burlas
Tiene 14 años y desde los 7 sus compañeros la llamaban Dumbo. Una fundación que ayuda a niños con deformidades en su rostro le pagó la operación. Y desató la polémica
Entre sus compañeros, Nadia Ilse era “Dumbo”. Sus orejas nunca pasaban desapercibidas. Desde los 7 años era el blanco predilecto de los demás estudiantes a la hora de hacer burlas. No quería ni mirarse en los espejos. Se dejaba el pelo largo y suelto para esconder lo que no le gustaba de su cuerpo. Ir al colegio era vivido como un drama. Y la vuelta solía estar acompañada de lágrimas.
“Me sentía muy mal, como si fuese basura”, recodó en el programa Good morning America, que se emite por ABC. “Me decían que tenía las orejas más grandes del mundo”, agregó.
“Nunca pensé que lo estaba pasando tan mal”, confesó, de su lado, su madre Lynda, quien rechazaba una y otra vez los pedidos de su hija de someterse a una cirugía estética, ya que acababa de perder su trabajo e invierte la mayor parte de su dinero en cuidar a su otro hijo, Joshua, de 9 años, quien padece parálisis cerebral.
Al final, la ONG Little Baby Face Foundation, dedicada a ayudar a niños con deformidades en sus rostros, le otorgó el dinero. Nadia fue operada en junio. Aprovechó, además de modificar sus orejas, para retocarse su nariz y su mentón. Según reporta el Huffington Post, pagó 40 mil dólares.
“Ella no fue elegida para la cirugía por ser víctima de bullying. Lo fue por sus deformidades”, argumentó el líder de la fundación, Thomas Romo, quien a la vez operó a Nadia, cuya madre fue mucho más lejos y comparó a su hija con alguien que tiene los dientes torcidos. La polémica no tardó en llegar.
“Ésta es nuestra cultura actual: adolescentes pensando que la menor imperfección -cualquier desviación de lo que ellas ven en las revistas- es equivalente a una deformidad y necesita una corrección quirúrgica”, cuestionó Jessica Valenti en un duro artículo publicado en The Nation.
Valenti recordó que durante su adolescencia quiso que sus padres le pagaran una rinoplastia. La respuesta fue, más o menos, “tú eres linda, no lo necesitas”. “Yo sabía que no era cierto”, reconoce, pero aclara que tuvo que desarrollar su carácter y aprender a quererse.
Por su parte, Nadia está contenta. Pero aclara: “Perdono, pero no olvido”.
Entre sus compañeros, Nadia Ilse era “Dumbo”. Sus orejas nunca pasaban desapercibidas. Desde los 7 años era el blanco predilecto de los demás estudiantes a la hora de hacer burlas. No quería ni mirarse en los espejos. Se dejaba el pelo largo y suelto para esconder lo que no le gustaba de su cuerpo. Ir al colegio era vivido como un drama. Y la vuelta solía estar acompañada de lágrimas.
“Me sentía muy mal, como si fuese basura”, recodó en el programa Good morning America, que se emite por ABC. “Me decían que tenía las orejas más grandes del mundo”, agregó.
“Nunca pensé que lo estaba pasando tan mal”, confesó, de su lado, su madre Lynda, quien rechazaba una y otra vez los pedidos de su hija de someterse a una cirugía estética, ya que acababa de perder su trabajo e invierte la mayor parte de su dinero en cuidar a su otro hijo, Joshua, de 9 años, quien padece parálisis cerebral.
Al final, la ONG Little Baby Face Foundation, dedicada a ayudar a niños con deformidades en sus rostros, le otorgó el dinero. Nadia fue operada en junio. Aprovechó, además de modificar sus orejas, para retocarse su nariz y su mentón. Según reporta el Huffington Post, pagó 40 mil dólares.
“Ella no fue elegida para la cirugía por ser víctima de bullying. Lo fue por sus deformidades”, argumentó el líder de la fundación, Thomas Romo, quien a la vez operó a Nadia, cuya madre fue mucho más lejos y comparó a su hija con alguien que tiene los dientes torcidos. La polémica no tardó en llegar.
“Ésta es nuestra cultura actual: adolescentes pensando que la menor imperfección -cualquier desviación de lo que ellas ven en las revistas- es equivalente a una deformidad y necesita una corrección quirúrgica”, cuestionó Jessica Valenti en un duro artículo publicado en The Nation.
Valenti recordó que durante su adolescencia quiso que sus padres le pagaran una rinoplastia. La respuesta fue, más o menos, “tú eres linda, no lo necesitas”. “Yo sabía que no era cierto”, reconoce, pero aclara que tuvo que desarrollar su carácter y aprender a quererse.
Por su parte, Nadia está contenta. Pero aclara: “Perdono, pero no olvido”.