Una alemana vive sin dinero desde hace 16 años
Y no porque no pueda, sino porque no quiere. Heidemarie Schwermer decidió deshacerse de todas sus pertenencias. ¿Cómo hace para vivir sin caer en la indigencia?
Heidemarie Schwermer era profesora de primaria cuando se quedó viuda en 1996. Tenía 58 años. Decidió entonces dejar su puesto de funcionaria y ver si podía sobrevivir un mes sin efectivo. "Lo tenía todo. Vivía en una casa preciosa y ya había criado a mis hijos. Fue entonces cuando renuncié a todo. Fue una liberación", explica.
Dieciséis años después, no ha cambiado su filosofía de vida, y sigue viviendo en base al trueque. "Puedo vivir así gracias a los contactos. Mucha gente me conoce, entiende mi proyecto y quiere ayudarme", indicó. "Sé dónde voy a dormir en las próximas semanas, tengo un refugio por si me fallan las provisiones y nunca me falta para comer", añadió la alemana.
Su historia ya ha inspirado un documental, “Viviendo sin dinero”, que fue estrenado el año pasado y que ha sido visto en más de 30 países. La mujer ha escrito también su propia biografía, que lleva el mismo título. Muchas otras personas han seguido su ejemplo desde entonces.
¿Y cómo vive Heidemarie Schwermer?
Ella misma lo resume: "Tengo una oficina en Dortmund. Yo no hago cosas con el trueque. Hago mi trueque aparte. Tengo un correo electrónico e Internet y a cambio cocino cada día para mí y para un grupo de gente de cinco personas. Doy consejos a gente por Internet sobre temas terapéuticos u otros problemas, pero no cobro nada, yo recibo lo que necesito por otro lado", cuenta. Vivo en una Casa de Cultura (una especie de gaztetxe autogestionado que no depende de la Administración) donde trabajan diferentes grupos. La comida viene de una tienda biológica. Puedo dormir allí si no tengo otro techo. Duermo con amigas y tengo al menos diez oportunidades cada noche".
"Doy lo que quiero dar y me dan lo que necesito", ha contado en una entrevista a la web de la cadena de televisión británica BBC. Gracias al trueque cubre sus necesidades más básicas sin someterse "al poder del dinero" y al "tanto tienes, tanto vales".
Para ello se basa en un principio: todos somos iguales, al margen del dinero que uno tiene. Por eso ha decidido librarse de bancos, trabajos esclavos para ganar un salario, alejarse de hipotecas y deudas, para oder tener una vida más genuina y libre. De ahí la importancia del intercambio. "Todos sabemos hacer algo, y siempre hay algo que necesitemos a cambio".
Ello no le impide tener un celular, e incluso un ordenador. Y defiende que su actitud no es antisocial. "Yo siempre he pensado que el mundo que hay no me gusta, el sistema en el que nos movemos no funciona porque la diferencia entre pobres y ricos crece, hemos alterado el clima de la tierra... Yo creo que así no podemos seguir. Y reflexioné sobre lo que podía hacer como persona individual".
El ejemplo de su estilo de vida lo dio cuando cobró el dinero de los ingresos correspondientes a la publicación de su libro “Mi vida sin dinero”: lo repartió entre mujeres maltratadas, asistentes sociales y diversos colectivos de ayuda. Ella no lo necesitaba.
"Mi actividad, que tiene como misión llamar la atención sobre la injusticia, es mi vocación. No necesito vacaciones", sostiene "Ése es uno de los errores de nuestra sociedad, que separa ocio y trabajo, porque la mayoría hace algo que no le gusta sólo por ganar dinero y gastarlo en cosas que no necesita“
Heidemarie Schwermer era profesora de primaria cuando se quedó viuda en 1996. Tenía 58 años. Decidió entonces dejar su puesto de funcionaria y ver si podía sobrevivir un mes sin efectivo. "Lo tenía todo. Vivía en una casa preciosa y ya había criado a mis hijos. Fue entonces cuando renuncié a todo. Fue una liberación", explica.
Dieciséis años después, no ha cambiado su filosofía de vida, y sigue viviendo en base al trueque. "Puedo vivir así gracias a los contactos. Mucha gente me conoce, entiende mi proyecto y quiere ayudarme", indicó. "Sé dónde voy a dormir en las próximas semanas, tengo un refugio por si me fallan las provisiones y nunca me falta para comer", añadió la alemana.
Su historia ya ha inspirado un documental, “Viviendo sin dinero”, que fue estrenado el año pasado y que ha sido visto en más de 30 países. La mujer ha escrito también su propia biografía, que lleva el mismo título. Muchas otras personas han seguido su ejemplo desde entonces.
¿Y cómo vive Heidemarie Schwermer?
Ella misma lo resume: "Tengo una oficina en Dortmund. Yo no hago cosas con el trueque. Hago mi trueque aparte. Tengo un correo electrónico e Internet y a cambio cocino cada día para mí y para un grupo de gente de cinco personas. Doy consejos a gente por Internet sobre temas terapéuticos u otros problemas, pero no cobro nada, yo recibo lo que necesito por otro lado", cuenta. Vivo en una Casa de Cultura (una especie de gaztetxe autogestionado que no depende de la Administración) donde trabajan diferentes grupos. La comida viene de una tienda biológica. Puedo dormir allí si no tengo otro techo. Duermo con amigas y tengo al menos diez oportunidades cada noche".
"Doy lo que quiero dar y me dan lo que necesito", ha contado en una entrevista a la web de la cadena de televisión británica BBC. Gracias al trueque cubre sus necesidades más básicas sin someterse "al poder del dinero" y al "tanto tienes, tanto vales".
Para ello se basa en un principio: todos somos iguales, al margen del dinero que uno tiene. Por eso ha decidido librarse de bancos, trabajos esclavos para ganar un salario, alejarse de hipotecas y deudas, para oder tener una vida más genuina y libre. De ahí la importancia del intercambio. "Todos sabemos hacer algo, y siempre hay algo que necesitemos a cambio".
Ello no le impide tener un celular, e incluso un ordenador. Y defiende que su actitud no es antisocial. "Yo siempre he pensado que el mundo que hay no me gusta, el sistema en el que nos movemos no funciona porque la diferencia entre pobres y ricos crece, hemos alterado el clima de la tierra... Yo creo que así no podemos seguir. Y reflexioné sobre lo que podía hacer como persona individual".
El ejemplo de su estilo de vida lo dio cuando cobró el dinero de los ingresos correspondientes a la publicación de su libro “Mi vida sin dinero”: lo repartió entre mujeres maltratadas, asistentes sociales y diversos colectivos de ayuda. Ella no lo necesitaba.
"Mi actividad, que tiene como misión llamar la atención sobre la injusticia, es mi vocación. No necesito vacaciones", sostiene "Ése es uno de los errores de nuestra sociedad, que separa ocio y trabajo, porque la mayoría hace algo que no le gusta sólo por ganar dinero y gastarlo en cosas que no necesita“