BUENAVENTURA BÁEZ: DE SUS ENREDOS AMOROSOS (I)

Es casi seguro que algunas de sus aficiones, entre ellas su desmedido afán de lucro personal y las mujeres, que formaron parte intrínseca de su vida, hayan eclipsado su trayectoria de servicio al país. Por Jesús Méndez Jiminián

La influencia política y la personalidad de Buenaventura Báez (1812-1884), a quien sus íntimos llamaban Ventura, han sido objeto de estudio y análisis por parte de investigadores nacionales y extranjeros de la historia dominicana.

El caudillo del Sur "compartió junto al general Santana el liderazgo político nacional desde los primeros años del nacimiento de la República, y más tarde fue rival de Luperón (…)"

Mu-Kien A. Sang ha descrito a Báez como un "político orgulloso, aristócrata y absorbente". Otros, entre ellos don Emilio Rodríguez Demorizi, ha apuntado sobre su personalidad, que era un "hombre enérgico, altanero, con instrucción no común para la época".

Quizás en esto último que hemos anotado, radica el pecado mayúsculo de Báez en términos políticos, pues, producto de su esmerada educación el país esperaba más de él en la conducción de sus destinos.

Sin embargo, es casi seguro que algunas de sus aficiones, entre ellas su desmedido afán de lucro personal y las mujeres, que formaron parte intrínseca de su vida, hayan eclipsado su trayectoria de servicio al país.

Pero, también puede ser que en sus raíces familiares se encuentre la clave perfecta para examinar su escandalosa conducta pública y privada. El padre de Buenaventura Báez, Pablo Altagracia Báez, nació fruto de una relación adúltera entre un cura, Antonio Sánchez Valverde, y su madre. Producto de esta situación, el niño fue abandonado, y adoptado por un señor francés de oficio platero, de quien adquirió el apellido Báez.

Ya hombre, Pablo Altagracia logró hacer fortuna, en Azua, llegando a ser propietario de grandes fincas de cortes de madera, aserraderos, panaderías, destilerías, etc. Incluso, en 1821 llegó a ser alcalde de Azua.

La madre de Buenaventura Báez, Teresa de Jesús Méndez, a quien comúnmente llamaban "Camateta" o "Mai- Teresa", era una "esclava que Pablo Altagracia Báez compró a un señor llamado Eduardo Ferrer, logrando convertirla en su mujer". De la relación marital entre los padres de Báez nacieron, incluido él, siete hijos bastardos: Buenaventura, el mayor de todos; Carlos, Félix, Damián, Altagracia, Irene y Rosa. Sabido es, que Pablo Altagracia tuvo hijos con varias mujeres más, algo en lo que con el tiempo le seguirá los pasos su primogénito Buenaventura.

Buenaventura Báez y Méndez, nuestro personaje, "saltó a la vida pública en 1843" cuando fue electo por la provincia de Azua como diputado a la Constituyente haitiana, logrando ocupar más tarde, ya proclamada la República (1844), otras posiciones públicas de cierta relevancia.

Por estos años, en los que alcanza cuanto prestigio político, Charles Christian Hauch en su obra "La República Dominicana y sus Relaciones Exteriores (1844-1882)", describe a Báez en estos términos:

"…Báez era un agradable cortesano, que vestía con elegancia al estilo victoriano de la época, que usaba patillas y cuidaba bien su cabello. Era un político hábil, que sabia valerse del tacto y la suavidad para lograr sus objetivos". (p. 54).

Con el andar del tiempo, ya en la etapa de madurez de su carrera política, el propio Hauch en su citada obra apunta, que "Báez era un ejemplo típico del político suave, cultivado e inescrupuloso".

A la edad de 37 años, y con muy buena popularidad en todos los sectores de la vida dominicana, Báez juró por primera vez a la Presidencia de la República, el 24 de septiembre de 1849, contando con el apoyo del general Pedro Santana de quien había sido su Consejero. Sin embargo, las confrontaciones políticas entre ambos líderes no tardarían en desatarse. En 1853 se produce la ruptura definitiva entre ellos. Se convertían en enemigos políticos. El poder los apartaría para siempre. Los adversarios de Báez, le dedicaron entonces esta "agresiva copla" al decir de don Emilio Rodríguez Demorizi:

"No le digan Presidente, díganle Ventura Báez, que es el hijo de Mai- Teresa, esclava de Pablo Báez".

Desde sus años mozos, Báez, era ya todo un galán para las mujeres. De esta época y, sus primeros pasos en la carrera política, Hauch recuerda esta descripción del joven donjuán de la política criolla:

"(…) Báez era un caballero fino y culto, que había recibido una educación en Francia: un hecho que supuestamente le convertía en francófilo (…), más inclinado a esa nación que a otra potencia en el juego dominicano de buscar estrechas relaciones con algunos extranjeros". (p. 54).

Hoy día se desconoce si Báez alcanzó título académico alguno en sus estudios superiores. Durante su primer período de gobierno (1849-1853) el país disfrutó de una relativa estabilidad político-social. Las revueltas políticas desaparecieron. Santana logró instalarse nuevamente en el poder en junio de 1856. Báez se convierte en exiliado político y se dirige a Saint Thomas. Desde ahí conspiraría hasta volver al poder nuevamente en septiembre de 1856. En su segundo gobierno, muy breve por cierto, una revolución cibaeña lo sacaría del poder en el verano de 1857: la Revolución de Julio. Pese a que Santana asume por nueva vez las riendas del Estado, sus días de gloria estarían contados. Báez, por su lado, tendría todo un mundo político por delante, y también, fortuna que amasar y muchas mujeres con las que se enredaría en el camino, prometiéndoles a todas amor y boda, cosas que nunca cumpliría. (Continuará)

El autor es ingeniero, escritor, miembro de la Academia Dominicana de la Historia y de la Cátedra "José Martí" en la UASD.

"Báez era un ejemplo típico del político suave, cultivado e inescrupuloso".
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