¡Ay dolor que Doctor!

Por: Luis Terreo Melo

Usualmente las personas se quejan por molestias que suelen ser de índoles físicas, mentales o emocionales; otras suelen ser de carácter culturales, como es el caso de la queja más reciente y resonante de algunos barahoneros, respecto a la pérdida del Casandra.

Pero sin importar cuál de las molestias nos aqueje más, lo cierto es que usualmente nos quejamos después de sentir las molestias.

Pero ¿qué hacemos para prevenir esas molestias?.

“Nada, nadita de nada”.

Como dice el dicho: “el dominicano pone candado después que le roban”. En la mayoría de los casos eso es cierto, porque estamos acostumbrados a quejarnos después que estamos mermados por el dolor y el sufrimiento; pero ignoramos que esas molestias se pueden prevenir si actuamos con cautela y hacemos algo para prevenirlas antes de que nos aquejen, pero no hacemos “nada, nadita de nada” por prevenirlas, porque somos despreocupados de los problemas colectivos, aunque presumimos no serlo.

Queremos que se nos dé de todo, y hasta que los doctores nos devuelvan la salud, pero cuando logramos nuestro objetivo o cuando estamos recuperados no hacemos “nada, nadita de nada” para preservarla o para prevenir que recurra el mismo mal u otros males que se pueden ramificar como consecuencia del primer mal.

He notado con tristeza la disputa que desde hace un par de años están litigando los familiares de Casandra Damirón y la Asociación de Cronistas de Artes (ACROARTE) en torno al nombre de Casandra y los premios artísticos “El Casandra” del cual todos los barahoneros, mejor dicho los dominicanos, sentimos orgullo, pero a veces el orgullo no es bueno, porque nos hace dormir en laureles falsos y así estuvimos los barahoneros dormidos en los laureles falsos a la realidad del Casandra.

Hemos estado dormidos en un sueño letárgico, laureado con falsedades y aunque es hermoso soñar, en algún momento debemos despertar y tratar de hacer esos sueños realidad; aunque existan algunos que dirán lo contrario, acepto su rebeldía porque siempre hay excepciones a las reglas.

Los Barahoneros debemos unirnos y reclamar con justicia los derechos de nuestro pueblo, eso es asunto de todos, ya que la desunión ha sido el fracaso en todos los ámbitos de los barahoneros. Desunidos no podremos reclamar “nada, nadita de nada”, porque cuando lo hacemos por separado somos presas fáciles del gavilán que está al asecho y uno a uno por separado podría acabar con nosotros, pero unidos sería una historia diferente.

Solo estamos reclamando la reincorporación del Casandra, en honor a la más grande estrella del Folklor Nacional, en el magno evento que ya supera la nacionalidad, pero no hemos sabido reclamar la relevancia de nuestro pueblo en los premios que hoy tratamos de litigar, porque solamente estamos cacareando, ante ACROARTE, que como gavilán se aprovecha de la situación antes los reclamos de vertientes desunidas.

También, los barahoneros debemos reclamar justamente la incorporación de Barahona, la tierra que la vio nacer y de la cual ella se sintió muy orgullosa. La soberana, como le llamaban a nuestra Casandra, visitó su pueblo frecuentemente y a menudo expresó su amor hacia Barahona. Desconozco y estoy seguro que muchos barahoneros al igual que yo desconocen las reales intenciones de los familiares de nuestra Casandra y de ACROARTE respecto al Casandra, pero como dicen por ahí, “más vale tarde que nunca”, me gustaría y estoy seguro que muchos barahoneros quisiéramos conocer esas intenciones, y el porqué de la tardanza en esas intenciones.

Hasta el momento doy por asegurado que la mayoría de nuestros compueblanos desconocen las razones de los reclamos hechos por los familiares de Casandra y de ACROARTE. En mi humilde opinión, creo que fue una falta de respecto al pueblo barahonero hacer eso sin consultar al pueblo, pero a la vez…¿cómo consultar a un pueblo que no está unido, ni organizado?, y si lo está, es con intereses políticos.

¡Ay dolor que Doctor!. Me quejo porque me duele; espero que los barahoneros comprendan mi queja aunque sea después del robo; pero aún así, creo que los barahoneros no pondremos candado y la puerta seguirá abierta; aunque seguramente el gavilán volverá y entrará cuantas veces quiera hasta que no quede uno de los que están cacareando.
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