Una lágrima por Bulá

Por: Nélsido Herasme

Bulá, es Fernando Rodríguez, el alegre animador de las caravanas del Partido Revolucionario Dominicano en la capital, quien en la madrugada del pasado domingo 8 de los corrientes murió fulminado por un ataque de su corazón y cuyos restos fueron velados en el local de su organización en el sector de Guachupita, localizado en la Región Central 2. Allí se vivieron escenas de puro dolor por la partida de Bulá.

Familiares, compañeros, amigos y toda la vecindad de Guachupita se unieron en un solo llanto y en una sola tristeza, embargados por el vacio que dejó el militante político.

La dirigencia institucional del PRD encabezada por Orlando Jorge Mera, Milagros Ortiz, Alfredo Pacheco e Isidro Torres, se hizo presente en el velatorio de Bulá hasta acompañarlo a su última morada en el cementerio Cristo Rey.

Bulá, además de ser un dirigente político, se destacó como músico, animador de fiestas, ferias, kermeses y carnavales populares, por cuya composición de redoblante, trompeta y tambores bautizamos como el jefe de la “Fanfarria de Guachupita”.

Dirigentes perredeistas, pertenecientes a la circunscripción 3, del Distrito Nacional aprovecharon el fallecimiento de Bulá para montarle una guardia de honor ante su féretro.

Otros se replegaban en pequeños grupos, analizaban el desempeño de su partido en el pasado torneo electoral y lloraban con amargura tanto la partida del compañero, como la pérdida de las elecciones celebradas el pasado 20 de mayo.

Los niños, los jóvenes y los adultos de la barriada de Guachupita vieron pasar por los frentes de sus casas el ataúd conteniendo los restos mortales de uno de sus mejores hijos.

A ritmo de tambores y redoblantes fue despedido Fernando Rodríguez, dejando atrás a sus hijos quienes están compelidos a continuar su ejemplo de persona de bien, entregado siempre a las mejores causas de su pueblo.

Bulá deja en Guachupita a un PRD victorioso en el pasado torneo electoral, pero derrotado una vez más por el uso, abuso de los recursos del estado y por la puñalada trapera inferida por algunos de su propio partido, quienes aun hoy siguen llamándose dirigentes perredeistas.

¡Paz a los Restos de Bulá!
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