Mario Benedetti trabaja en el Gran Acelerador de Hadrones

Contó a Infobae América su experiencia y los desafíos de la comunidad científica ante la partícula de Higgs





Cuando Mario Benedetti comenzó a trabajar en los laboratorios de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) en 1974, no podía saber que años más tarde tendría la oportunidad de participar en el proyecto científico más ambicioso de la historia, el Gran Colisionador de Hadrones, la "máquina de Dios", el buscador del origen de la materia en el Universo.

Nacido en Italia y vuelto argentino por adopción, este ingeniero de 67 años se ocupó de las fuentes de alimentación para controlar el acelerador de partículas. Su aporte es permanente. "Cada seis meses hago un viaje presencial de 20 días y después trabajo cotidianamente vía Internet", afirma el investigador y especialista en la electrónica de potencia.

En diálogo con Infobae América, Benedetti explicó qué significa el colisionador para la ciencia y de qué servirán los hallazgos que de él surjan. "Fui tocado con una varita mágica, porque formar parte de un proyecto de esta envergadura es increíble", aseguró.


-¿Qué representa la recientemente hallada partícula sospechada de ser el bosón de Higgs para la comunidad científica?
-Los físicos teóricos la estaba buscando y los experimentales intentábamos encontrarla. Todavía estamos en los estudios preliminares, porque sabemos que hay una nueva partícula, pero no si es la de Higgs o una variante. Si lo fuera, permitiría corroborar totalmente la fórmula propuesta para explicar cómo se la da la materia a las partículas elementales.

-¿Para qué serviría un descubrimiento de estas características?

-Si le hubieran preguntado lo mismo a Albert Einstein, no lo habría podido responder. Sin embargo, hoy los GPS funcionan gracias a su teoría de la relatividad, que tiene un sinfín de aplicaciones, incluso algunas que no tienen que ver con el descubrimiento, sino con desarrollos tecnológicos asociados. La web fue desarrollada para el uso de los científicos y hoy es una herramienta fundamental. Los avances en la ciencia no se ven rápidamente en la vida cotidiana, entonces todavía no podemos saber para qué servirá. Pero el conocimiento siempre tiene impacto. Según el caso particular, puede tomar 10, 20 ó 30 años.

-El colisionador se puso en funcionamiento por primera vez en 2008, pero ¿cuándo comenzó el proyecto?

-Llevó 20 años ponerlo en funcionamiento. Los aceleradores del CERN se comenzaron a construir en el 54. Éste es el último de la cadena, que necesitó de otros previos para ir cargándolo. La física fue avanzando en esto. Cada nuevo acelerador tenía un objetivo, que si se alcanzaba, se pensaba en el siguiente. Puntualmente, el trabajo de este acelerador comenzó en 2005.

-¿Este acelerador será el último o ya están pensando en el próximo?

-Todavía tiene un largo camino de descubrimientos por delante. Se estima que durará unos 20 años más, aunque se está pensando en cómo modificarlo, en cómo darle más luminosidad, en cómo conseguir una mayor cantidad de protones en la colisión.

-Usted trabajó en el exterior, como muchos otros científicos argentinos, ¿cree que la Argentina es un país para la ciencia?

-Soy un ejemplo de que la ciencia es posible en mi país, porque nunca quise radicarme en otro lado. Trabajo en el CERN, pero siempre con la idea clara de que desarrollo mi ciencia en la Argentina. Tengo mi laboratorio y mi gente acá. Hemos pasado momentos muy difíciles y somos sobrevivientes de los vaivenes de la política, aunque en este últimos tiempo hemos sido apoyados por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el CONICET o la Agencia Nacional de Promoción Científica.

-¿Cómo se valora a los científicos argentinos en el mundo?

-Se valora el que seamos sobrevivientes y estamos más abiertos. Somos más generalistas que especialistas, no nos asusta nada y eso es un diferencial con respecto a los demás científicos, que como se centran en un solo tema, al apartarse, se pierden.
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