¡Los muertos hablan!
NEYBA, BAHORUCO.- La señora Dulce María Sánchez Reyes, estaba en casa de un familiar en Santo Domingo, cuando fue llamada por la vía telefónica, pero nunca se imaginó que se le contactaba para rezarle a una persona que lo había pedido después de un año de muerta.
Rosalía Díaz Mesa, en ocasiones se desvelaba presuntamente por que su difunto hijo le requirió en sueño un nuevo rezo debido a su inconformidad por la manera con que le rezaron cuando pereció.
Los restos del joven Guillermo, cuyo padre, el señor Rigoberto Montes de Oca, preso en la actualidad, fueron velados en el casco urbano de Neyba.
Cumpliendo con el pedido de su vástago, su madre invitó a familiares y allegados a su segundo rezo realizado este sábado, en el paraje Los Pichones de la Zona Cafetalera de aquí.
Así Dulce María, acompañada de Gladys Díaz y de otras mujeres, entonaron las salves que harían feliz “en el cielo” al difunto. ¡Paz a sus restos!
El rezo forma parte de la cultura dominicana y para muchos es la manera en que se le entregar a Dios el alma del que muere, otros no creen en esta creencia, asegurando que el que deja de vivir es enterrado sin saber de nada.
Por: Faustino Reyes Díaz
Rosalía Díaz Mesa, en ocasiones se desvelaba presuntamente por que su difunto hijo le requirió en sueño un nuevo rezo debido a su inconformidad por la manera con que le rezaron cuando pereció.
Los restos del joven Guillermo, cuyo padre, el señor Rigoberto Montes de Oca, preso en la actualidad, fueron velados en el casco urbano de Neyba.
Cumpliendo con el pedido de su vástago, su madre invitó a familiares y allegados a su segundo rezo realizado este sábado, en el paraje Los Pichones de la Zona Cafetalera de aquí.
Así Dulce María, acompañada de Gladys Díaz y de otras mujeres, entonaron las salves que harían feliz “en el cielo” al difunto. ¡Paz a sus restos!
El rezo forma parte de la cultura dominicana y para muchos es la manera en que se le entregar a Dios el alma del que muere, otros no creen en esta creencia, asegurando que el que deja de vivir es enterrado sin saber de nada.
Por: Faustino Reyes Díaz