¿De qué calidad de la educación estamos hablando?

Autor plantea una reforma integral que fortalezca la importancia de la educación

Escrito por: LUIS GARCÍA

En la última década se ha hablado mucho acerca de la necesidad de mejorar la calidad de la educación dominicana, especialmente unos pocos expertos, otros que se autoproclaman como tales y un tercer grupo que ni idea tiene de a qué se están refiriendo; pero que enarbolan ese discurso a sabiendas de que tiene espacios en los medios de comunicación.

El propósito no es refutar a quienes reiteran en el tema, particularmente a quienes abogan por la asignación del 4% del Producto Interno Bruto para la educación, sino, por el contrario, animarles a que continúen socializándolo.

Sin embargo, la calidad de la enseñanza en la República Dominicana no debe ser un tema de moda ni del abordaje de todo el mundo, dada la seriedad que implica para el desarrollo nacional.

La idea consiste en pasar de la retórica, como modismo, al discurso propositivo para propiciar una reforma curricular que superare la vigente desde 1995 con la publicación de la resolución 1-95 del Consejo Nacional de Educación. Esa reforma debe plantear seriamente una enseñanza integral que incluya las áreas ambiental, cultural, deportes, artes, salud, tecnologías e investigación en el campo de las ciencias, entre otras.

El aporte de la educación al desarrollo de una determinada sociedad es múltiple y se manifiesta en las dimensiones ética, social, económica, cultural y política.

En ese sentido, resulta indudable que ésta constituye un medio privilegiado para asegurar un dinamismo productivo con equidad social, favorecer la democracia mediante la promoción del ejercicio ampliado y sin exclusiones de ciudadanías, avanzar a mayor ritmo en la denominada Sociedad del Conocimiento y enriquecer el diálogo entre los sujetos de diferentes culturas y visiones del mundo.

El consenso respecto a este impacto diversificado y estratégico de la educación contrasta con la dificultad de los países en vía de desarrollo, como el caso de la República Dominicana, para lograr saltos sustanciales en calidad, equidad y eficiencia.

Una mirada en la dirección anterior nos lleva, como parte del planteamiento de la problemática, a la siguiente pregunta, pero ¿De qué calidad de la educación estamos hablando en la República Dominicana?

Hay que insistir en una reforma curricular, no la de aposento que se promueve en la actualidad, sino una que convoque la participación de todos los sectores que inciden en la vida nacional y, cuyo propósito fundamental, sea impulsar una serie de programas innovadores que posibiliten el egreso de bachilleres con conocimientos pertinentes para incursionar exitosamente en el mercado productivo o continuar sus estudios superiores.

Otras naciones lo han logrado, ejemplo Brasil, a pesar de que cuenta con 56 millones de estudiantes y 2 millones de maestros y maestras. Entre otras cuestiones, se impone la vinculación de la educación al desarrollo de las empresas, a la vez que persiga ampliar y democratizar la oferta de cursos de la enseñanza técnica, formación profesional y tecnológica para la población.

Otro aspecto importarte sería intensificar el uso de las tecnologías en las aulas, tanto para mejorar la calificación de los profesores como para ampliar y profundizar el contenido académico a disposición de los estudiantes. Esto, sin dudas, contribuirá a mejorar la capacitación y actualización de los docentes en toda la geografía del país.

Lo cierto es que si queremos mejorar la calidad de la educación dominicana, debe hacerse en función de propuestas en esa dirección, no con poses mediáticas.

Los beneficios

Resulta indudable que la educación constituye un medio privilegiado para asegurar un dinamismo productivo con equidad social, favorecer la democracia mediante la promoción del ejercicio ampliado y sin exclusiones de ciudadanías, avanzar a mayor ritmo en la denominada Sociedad del Conocimiento y enriquecer el diálogo entre los sujetos de diferentes culturas y visiones del mundo.

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