Que conste en la historia, las razones

POR: ELPHIS PEREZ.

Amigas y amigos, que tal:

QUE CONSTE EN LA HISTORIA LAS RAZONESAntes que nada quiero agradecer a todas aquellas personas que se han interesado y solidarizado con quien se les dirige; las hay de distinta índole: política (incluso gente del partido de gobierno), empresarial, artística y comunicacional, pero sobre todo a las personas de mi propio ambiente laboral que han entendido perfectamente el hecho, y por tal razón me han manifestado su reiterada solidaridad, muy a pesar de la presión que sobre ellos ejercen quienes me persiguen para que no se manifiesten a mi favor. A toda la región mi mas sincero y profundo agradecimiento.

No quiero hacer de esto una epopeya. Sobre el hecho que me afecta he sabido de la existencia de diferentes interpretaciones, que aunque las respeto no las comparto en todos sus aspectos. Intento con esto despejar las brumas que puedan traer estas interpretaciones. Sé perfectamente la importancia que tiene el papel de víctima, no solo en la sociedad dominicana, si no en todo el mundo, más no me interesa sacarle ningún partido a esto. De aquí en adelante solo quiero que cualquier acto de solidaridad que se siga manifestando sea considerado como producto de la admiración de quienes han entendido mis dimensiones, éticas, laborales y profesionales, no como víctima.

He hecho un detenido análisis sobre los acontecimientos suscitado en el ambiente laboral donde desempeñé mis funciones durante 13 años, que por otra parte tienen extrañas conexiones con cuestiones que nada tienen que ver con lo laboral-profesional.

Sobre este análisis quiero decir y a la vez hacer énfasis, que he apartado hasta donde he podido la emotividad y sentimentalidad, porque todos sabemos lo mucho que una gran carga de estos elementos puede afectar el criterio objetivo que he pretendido emplear.

En esta trama que he considerado como una urdimbre diabólica, criminal y lesiva a los mejores intereses de la sociedad, he tomado en cuenta tres categorías de individuos que han sido eslabones de esta abominable pero poco inteligente maquinación:

Personas cuya ambición desmedida no alcanza su saciedad, y a la que le resultan amenazados sus intereses políticos por la posición de firmeza y lealtad que ostenta el agredido. Cabe señalar entre estas a un personaje de triste figura, que se oculta en oscuros salones de la empresa cuando visita a sus privilegiados empleados chismosos para que honren su consagrada misión de adular y chismear, y que además, le molesta saludar a su personal porque sus enraizados complejo y odio no se lo permiten.

Individuos que anhelan la posición del agredido, a los que sus condiciones intelectuales no les permiten exhibir el brillo profesional del mismo, que buscan afanosamente un reconocimiento. Al adolecer estos individuos de graves deficiencias intelectuales y fonológicas, por sus deficiencias académicas, unos, y por su magras condiciones fisiológicas, otros, esto último provocado por abuso de sustancia tóxica, no logran la admiración y aprobación que su debilidad de carácter constantemente les exige. En este punto cabe señalar, modestia aparte, que al agredido -quien les habla- les sobran, más no las busca, todas las manifestaciones de admiración que su amplio público le profesa.

Personas mediocres, cuya única función que pueden desempeñar es la de calieses rastreros y adulones, que por otra parte son recibidas con gratitud por parte del “jefe”, ya que la deficiente formación humana de este último se alimenta de este tipo de borregos.

En este punto me detengo para resaltar, el alarmante grado de pulsión de odio que anima a estos sujetos. En la tarde del lunes 25 de junio del año en curso, recibo una llamada telefónica de una persona autorizada, advirtiéndome que no fuera ese día a la empresa de radio a realizar mis labores habituales, ni que tampoco lo hiciera al día siguiente. Aunque no me dio razones explícitas obtemperé al llamado por provenir de una persona que considero sensata. Luego me entero de que ese día se había tramado una agresión física contra mi persona, que pudo desencadenar en tragedia, en la que participaría la policía -caso particularmente muy grave y lesivo a todo el marco de legalidad existente- que ya estaba esperándome en el lugar de trabajo para esos fines, y que además había sido buscada por el supuesto director de programación de esos medios –borracho como un perro-, ordenado por el dueño de la empresa, según ha manifestado el propio director de programación.

Aquí pido me excusen por el tono de lo que voy a manifestar. No se sabe quien se salvó de quien con ese tan vil y poco inteligente acto atentatorio contra la vida. Si en el peor de los casos esos sujetos materializaban sus intenciones, y se producía la agresión en el plano físico, y me hubieren dejado con vida, entonces iban a saber que es enfrentarse con un hombre que siempre ha tenido, desde niño, un concepto bien claro de lo que es la vida, y que por tanto, no le teme y nunca le ha temido a la muerte. Esos cobardes, ratas de alcantarillas, se hubieran enfrentado, quizá por primera vez en sus vidas, a su peor pesadilla. Por fortuna para mí, y más para ellos que para mí, esto no se produjo así, porque toda mi familia y yo estamos bien preparados, y sabemos perfectamente hasta donde llegar si algo así ocurriese.

Razones por las que todo este plan fracasó.

El agredido es un ser humano con firmeza de carácter, y de sólidos principios éticos, todo el que me conoce lo sabe. Tiene una familia, hermanos y amigos, que le importan más que el dinero y cualquier bien material sobre la tierra. Su misión como profesional ha sido siempre clara: profesionalismo al nivel más alto que se pueda alcanzar. Esto lo mantuve como educador en las aulas mientras me desempeñé en esa área y como profesional del micrófono durante los últimos 30 años.

Todos los locutores de la región saben lo pírrico que es el sueldo que se devenga en esa empresa radial. Nunca estuve trabajando radio motivado por el sueldo que devengaba. Muchas veces pedí que se me retirara el salario, ya que como mi voz le interesaba bastante por su alta calidad, les permitiría, humildemente, a los propietarios de esa empresa que me tuvieran como colaborador.

Por último en este punto, hace varios meses vengo solicitando mi destitución, ya que considero que mis condiciones éticas y profesionales no compatibilizaban con los rastreros, absurdos y abusivos propósitos de ese grupo empresarial.

Cabe indicar, que si la persona agredida hubiese tenido menos espalda que la que yo tengo, todo este plan habría tenido éxito. Pero creo que conmigo se equivocaron, fallaron.

Consecuencias sociales del hecho.

Todos sabemos el estelar rol de los medios de comunicación para sostener la democracia. Depende en gran medida de lo que se diga en los medios de comunicación de masa, el comportamiento de todas las personas que integran una sociedad, ya que los mismos al ser tan influyentes dictan patrones de conducta sobre las personas.

Si este método de manejo de medios, ya generalizado -hay otros casos de maltrato al personal-, se perpetúa, corremos el riesgo como sociedad de padecer los terribles embates de una dictadura. Las jóvenes generaciones de personas que se interesarían por los medios, o perderían la fe en los mismos, o serían deficientemente formados por la contaminación anética existente.

Pero gracias a Dios que esta es una situación muy particular y hasta aislada de un grupo de comunicaciones. Hay medios de comunicación en nuestro país que pueden ser seguidos y respaldados. Por eso no perdemos la fe en los medios, por eso creemos que los mejores intereses de la sociedad están salvaguardados, porque hay personas sensatas, hay seres racionales que no claudicarían jamás ante la vana y rastrera ambición al dinero.
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