Testimonio de la Revolución de Abril

Domingo 25 de Abril de 1965, segunda parte

La historia de un comandante que prefirió irse antes que bombardear al pueblo dominicano

El autor fue uno de los organizadores del movimiento constitucionalista que buscaba reponer, en la Presidencia, al profesor Juan Bosch.

A continuación la segunda parte de su testimonio:

El coronel Tato se acercó a Pimpo, después de saludarlo militarmente, le susurro al oído y este se levantó de su escritorio. Pidió permiso, y se fueron los dos a la habitación del jefe de Estado Mayor, para una conversación en privado. Permanecieron algo más de diez minutos, en privado.

Estando presentes todos los miembros de la comisión designada que iría a parlamentar con los rebeldes, a la jefatura del E.N. (vía el puente Duarte), eran aproxidamente las 11:00 a.m., cuando Pimpo se dirigió al 2do teniente piloto Víctor Cuevas Mallol y a mi, diciéndonos que nosotros dos nos quedáramos en la base aérea de San Isidro, porque no hacíamos falta, y él nos necesitaba a su lado.

Al preguntarle el motivo por el cual no deberíamos asistir a tratar de buscar una conciliación con los militares insurrectos, nos respondió que "ellos deberían regresar en un helicóptero, y que no había mucho espacio para nosotros dos. Mi esperanza de unirme al coronel Hernando R. se desvaneció.

Si yo iba en la delegación de la F.A.D. pensaba unirme a los militares que representaban la legalidad. Me dirigí en un aparte al coronel Pérez y Pérez, para que me solicitara en la comisión, respondiéndome: "Capitán, donde manda general, no manda coronel. Quédese aquí, para cuando yo regrese, me informe y así yo me mantendré al día. Recuérdese que cuento con usted".

Me imaginé que era más útil en el bando constitucionalista que en S.I., y que aquí cometería algún error por el cual caería preso, o me podían dar muerte.

La comisión partió después de las 11:a.m., sin escolta (lo que me informaron).

Al llegar a la mitad del puente Duarte, que estaba obstruido por varios camiones Mack (catarey), se detuvieron y debieron continuar a pie, hasta donde se encontraba una batería de cañones, apuntando hacia el puente, en espera de las tropas de infantería del C.E.F.A., F.A.D. y M.de G.

El comandante de estas piezas de artillería lo era el 2do teniente E.N., Martín Michel Peguero, quien lo recibió militarmente y muy respetuosamente. Después de oír cual era la misión de estos oficiales de la F.A.D., les proporcionó un vehiculo y lo envió escoltado, con el máximo de protección, hacia donde estaba el comando de operaciones, bajo la dirección del coronel Hernando Ramírez. Éste y su Estado Mayor los recibieron también muy respetuosamente.

Lo escucharon con mucha altura, respeto, consideración. Pero, con inmensa dignidad, le hicieron saber, lo que ellos creían era lo más conveniente para todos los dominicanos, y muy responsablemente dijeron no acatarían las propuestas que la delegación de la F.A.D. le había comunicado.

También, le dijeron no acatarían la formación de una junta militar impuesta por los agregados militares norteamericanos, que esto era un problema dominicano, por lo tanto, nos correspondía a los dominicanos resolverlo.

En consecuencia, Hernando los exhortaba a imitar el ejemplo que los militares, bajo su mando, le estaban ofreciendo al país, y que se lo participaran también a los generales Wessin y Santos Céspedes.

Después del coronel Pérez y P. oír la posición de Hernando y el bando que lideraba, con mucha altura le hizo saber, que así mismo se lo comunicaría a la superioridad. Le solicitó permiso a Hernando para usar el teléfono (a los más jóvenes, el teléfono celular en esa época, era ficción) para informar que le enviaran un helicóptero a recogerlo y llevarlos de regreso a la base aérea de S.I.

Eran pasadas las dos de la tarde, después del coronel Pérez y P. comunicarse con el jefe de estado mayor e informarle que la reunión había concluido y que, por favor, le enviaran el helicóptero para transportarse a S.I., donde le informaría el resultado de las conversaciones.

El coronel Hernando ordenó a sus asistentes informar y tomar las medidas de seguridad, para que el helicóptero que aterrizaría en el campamento militar no se le disparara.

En S.I., se ordenó al mayor Miguel Gabirondo Rondon despegar para transportar, hacia la base aérea, a los coroneles Pérez y P., Tejada González, Domínguez Taveras y al capitán Percival Peña. El teniente Cuevas Mallol solicitó permiso para ir de co-piloto a bordo del helicóptero.

A la llegada de la aeronave al campamento militar, el coronel Hernando despidió, con mucha disciplina, caballerosidad e hidalguía a los visitantes, y estos hicieron gala de reciprocidad a esta despedida.

El general Santos Céspedes ordenó a su asistente, el mayor Pascual Vittini Brache, comunicarse con los generales Wessin, Despradel B. y con el comodoro Rivera C.. Pimpo le informó a cada uno de estos jefes militares, por separado, que ya los comisionados enviados a procurar la rendición de los insurrectos estaban en camino a la base aérea y después que él se entrevistara con ellos, los llamaría de nuevo para coordinar la acción a tomar.

Antes de Pimpo terminar con la ultima conversación telefónica, estaba en su despacho el mayor Salvador Lluberes Montas “Chinito”. Por la cercanía del centro de enseñanza de las Fuerzas Aarmadas con la Jefatura de la F.A.D., las visitas de Chinito eran tan frecuentes a la oficina.

Cuando el helicóptero aterrizó en la cercanía de la Jefatura, se dirigieron inmediatamente al salón de conferencias del edificio y los presentes en esa reunión, lo fueron el Estado Mayor y los comisionados recién llegados.

Conversé varias veces con Chinito, y lo notaba bastante excitado. Se quejaba de las indecisiones e irresponsabilidad de todos los jefes militares, pero sin dar detalles de lo que le preocupaba.

A mi el hambre me estaba atacando, y aproveché que algunos oficiales se dirigían hacia el club-cine, a ver si había algo de comida, ya que había el rumor de que se estaba extinguiendo el suministro de alimentos para los oficiales y alistados de la base aérea.

Por suerte alcancé a comer algo, antes de que se acabara lo poco y malo que habían cocinado.

Antes de las 4:00 p.m. llegué, desde el club-cine, al escuadrón de combate. Quería comunicarme con Nogueras o con Peña Gómez para mantenerlo al corriente de lo que acontecía en S.I., o enterarme de lo que ocurría en la ciudad o en el Palacio Nacional, pero me fue imposible hacer contacto con ellos.

Ya en el escuadrón de combate oí que ordenaban preparar una escuadrilla de P-51 para ametrallar el Palacio Nacional. Inmediatamente me dirigí a la Jefatura de Estado Mayor, y así, personalmente, ver lo que ocurría o iba a ocurrir.

En el despacho de Pimpo habían muchos oficiales, casi todos daban la impresión de estar asustados. Le pregunté, militarmente, al teniente coronel Nene Tejada, ¿quién estaba al lado del coronel Pérez y Pérez. "¿Qué pasa coronel?, ¿van a bombardear?". Y a seguidas le dije: "A combate llamaron para preparar cuatro P-51", respondiéndome: "Nene Tejada, no te preocupes, yo soy el líder de la escuadrilla que volará sobre el Palacio. Vamos a tirar hacia arriba y yo escogeré los pilotos que van conmigo. Es un vuelo de intimidación".

A seguidas, me picó un ojo, y me dijo: "Ve y avísale, y que no se asusten, pero que no nos disparen". Le solicité un vehiculo, y me contestó: "Vete con mi chofer, pero ven con él". Fui al escuadrón de combate, hablé en clave con Nogueras. De inmediato regresé a la Jefatura.

Cuando llegué, escuché que estaban localizando a Máximo Fiallo, técnico en comunicaciones y propietario de una emisora de radio aficionado (informaré más tarde la conversación con M. Fiallo).

A Tejada González, Nene le avisa que ya no volará como líder en el vuelo de intimidación sobre el Palacio Nacional.

El nuevo líder lo seria el coronel piloto Rafael Reyes Jorge; el #2, el 1er teniente piloto Manuel de Jesús Joga Henríquez; #3 teniente coronel piloto Octavio Jorge Pichardo; # 4 (después de 42 años, 4 meses y días) no lo recuerdo.

Fui llamado a la oficina del jefe de Estado Mayor, donde oí las instrucciones (órdenes) que se le impartieron al coronel

Reyes Jorge, para que sobrevolara, en formación y en círculo, el Palacio Nacional (por entre 20 a 30 minutos), con la esperanza de que desocuparan la casa de Gobierno, y después, picar sobre la edificación, y cuando ascendieran, dispararán las seis ametralladoras de 0.50 que poseen los Mustang P-51, para que los proyectiles no impactaran en el Palacio y no causaran heridas y daños a la ciudadanía.

Pimpo le informó al coronel Reyes Jorge que el estaría en la frecuencia V.H.F. y le ordenaría qué hacer y cuándo. "Sí señor2, respondió Reyes Jorge. Saludó militarmente. Antes de retirarse fue a donde Nene Tejada (yo estaba a su lado): "Hermano, cuente conmigo, no lo haré quedar mal", le expresó, y se abrazaron. A mi me apretó por el hombro dererecho, sacudiéndome fuertemente.

Saliendo Reyes Jorge, el mayor Pascual Vittini Brache le informa al jefe de Estado Mayor: "El coronel Benoit está en línea general". Pimpo, inmediatamente, se puso al hablar con Benoit, informándole el vuelo que se iba a llevar a cabo dentro de unos minutos, dándole detalles del ametrallamiento, el cual no implicaba riesgo a la ciudadanía, que no se lo informara a nadie, y que después volvería a llamar, para informarle el efecto de esa medida.

Benoit le hizo saber el arduo trabajo que estaba haciendo y tenía la esperanza que no se lo echaran a perder.

Más adelante me veré en la necesidad de hacerle justicia al coronel Pedro Bartolomé Benoit, con respecto a la intervención militar de la cual él no tiene la total responsabilidad. No sé si por nobleza, por irresponsabilidad o por disciplina militar, él no se ha defendido.

Ya que él no a querido hacerlo, lo haré yo por él. Sé que recibiré muchas críticas, pero con el fin de que se conozca la verdad de nuestra historia contemporánea, desde ya estoy preparado para escucharlas con dignidad.

Cerrando con Benoit, timbra el teléfono. Máximo Fiallo al habla. Se identifica diciéndole a Pimpo: "Ustedes que me llaman, para qué yo puedo serles útil". Pimpo le explica, que las pocas emisoras que están en el aire, estaban en cadena o a favor de los insubordinados, y que era de urgente necesidad que las F.F.A.A. sacaran al aire una emisora radial para contrarrestar a Radio Televisión Dominicana en mano de los rebeldes, y la persona más indicada para esa tarea lo era él; y que pidiera por esa boca (refiriéndose a la logística que necesitaría).

El señor Fiallo le hizo saber que necesitaría de unos cristales-transmisores de determinada frecuencia para adaptarla a su emisora de radio aficionado, y ésta funcionaría como una emisora comercial. Al preguntársele dónde se podrían conseguir esos equipos, respondiéndole el señor Fiallo que t"odos los comercios están cerrados, y que había que solicitarlo en el extranjero, pero que en Radio Comercial sus cristales eran compatibles con su equipo de radio aficionado.

Si él conseguía esos cristales, sacaba al aire, inmediatamente, la emisora para uso de las F.F.A.A.
"¿Dónde está Radio Universal?, pregunta Pimpo.

"Está en el hotel Jaragua y su propietario lo es Ellis Pérez" , responde Fiallo.

Pimpo pregunta: "¿Cómo conseguimos esos equipos?'.

"Pimpo, si me consigue personal de inmediato, para que me proteja, ahora mismo los voy a buscar y te instalo la emisora inmediatamente, y no hay que llamar a Ellis. Estoy seguro, él no se va a desprender de esos equipos", dijo Fiallo.

Pimpo ordenó, con el teléfono abierto, y Fiallo en el aire, que se le suministrara el personal, pero que fueran vestidos de civiles a efectuar esa misión a Radio Universal.

Salí de inmediato hacia el escuadrón de combate, con el fin de impedir que se efectuara ese asalto. Primero, no le convenía al movimiento constitucionalista; segundo, de esa operación comando culparían a los constitucionalistas; y tercero, era amigo de Ellis Pérez.

No pude establecer contacto con Nogueras para advertirlo. Regresé a la Jefatura y le hice saber a Nene Tejada que no establecí contacto con nadie, para impedir este asalto a Radio Universal, ya la escuadrilla de “INTIMIDACIÓN” estaba en el aire, girando en los alrededores, sobre el Palacio Nacional.

Esto lo escuchábamos por la televisión, que habían instalado en la oficina del jefe de Estado Mayor. Antes de la 6:00 p.m., se ordenó el simulacro de ataque a la casa de Gobierno. Los aviones, al disparar los proyectiles, van hacia delante (recuérdense, la orden era disparar cuando los aviones ascendían), los casquillos salen por debajo de las alas, y el humo de la pólvora, escapa hacia, atrás.

Espere la próxima entrega...
Por: Ricardo Bodden
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