Niños cruzan el río por cable para poder asistir a la escuela
Un puente colapsó hace 11 años, por lo que los niños de Rionegro (Santander) ponen sus vidas en peligro.
COLOMBIA.- Como si fueran verdaderos artistas de un circo que caminan por la cuerda floja, 18 niños y 20 adolescentes de Rionegro (Santander) arriesgan todos los días su vida para ir a estudiar.
Los alumnos de la vereda Florencia-Caballito, a 8 kilómetros del casco urbano, deben aferrarse a las seis guayas que quedaron del puente destruido por el río Saramago, el mismo que cruzan a seis metros de altura cuando se dirigen a la escuela y el colegio.
Luis David, Hernán y Yan Carlos, de 7, 9 y 12 años, respectivamente, son algunos de los niños que dos veces al día se suspenden de las guayas para recorrer 40 extensos metros.
A diferencia de la circos, dicen ellos, la lona de 'salvación' son afiladas piedras blancas, que hace tres meses provocaron una herida de 14 puntos en la cabeza de un campesino, que se cayó intentando cruzar el río.
"Hay que prenderse duro de las guayas y poner los pies bien derechos", afirma Luis David Rojas, uno de los más experimentados, mientras Hernán Ramírez asegura que "los pequeños, para no caerse, se deben coger de las manos de los más grandes".
Decenas de trabajos escolares han ido a parar al río, que en las temporadas de lluvias fuertes e intensas, como la que se registra en la actualidad aumenta su caudal e impide el paso de los jóvenes para la escuela El Pórtico y el colegio Fray Nepomuceno Ramos, dice el profesor Marcos Ríos.
Caída tras caída
Ómar Gutiérrez, dirigente comunal de la vereda, donde abundan las mandarinas, los aguacates y los cultivos de cacao, precisó que el puente, paso obligado de más de 450 personas de 100 familias, se ha caído en varias oportunidades.
La estructura, que era de concreto, colapsó en mayo del 2001 tras una extensa temporada de lluvias.
Diez años después, en septiembre del año pasado, la comunidad, con la ayuda de una avícola de la zona, tensó las seis guayas que sobrevivieron del puente y, usando soldadura y concreto, instaló 100 láminas sobre la estructura, que permitían el paso de mulas cargadas y pequeños vehículos.
"Un día antes de la inauguración, el puente se cayó de nuevo y quedaron las seis guayas, que son las que usan los niños y todos los habitantes de la vereda para cruzar el río", agregó Gutiérrez.
El concejal Pablo Antonio Álvarez reconoció que, por ahora, el pueblo, situado a 32 kilómetros al norte de Bucaramanga, por la vía a la Costa Atlántica, no cuenta con la plata para instalar una nueva estructura sobre el río.
Ante esto, los niños de la escuela de la vereda y los adolescentes que van al colegio del pueblo seguirán, como todos los vecinos de Florencia-Caballito, haciendo equilibrio para poder ir a estudiar.
Hay 14 puentes veredales caídos
Las dos últimas temporadas de lluvias destruyeron 14 puentes veredales, cuya reconstrucción cuesta más de 1.500 millones de pesos. El alcalde, José Alberto Rodríguez, dijo que el limitado presupuesto, de 16.900 millones de pesos, aprobado en el 2001, debe ser reestructurado, pues, con la redistribución de las regalías, la población, de 30.000 habitantes, recibirá este año 2.500 millones de pesos menos. "Por ahora, para la vereda donde los niños usan las guayas, esperamos 20 millones de pesos, que prometieron en la Gobernación", concluyó el alcalde.
Por Félix Leonardo Quintero
Corresponsal de EL TIEMPO
Bucaramanga.
COLOMBIA.- Como si fueran verdaderos artistas de un circo que caminan por la cuerda floja, 18 niños y 20 adolescentes de Rionegro (Santander) arriesgan todos los días su vida para ir a estudiar.
Los alumnos de la vereda Florencia-Caballito, a 8 kilómetros del casco urbano, deben aferrarse a las seis guayas que quedaron del puente destruido por el río Saramago, el mismo que cruzan a seis metros de altura cuando se dirigen a la escuela y el colegio.
Luis David, Hernán y Yan Carlos, de 7, 9 y 12 años, respectivamente, son algunos de los niños que dos veces al día se suspenden de las guayas para recorrer 40 extensos metros.
A diferencia de la circos, dicen ellos, la lona de 'salvación' son afiladas piedras blancas, que hace tres meses provocaron una herida de 14 puntos en la cabeza de un campesino, que se cayó intentando cruzar el río.
"Hay que prenderse duro de las guayas y poner los pies bien derechos", afirma Luis David Rojas, uno de los más experimentados, mientras Hernán Ramírez asegura que "los pequeños, para no caerse, se deben coger de las manos de los más grandes".
Decenas de trabajos escolares han ido a parar al río, que en las temporadas de lluvias fuertes e intensas, como la que se registra en la actualidad aumenta su caudal e impide el paso de los jóvenes para la escuela El Pórtico y el colegio Fray Nepomuceno Ramos, dice el profesor Marcos Ríos.
Caída tras caída
Ómar Gutiérrez, dirigente comunal de la vereda, donde abundan las mandarinas, los aguacates y los cultivos de cacao, precisó que el puente, paso obligado de más de 450 personas de 100 familias, se ha caído en varias oportunidades.
La estructura, que era de concreto, colapsó en mayo del 2001 tras una extensa temporada de lluvias.
Diez años después, en septiembre del año pasado, la comunidad, con la ayuda de una avícola de la zona, tensó las seis guayas que sobrevivieron del puente y, usando soldadura y concreto, instaló 100 láminas sobre la estructura, que permitían el paso de mulas cargadas y pequeños vehículos.
"Un día antes de la inauguración, el puente se cayó de nuevo y quedaron las seis guayas, que son las que usan los niños y todos los habitantes de la vereda para cruzar el río", agregó Gutiérrez.
El concejal Pablo Antonio Álvarez reconoció que, por ahora, el pueblo, situado a 32 kilómetros al norte de Bucaramanga, por la vía a la Costa Atlántica, no cuenta con la plata para instalar una nueva estructura sobre el río.
Ante esto, los niños de la escuela de la vereda y los adolescentes que van al colegio del pueblo seguirán, como todos los vecinos de Florencia-Caballito, haciendo equilibrio para poder ir a estudiar.
Hay 14 puentes veredales caídos
Las dos últimas temporadas de lluvias destruyeron 14 puentes veredales, cuya reconstrucción cuesta más de 1.500 millones de pesos. El alcalde, José Alberto Rodríguez, dijo que el limitado presupuesto, de 16.900 millones de pesos, aprobado en el 2001, debe ser reestructurado, pues, con la redistribución de las regalías, la población, de 30.000 habitantes, recibirá este año 2.500 millones de pesos menos. "Por ahora, para la vereda donde los niños usan las guayas, esperamos 20 millones de pesos, que prometieron en la Gobernación", concluyó el alcalde.
Por Félix Leonardo Quintero
Corresponsal de EL TIEMPO
Bucaramanga.