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EN PLENO SIGLO XXI EN RD: Niños reciben clases en una rancheta
Más de 40 niños residentes en la comunidad Nueva Jerusalén en Punta, de Villa Mella, reciben docencia gracias a la labor loable de tres jóvenes que tomaron la iniciativa. Pero estos menores, de familias de escasos recursos económicos, reciben clases en una destartalada rancheta, hecha de zinc agujereados, palos y con piso de tierra. Los protagonistas de esta iniciativa, Severiano Nivar, Esperanza de Jesús y Luz del Alba de los Santos, explicaron que decidieron alfabetizar a estos niños porque muchos no tienen actas de nacimiento y la escuela más cercana queda a unos de tres kilómetros de distancia. Esperanza, con brillo en sus ojos, destaca que cada día estos niños se levantan llenos de emoción y que incluso algunos de ellos van temprano a tocar la puerta de su casa. “Yo me río. Si ellos ven que pasan unos minutos y no hemos abierto la escuelita, van a la casa y tocan la puerta preguntándome si les voy a dar clases”, dijo Ely, como cariñosamente le dicen. De su lado, Severiano dijo que al ver que muchos niños del barrio tenían la inquietud de aprender a leer y escribir no les quedó de otra que habilitar esta rancheta que espera que algún día las autoridades o manos generosas la conviertan en una verdadera escuela. “Imagínese usted, decidimos dar clases al ver estos niños interesados en aprender. Pero el lugar no es el adecuado, por las malas condiciones en que se encuentra”, expresó. En este proyecto no solo intervinieron las manos de estos jóvenes, también la de Manolo Cabrera, quien prestó el terreno para levantar la humilde escuelita.
Más de 40 niños residentes en la comunidad Nueva Jerusalén en Punta, de Villa Mella, reciben docencia gracias a la labor loable de tres jóvenes que tomaron la iniciativa. Pero estos menores, de familias de escasos recursos económicos, reciben clases en una destartalada rancheta, hecha de zinc agujereados, palos y con piso de tierra. Los protagonistas de esta iniciativa, Severiano Nivar, Esperanza de Jesús y Luz del Alba de los Santos, explicaron que decidieron alfabetizar a estos niños porque muchos no tienen actas de nacimiento y la escuela más cercana queda a unos de tres kilómetros de distancia. Esperanza, con brillo en sus ojos, destaca que cada día estos niños se levantan llenos de emoción y que incluso algunos de ellos van temprano a tocar la puerta de su casa. “Yo me río. Si ellos ven que pasan unos minutos y no hemos abierto la escuelita, van a la casa y tocan la puerta preguntándome si les voy a dar clases”, dijo Ely, como cariñosamente le dicen. De su lado, Severiano dijo que al ver que muchos niños del barrio tenían la inquietud de aprender a leer y escribir no les quedó de otra que habilitar esta rancheta que espera que algún día las autoridades o manos generosas la conviertan en una verdadera escuela. “Imagínese usted, decidimos dar clases al ver estos niños interesados en aprender. Pero el lugar no es el adecuado, por las malas condiciones en que se encuentra”, expresó. En este proyecto no solo intervinieron las manos de estos jóvenes, también la de Manolo Cabrera, quien prestó el terreno para levantar la humilde escuelita.