Carta de Miguel Guerrero

"Quiero expresar mi profunda preocupación ciudadana por la peligrosa situación a que hemos llegado en el país..."

Durante muchos años, he hecho una costumbre reunir en mi casa a un grupo de amigos, en su mayoría periodistas, para escuchar a personalidades de la vida nacional, en el campo de la política, los negocios, la cultura y el deporte. En ocasión de la puesta en circulación de algunas de mis obras, las reuniones han sido con libreros y críticos literarios.

En cada campaña electoral, las citas me permitieron tener en mi residencia a candidatos y políticos. El actual presidente fue en 1996 uno de esos invitados, tan cercano a las elecciones que llegó a acusárseme de parcialidad.

Por casi dos años, he intentado sin éxito de hacerla con Danilo Medina. Las gestiones con el candidato del PLD, a través de uno de sus voceros, Rafael Ovalles, quien por mucho tiempo compartía los comentarios en mi programa y a quién confié por respeto a las ideas ajenas el segmento de entrevistas, el más importante del espacio, no recibieron respuesta.

Quiero expresar mi profunda preocupación ciudadana por la peligrosa situación a que hemos llegado en el país, en la que, como en los viejos tiempos de la tiranía, se quiere intimidar a la gente pretendiendo hacer ilegal reunirse pacíficamente con un candidato, espiando a los ciudadanos en sus hogares.

En el programa radial que conducen Martínez Pozo, Euri Cabral, Maria Elena Núñez y Víctor Gómez Casanova, se dijo este viernes que el lunes pasado nos habíamos reunidos un grupo de catorce periodistas con el señor Hipólito Mejía, para conspirar contra el gobierno y desprestigiar lo que ellos llamaron el triunfo electoral del señor Medina y crear una situación de inestabilidad en el país. También se dijo, sólo Dios sabe con qué malsanos propósitos, que entre los invitados había un funcionario de un prestigioso banco comercial, lo cual es incierto.

Quiero informar que esa no fue la primera ni será la última reunión que yo celebre en mi casa con el señor Mejía y que no hemos podido celebrarla con el señor Medina porque éste, con quien me he reunido varias veces en mi oficina, no ha querido concederme ese honor.

El señor Mejía es un amigo que aprecio y a quien he tratado desde los días en que se desempeñaba como Ministro de Agricultura, durante el gobierno de don Antonio Guzmán. Durante la presidencia del señor Mejía fui un crítico de sus ejecutorias y la esencia de muchos de mis escritos inspiró después mi libro “Tocando fondo”, que es una historia de la crisis económica del año 2003, originada en el más grande de los crímenes económicos contra la República: la quiebra fraudulenta del Baninter.

Mis críticas a su gestión, que pueden leerse en mi columna de El Caribe desde agosto del 2000 hasta agosto del 2004, nunca afectaron esa relación y él siempre ha expresado respeto por mis ideas y yo, desde mi perspectiva de periodista, también he respetado las suyas.

De manera pues que no tendría reparo alguno en reunirme cuantas veces el señor Mejía quisiera honrar con su visita el hogar donde nacieron y he visto crecer a mis hijos, sea en un plano estrictamente personal o en la grata compañía de aquellos colegas y amigos que estuvieron en nuestra más reciente reunión del lunes en mi apartamento.

Las temerarias e irresponsables acusaciones lanzadas en el programa de los señores y la dama señalados, me obligan a hacer la siguiente reflexión que todo ciudadano preocupado por el curso que lleva la nación tiene también el deber de hacerse:

¿Desde cuando en un país democrático, constituye una actividad conspirativa reunirse con un candidato de oposición, o reunirse, lo que no fue el caso, para darle apoyo, o reunirse, tampoco fue ese el caso, hablar mal de un gobierno?

La señora Núñez me llamó por teléfono para que diera una explicación de la supuesta conspiración urdida en mi casa denunciada en su programa por el señor Martínez Pozo. Le dije lo que correspondía, que no tenía que darle satisfacción alguna, porque nadie tiene derecho a fisgar lo que hago en la mía, como no es asunto mío lo que él o ellos hagan en las suyas, un derecho que nadie puede regatearles ni acusarlos por ello de conspirar para evitar el triunfo de la oposición.

Ante todo esto, quiero expresar mi profunda preocupación ciudadana por la peligrosa situación a que hemos llegado en el país, en la que, como en los viejos tiempos de la tiranía, se quiere intimidar a la gente pretendiendo hacer ilegal reunirse pacíficamente con un candidato, espiando a los ciudadanos en sus hogares.

Y expresar como profesional del periodismo mi también profunda consternación porque se utilice la radio para denigrar a ciudadanos por el sólo hecho de ejercer sus derechos de forma civilizada, levantando contra ellos falsos expedientes que ponen en peligro su seguridad y la de sus familias, en medio de un proceso en que el país se lo juega todo, incluso su más elemental aspiración de alcanzar cierto grado de adecentamiento de la vida pública.
Por: Redacción
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