Las vicisitudes de los uasdianos

Las vicisitudes de los uasdianos Por Marlenys Ferreras
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La Universidad Autónoma de Santo Domingo es la más antigua del nuevo mundo, una de las más prestigiosas del país y la mejor opción para los pobres que buscan mejorar su nivel de vida mediante un título universitario, pero son muchas las dificultades que pasan los estudiantes para lograrlo.

Cada año, miles de jóvenes ingresan a las aulas de esa casa de estudios para obtener una profesión y al final también terminan

graduándose también de la carrera de la vida.

Luis Manuel Méndez, un joven oriundo de Baoruco, dejó su pueblo y su familia para perseguir su sueño de ser médico, pero cuenta que el camino hacia su meta se hace cada día más duro y largo.

“A veces uno quisiera inscribir cinco o seis materias en un semestre y solo le proyectan dos o tres. Algunos profesores quieren ponerles las cosas en China a los estudiantes, se tardan muchísimo para publicar las notas y otros hasta las botan y hay que estar encima de ellos. Cuando no es una cosa es otra”.

Esa queja y la de las largas filas que hay que hacer hasta para usar un baño, son bastante comunes entre los alumnos.

“El que va a pagar o a solicitar algún servicio, debe ir preparado física y mentalmente para pasar largas horas en una fila y para que en cualquier momento le digan que se cayó el sistema, que vuelva mañana”, expresa Laura Espinal, estudiante de ingeniería.

Los jóvenes que allí estudian, experimentan aprietos desde el ingreso hasta el momento de culminar la carrera, muchos opinan que la fase final es la más incómoda, por la cantidad de trabas y diligencias que hay que cumplir para egresar.

A pesar de los modernos cambios que en los últimos años ha experimentado y de todo el prestigio del que goza la academia, también tiene sus precariedades, como el mal estado de algunas facultades, la falta de sillas y aulas para impartir las clases.

“Resulta chocante que un centro de gran nivel como la UASD, tenga una infraestructura y una economía tan débil y compleja”, expresa el sociólogo José Enrique Espinal.

Las huelgas y las suspensiones de docencia siempre han sido parte de la historia de esa academia, y un atraso para los estudiantes.

“La universidad ha tenido épocas muy difíciles que la han llevado a cerrar sus puertas y a desatar protestas por los grupos estudiantiles, todos esos procesos suponen retraso y perdida para el estudiantado”, señala Espinal.

Actualmente pasa por un momento de déficit presupuestario que ha obligado a autoridades, profesores y alumnos a lanzarse a las calles en reclamo de una solución a la problemática, situación que en peligro la conclusión del semestre.

“En lo que va del periodo han suspendido en más de tres ocasiones las clases, si continua así, los que saldremos perdiendo seremos los estudiantes”, lamenta Julio López.

La insigne institución, con sus altas y bajas, ha formado millones de profesionales en distintas áreas, muchos de ellos son parte importante de la historia y el presente de la república.
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